El Papa Francisco alentó a ser
libres como Jesús, es decir vivir en la libertad de los hijos de Dios, y no ser
esclavos del poder, el placer, el dinero o la fama; en sus palabras previas al
rezo de la oración mariana del Ángelus este domingo 9 de junio.
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Crédito: Captura Youtube Vatican News. Dominio público |
El texto evangélico relata que Jesús se enfrenta a dos
reacciones: “la de sus parientes, que estaban preocupados y temían que se
hubiera vuelto loco; y la de las autoridades religiosas, que lo acusaban de
actuar movido por un espíritu maligno”.
En realidad, precisó el Papa Francisco, “Jesús predicaba y
sanaba a los enfermos con la fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu Santo lo
hacía divinamente libre, es decir, capaz de amar y de servir sin medida y sin
condiciones”.
1. Jesús era libre respecto a las riquezas
“Por eso dejó la seguridad de su pueblo, Nazaret, para abrazar
una vida pobre y llena de incertidumbres (cfr. Mt 6,25-34), curando
gratuitamente a los enfermos y a cualquiera que viniese a solicitarle ayuda,
sin pedir nunca nada a cambio (cfr. Mt 10,8)”, explicó el Pontífice.
Efectivamente, “llamó a muchos a seguirlo, pero nunca obligó a
nadie a hacerlo; y jamás buscó el apoyo de los poderosos, sino que estuvo
siempre de la parte de los últimos, y enseñó a sus discípulos a hacer lo
mismo”, continuó el Papa Francisco.
3. Jesús era libre respecto a la búsqueda de la fama y de la aprobación
“Por eso nunca renunció a decir la verdad, aun a costa de no ser
comprendido (cfr. Mt 3,21) y de hacerse impopular, hasta morir en la cruz; y no
se dejó intimidar, ni comprar, ni corromper por nada ni por nadie (cfr. Mt
10,28)”.
Por todo eso, resaltó el Papa Francisco, se puede decir que
“Jesús era un hombre libre. Libre ante las riquezas, libre ante el poder, libre
ante la búsqueda de la fama. Y esto es importante también para nosotros”.
“De hecho, si nos dejamos condicionar por la búsqueda del
placer, del poder, del dinero o de la aprobación, nos convertimos en esclavos
de estas cosas”.
En sentido opuesto, continuó el Santo Padre, si “permitimos al
amor gratuito de Dios que nos llene y nos dilate el corazón, y si dejamos que
rebose espontáneamente donándolo a los demás, con todo nuestro ser, sin miedos,
cálculos o condicionamientos, entonces crecemos en la libertad y difundimos su
buen perfume a nuestro alrededor”.
Entonces, “podemos preguntarnos: ¿soy una persona libre? ¿O me
dijo aprisionar por los mitos del dinero, del poder y del éxito,
sacrificándoles mi serenidad, mi paz y las de los demás?”.
“¿Difundo, en los ambientes en los que vivo y trabajo, aire
fresco de libertad, de sinceridad, de espontaneidad? Que la Virgen María nos
ayude a vivir y a amar como Jesús nos enseñó, en la libertad de los hijos de
Dios”, concluyó el Papa Francisco.
Por Walter Sánchez Silva
Fuente: ACI