LA IGLESIA SE ANTICIPA A LA CAÍDA DE MISIONEROS EN ESPAÑA: LOS NUEVOS «NO SUPLEN A LOS QUE SE VAN»

No podemos negar que el número, siendo muy alto, va poco a poco menguando lentamente", comenta el director de Obras Misionales Pontificias, José María Calderón.

Dominio público
Aunque España se mantiene como país líder en el envío de misioneros a las 1.123 diócesis consideradas territorios de misión en todo el mundo, la situación podría comenzar a cambiar ante unas cifras que "van menguando lentamente", según ha declarado recientemente el director de Obras Misionales Pontificias (OMP), José María Calderón.

Según la última memoria anual de OMP presentada el pasado mes de junio, la cifra de misioneros españoles en activo es de de 6.042, que se suman a los 3.890 que residen en España dedicados a la animación misionera a la espera de un nuevo destino.

El sacerdote de 60 años, con más de un lustro al frente de OMP, relata que cada año surgen numerosos jóvenes con inquietud misionera, pero estos "no llegan a suplir a los que se retiran o fallecen", debido a la avanzada edad del conjunto de los misioneros españoles o a su retirada tras una vida dedicada a la misión. Si actualmente hay un total de 9.932 misioneros, cinco años antes la cifra rozaba los 10.900.

Junto con la avanzada edad, Calderón alude como uno de los principales factores de esta caída a la propia crisis de la familia cristiana que "ya no es lo común", lamenta al hablar de "familias en las que se rece, se acuda a la Eucaristía, en las que se tenga una vida profunda de fe".

"Lógicamente la familia que vive la fe, la oración en común y la alegría de los sacramentos tiene más facilidad de que surjan vocaciones a la vida consagrada, al ministerio sacerdotal o a la misión", explica.

Entre otros elementos, también se refiere al "estilo de vida" que se propone "desde los poderes económicos y sociales" como "el consumismo, la imagen" o "las ideologías" que, a su juicio, "están destruyendo no solo los valores más profundos de la sociedad, sino también la misma forma de entender al hombre hoy".

Aun así, el director asegura que "no podemos dejar de dar gracias a Dios por esos jóvenes, religiosas, sacerdotes y laicos que se ponen a disposición de la Iglesia para ser enviados a la misión".

Como enfrentar la lenta caída

La Comisión Episcopal para las Misiones, con Calderón como secretario técnico, se encuentra actualmente aplicando nuevas estrategias para paliar el lento descenso de misioneros españoles y fomentar nuevas vocaciones.

Entre ellas, una oferta académica con cursos y programas para formar a los futuros misioneros y a todos los cristianos para convertirse en mensajeros de la palabra de Dios no solo en los territorios de misión internacionales, sino también despertando la conciencia de la responsabilidad de ser misionero en el trabajo, la familia, el ocio y en todos los ámbitos de la vida.

Como parte de dicha oferta académica, la Universidad San Dámaso de Madrid ha lanzado tres opciones con modalidad presencial y online, destacando la Escuela de Evangelización Misionera, el Diploma en Misionología y el curso de Experto Universitario en Misionología.

La Escuela de Evangelización Misionera, de dos años de duración y 140 horas lectivas, está destinada a personas integradas o interesadas en la pastoral misionera, cualquiera que sea su estado (sacerdotes, consagrados, religiosos o laicos).

Las modalidades de Diploma y de Experto Universitario en Misionología siguen un mismo currículo académico, si bien en el diplomado sólo se estudia una pequeña parte de la materia y no hay ningún requisito académico previo. Por su parte, la modalidad de Experto Universitario está dirigida a Bachilleres eclesiásticos en Teología o Ciencias Religiosas o graduados universitarios que acrediten estudios teológicos en algún Centro Superior de Estudios.

Para Calderón, la formación misionera se trata de algo crucial a la hora de vivir esta vocación, pues "aunque es muy importante vivir y sentir lo que uno hace, es más tener una formación seria, profunda, que nos ayude a todos a dar razón de nuestra esperanza, de nuestros valores, de nuestra vida cristiana".

"Queremos que surjan vocaciones a la misión, por supuesto, pero también queremos que los cristianos seamos cada vez más y mejores testigos de Cristo allí donde estemos", insiste.

J. M. C.

Fuente: ReL