El Santo Padre interviene a través de la plataforma Zoom en el cuarto encuentro del ciclo “Construyendo puentes”
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En esta ocasión con estudiantes universitarios de Asia-Pacífico, en un
evento organizado por la Pontificia Comisión para América Latina en
colaboración con la Universidad Loyola de Chicago.
“La tecnología ayuda, pero no basta. La vocación humana busca pertenencia,
de ahí el origen de los apellidos (…) El joven necesita una pertenencia”,
expresó el Papa Francisco en su conversación mediante la plataforma Zoom con
estudiantes universitarios de la región Asia-Pacífico en el cuarto encuentro
del ciclo “Construyendo puentes”. La iniciativa, efectuada este jueves 20 de
junio por la tarde, estuvo organizada por la Pontificia Comisión para América
Latina (CAL) en colaboración con la Universidad Loyola de Chicago y distintos
Dicasterios de la Curia Romana y continúa las charlas iniciadas en febrero de
2022 con chicos de las Américas, de África y del sur de Asia.
La actividad fue introducida por la Dra. Emilce Cuda, secretaria de la CAL,
quien explicó que muchos jóvenes han decidido migrar a la región de
Asia-Pacífico para estudiar o trabajar en esas tierras. Por este motivo,
resolvieron comenzar la construcción de un nexo con dicha realidad. Los jóvenes
conectados procedían de Japón, Nueva Zelanda, Taiwán, Filipinas, Papúa Nueva
Guinea, Indonesia, Singapur y Timor Oriental (de hecho, Francisco visitará
estos últimos cuatro países en septiembre).
También se proyectaron videomensajes de saludos, ánimo y de apoyo a este
espacio enviados por el Cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para
los Laicos, la Familia y la Vida, y por Monseñor Luis Marín de San Martín,
Subsecretario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. A su vez, la
secretaria de la CAL leyó una carta del Cardenal José Tolentino de Mendonça,
Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación.
La pertenencia
Los jóvenes, divididos en cuatro grupos de trabajo, expusieron algunas
ideas surgidas en sus coloquios y plantearon diferentes inquietudes al Santo
Padre, quien los escuchó con atención y tomó apuntes. En la primera parte, el
Sucesor de Pedro reflexionó sobre la importancia de la pertenencia y sostuvo
que una instrucción que no da pertenencia de alguna manera defrauda y llena la
cabeza de conceptos, pero su corazón queda sin pertenecer. También evidenció la
relevancia de la pertenencia para la salud mental: pertenecer a una familia, a
un grupo de amigos, a una confesión religiosa. Luego, el Obispo de Roma los
incentivó a preguntarse: “¿Cuáles son mis pertenencias reales?”.
Francisco dejó claro que en esta época de los automatismos lo único que
convoca seriamente son los testimonios. “Esa pertenencia te lleva a la dignidad
humana”, acotó, “y la dignidad humana se recibe y se da con un testimonio
humano, de pertenencia, de participación”, añadió el Pontífice. En esta línea,
Bergoglio precisó que el testimonio nos salva de la vulnerabilidad y mencionó
que hay muchos jóvenes expuestos a ella por diferentes causas. Por tanto, les
recomendó pensar sobre sí mismos: “¿Qué tengo en mi vida que es más
vulnerable?, ¿dónde soy más débil?”, para que puedan vigilar, ayudarse y
dejarse ayudar frente a la vulnerabilidad.
La salud mental y la discriminación
Francisco consideró que la discriminación es uno de los factores que más
afecta a la salud mental. Enseguida, interpeló a sus interlocutores: “¿Yo me
siento discriminado? ¿Yo discrimino a los demás? ¿Con qué pautas discrimino?”,
y los exhortó a seguir adelante con el testimonio, con la sanidad que brinda la
capacidad de tener una propia identidad, y también pidiéndose ayuda y
ayudándose unos a otros. “Testimonio, salud mental y pertenencia”, reiteró el
Papa.
