LA CONEXIÓN ENTRE LA SERPIENTE DE BRONCE Y LA SANTA CRUZ

Hay una gran conexión espiritual entre la serpiente de bronce que Moisés hizo en el desierto y la Exaltación de la Santa Cruz de Jesucristo

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En la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la Iglesia Católica ofrece el siguiente Evangelio, donde Jesús hace una conexión específica con un evento del Antiguo Testamento.

Jesús le dijo a Nicodemo:

«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. »

Juan 3:13-17

La conexión tiene más sentido cuando se lee el relato del acontecimiento en el Antiguo Testamento.

La serpiente de bronce

El Papa Benedicto XVI resumió la historia del Antiguo Testamento en un mensaje del Ángelus que dio en 2012 :

Se trata del episodio en el que, durante el Éxodo de Egipto, los israelitas fueron atacados por serpientes venenosas y muchos de ellos murieron. Dios ordenó entonces a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y la colocara sobre un poste; quien fuera mordido por una serpiente se curaba mirando la serpiente de bronce (cf. Nm 21,4-9). 

Jesús señala específicamente este episodio como un anticipo de lo que le sucedería a él mismo en la cruz.

Benedicto XVI continúa explicando cómo estos dos acontecimientos están relacionados espiritualmente:

También Jesús debía ser resucitado en la cruz, para que todo aquel que estuviera en peligro de muerte a causa del pecado, pudiera salvarse recurriendo con fe a aquel que murió por nosotros : «Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él» (Jn 3, 17).

Cada vez que contemplamos un crucifijo, podemos recordar la historia de Moisés y la serpiente de bronce, y cómo la cruz puede ser un instrumento de curación espiritual.

Todos necesitamos sanación. Jesús vino a la tierra para sanarnos, tanto en cuerpo como en alma, y ​​para llevarnos a un lugar de sanación eterna, donde todas nuestras lágrimas serán enjugadas.

Philip Kosloski 

Fuente: Aleteia