Católicos franceses han convocado al rezo de un Rosario de reparación por la ceremonia blasfema de los Juegos Olímpicos de París, en la que drag queens realizaron una parodia de la Última Cena.
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Imagen referencial | Crédito: Daniel Ibáñez/ EWTN News |
Los fieles franceses animan a los católicos a unirse a
este acto de reparación y a rezar el Rosario “en todas partes, en la calle,
delante de una Cruz, en una iglesia”, para reparar la parodia realizada durante
la inauguración de las olimpiadas el pasado viernes 26 de julio.
El irreverente espectáculo, en el que además participó
una niña menor de edad, ha generado un masivo rechazo y ha sido condenado por numerosas
autoridades de la Iglesia Católica, personalidades de diferentes países, fieles
de todo el mundo e incluso de líderes musulmanes y de otras religiones.
Aunque el comité organizador de esta ofensa a la
Eucaristía afirmó en un principio que la escena pretendía representar la escena
griega del “Festín de los Dioses” de Van Biljert, los “artistas” confirmaron en
declaraciones a la prensa francesa que su intención sí era imitar el cuadro de
la Última Cena de Leonardo Da Vinci.
De hecho, la mujer “protagonista” que habría ocupado
el lugar de Nuestro Señor Jesucristo, Barbara Butch, llegó afirmar en sus redes
sociales que la representación se trataba de un “nuevo testamento gay”.
El Obispo español Mons. Jose Ignacio Munilla,
quien ha condenado esta “deplorable” burla
a los católicos, ha invitado a los fieles a unirse al acto de reparación a
través de su perfil oficial de la red social X.
En su publicación, ha utilizado una fotografía tomada la noche posterior
a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, cuando se produjo un apagón
eléctrico generalizado en la capital francesa.
“Como se puede apreciar, la basílica del Sacre
Coeur de Montmartre reluce luminosa en medio de la oscuridad. ¡Todo un
signo!”, escribió el prelado español.
Además de Mons. Munilla, numerosos usuarios
difundieron lo ocurrido en sus redes sociales, haciendo notar que la “luz del
Señor” es la única que permanece encendida entre las tinieblas.
Por Almudena Martínez-Bordiú
Fuente: ACI