Volver a ver la grandeza de la mujer
El Pontífice también se refirió a la discriminación de género y advirtió
sobre su peligro: manifestó que, en la concepción social moderna, las mujeres
son “de segunda categoría”, “los que valemos somos los hombres, pero nosotros
vemos que hoy en día en el mundo las mujeres son las mejores dirigentes, y aquí
en el Vaticano tenemos muchas mujeres dirigentes”, observó.
Francisco pidió volver a ver la grandeza de la mujer, pues “es superior al
hombre en cuanto a capacidad, intuición (…)” y señaló que la capacidad de
maternidad le da una posición de acción mucho más efectiva que el hombre.
“La discriminación de la mujer no va”, reivindicó Francisco, recordó a
tantas mujeres solas o abandonadas por el marido y dijo que "una de las
cosas más bellas de la creación es la intuición femenina”.
El Santo Padre sugirió que el problema de la discriminación se resuelve con
la “projimidad”, un término que acuñó en el encuentro para designar la
capacidad de “hacerse prójimo”. “Somos todos prójimo”, continuó, y enriqueció
su mensaje con unas consideraciones sobre el amor, recordando que la capacidad
de amar hace crear. Al respecto, aconsejó a los chicos que no tengan miedo y
que sepan distinguir el verdadero amor del falso amor.
A colación de las palabras de un estudiante sobre el género, que mencionó
la elevada tasa de VIH en Filipinas, el Papa solicitó luchar para asegurarnos
de que la sanidad esté preparada para tratar y ayudar a todas las personas, sin
exclusión, viéndolas como hermanos y hermanas.
“Para crecer bien tenés que estar en la lucha
cotidiana”
El Papa aludió también a la necesidad de una educación armónica, en la que
la mente, el corazón y las manos estén coordinados y, como ha hecho en otras
ocasiones durante su Pontificado, comentó que en algunos lugares se ofrece una
educación “solamente cerebral, de conceptos”. “Eso no es educación, es
instrucción parcial”, sentenció. Sobre este punto, el Pontífice aseguró que,
para crecer bien, hay que estar en la lucha cotidiana, en el trabajo, en el
cambio de ideas de todos los días.
Explayándose sobre el valor de la diversidad de religiones, un asunto
esbozado por una participante en la reunión, Francisco los estimuló a dialogar
con los demás y aseveró que el aislamiento daña el corazón. “Y en una persona
que se aísla crecen toda clase de vicios, toda clase de malas costumbres. Para
no aislarse tenemos que tener la formación en la fe: saber bien qué es nuestra
fe, y eso nos lleva a ser cristianos auténticos”, prosiguió. A continuación,
alertó la tentación de un cristianismo “al agua de rosas”, es decir, sin
sustancia. “No, cristianismo concreto”, instó, agregando: “Soledad y
aislamiento no. Para dialogar hace falta una identidad muy grande”.
Francisco expresó su alegría por participar en el encuentro: “Me ayuda para
comprender cuál es la vida de los jóvenes (…) Ustedes tienen mucho que dar como
cultura, no se sientan inferiores”.
“La ideología es una enfermedad”
El peligro de las ideologías fue otro de los conceptos formulados por el
Papa en una de sus contestaciones: “Vivimos en una cultura muy ideologizada, y
esto es grave”, opinó. Además, ponderó el drama que representa cualquier
ideología y encomendó a los jóvenes esforzarse en el diálogo con armonía con
otras culturas. A su vez, abogó por crear relaciones pacíficas, estables y
constructivas.
Antes de las conclusiones, el Santo Padre puntualizó que todavía vivimos en
una cultura machista, en la que la mujer es relegada a un segundo plano, y
llamó a luchar contra ella. “El machismo es una enfermedad grave de la
sociedad”, zanjó.
También reiteró su llamamiento a sembrar la paz, que “no es fácil, pero es
lo mejor que podemos hacer”, dilucidó.
Sebastián Sansón Ferrari –
Ciudad del Vaticano
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