En la tarde de este jueves 5 de septiembre, el Papa Francisco presidió una multitudinaria Misa en el estadio de Yakarta como conclusión de su visita a Indonesia, país que dejará el 6 de septiembre para trasladarse a Port Moresby, en Papúa Guinea.
El Papa Francisco durante la celebración Eucarística de este 5 de septiembre. Crédito: Daniel Ibáñez/ ACI Prensa |
El Pontífice llegó en su papamóvil al estadio poco antes de
las 17.00 (hora local), donde los miles de fieles le recibieron con alegres
cánticos y ovaciones.
Cabe
destacar que todas las lecturas fueron leídas en indonesio y la primera lectura
corrió a cargo de un joven ciego.
En
esta solemnidad de Santa Teresa de Calcuta, el Papa
Francisco reflexionó en su homilía, leída en italiano, sobre dos “actitudes
fundamentales” que nos hacen capaces de llegar a ser sus discípulos de Jesús:
escuchar la Palabra y vivir la Palabra.
El
Pontífice destacó que es necesario escuchar la Palabra para “acoger el don
precioso de su amistad” y resaltó que también es importante vivirla “para no
ser oyentes superficiales que se engañan a sí mismos”.
“La
Palabra que se nos da y que escuchamos tiene que hacerse vida,
transformar la vida, encarnarse en nuestra vida”, remarcó.
La Palabra de Jesús, “una brújula en nuestro
camino”
Haciendo
referencia al Evangelio del día, el Papa Francisco señaló que “el corazón del
hombre está siempre en búsqueda de una verdad que sea capaz de alimentar
y saciar su deseo de felicidad”, ya que no podemos “conformarnos sólo con las
palabras humanas, con los criterios de este mundo o con sus juicios mundanos”.
En
este sentido, afirmó que “necesitamos siempre una luz que venga de lo alto para
iluminar nuestro camino, un agua viva que pueda calmar la sed de los
desiertos del alma, un consuelo que no defrauda porque proviene del cielo y no
de las cosas efímeras del mundo”.
En
medio del aturdimiento y la vanidad de las palabras humanas, continuó el
Pontífice, “necesitamos la Palabra de Dios, la única que sirve de brújula en
nuestro camino, la única que, frente a tantas heridas y pérdidas, es
capaz de devolvernos al significado auténtico de la vida”. Además,
advirtió que “la mediocridad le gusta al diablo, porque entra ahí y nos
arruina”.
El Señor nos pide “ir mar adentro” y emprender una
nueva vida
“Nuestra
vida de fe comienza cuando acogemos humildemente a Jesús en la barca de nuestra
existencia, cuando le hacemos un espacio, cuando nos ponemos a la escucha
de su Palabra y dejamos que esta nos interpele, nos agite y nos cambie”,
añadió el Pontífice.
A
continuación, reiteró que “la Palabra del Señor no puede permanecer como una
bonita idea abstracta, o suscitar sólo la emoción del momento”, sino que más
bien “nos pide que cambiemos nuestra mirada, que nos dejemos transformar
el corazón a imagen del de Cristo”.
De
este modo, aseguró que el Señor “nos pide ir mar adentro”, igual que se lo
pidió a Pedro, para “atrevernos a emprender una nueva vida”. Precisó asimismo
que, si no se vive la Palabra, nos convertimos en “papagayos” que la solamente
la repiten.
“Por favor, no
sean prisioneros de sus fracasos”
Afirmó asimismo
que “nunca faltan los obstáculos y las excusas para decir que no”, pero invitó
a fijarnos en la actitud del apóstol, que en vez de quedarse paralizado en ese
vacío y bloqueado por su fracaso, dijo: “Si tú lo dices, echaré las
redes”.
Por ello,
frente a las numerosas ocupaciones de nuestra vida cotidiana, el Papa Francisco
señaló que “a veces podemos sentirnos insuficientes, sentir el peso de
tanto compromiso que no siempre da los frutos esperados o de nuestros errores
que parecen frenar el camino”.
“Pero con la
misma humildad y la misma fe de Pedro, también a nosotros se nos pide que
no permanezcamos encerrados en nuestros fracasos y, en vez de permanecer
con nuestra mirada fija en nuestras redes vacías, miremos a Jesús y
confiemos en Él. Confía en Jesús”, señaló.
El Papa
Francisco invitó a los fieles a arriesgarse “a ir mar adentro y volver a echar
las redes, aun cuando hayamos pasado a través de la noche del fracaso, a través
del tiempo de la desilusión en el cual no hayamos sacado nada”.
Más tarde, hizo
un pequeño silencio y pidió a los presentes a pensar en sus propios fracasos.
“Mirando estos fracasos, vayamos adelante con la valentía de la palabra de
Dios”, exhortó.
“Cuando no
tengamos nada que dar, demos ese nada”
También recordó
a Santa Teresa de Calcuta, quien decía: “Cuando no tengamos nada que dar, demos
ese nada. Y recuerda: aunque no tengas nada que cosechar, no te canses
nunca de sembrar”.
En esta línea,
exhortó a “soñar con la fraternidad” y a seguir manifestando “vuestra
bondad y amabilidad con la sonrisa típica que los caracteriza, para ser
constructores de unidad y de paz”.“No perdáis la sonrisa, por favor”, pidió el
Papa Francisco a los católicos indonesios.
Por último, les
animó a ser constructores de esperanza, “de esa esperanza del Evangelio que no
defrauda y que nos abre a la alegría que no tiene fin”.
¡Hagan caos!
Al
finalizar la celebración y tras las palabras de agradecimiento del Cardenal de
Yakarta, Ignatius Suharyo Hardjoatmodjo, el Papa Francisco agradeció a “los
religiosos, voluntarios, ancianos y enfermos que han ofrecido sus oraciones”
por este viaje.
“Mi
visita llega a su fin, expreso mi gratitud por la exquisita acogida”, señaló el
Papa Francisco. También mostró su gratitud al presidente de Indonesia, las
autoridades civiles y a todo el pueblo indonesio.
Por
último, animó a los fieles a “hacer caos”, al igual que ocurrió en Pentecostés
y más tarde se dirigió hasta la imagen de la Virgen María para cantar el Regina
Coeli. Tras saludar con alegría a los fieles desde el altar, el Papa Francisco
abandonó el estadio.
Por Almudena
Martínez-Bordiú
Fuente: ACI