«Somos conscientes de los numerosos
signos de fragilidad», señala el cardenal Lazzaro You Heung sik, y alude a la
falta de educación sobre los sentimientos y la afectividad o el analfabetismo
emocional
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Foto: Archimadrid / Carlos Velasco Mázquez: Dominio público |
«Mucho se ha dicho y escrito sobre la importancia de la dimensión humana y de la madurez emocional en la vida del sacerdote», señala el texto, «y también somos conscientes de los numerosos signos de fragilidad que aparecen en este ámbito». Y enumera algunas claves como la falta de educación sobre los sentimientos, calificado como «analfabetismo emocional» y la falta de afectividad.
En este sentido, la carta hace un llamado a redescubrir la fuente de la verdadera alegría para «poder experimentar plenamente nuestra humanidad y nuestras relaciones», y para ello alude a elementos como el arte, la música o la poesía que, asegura, «son frutos de la obra del Espíritu Resucitado que sopla donde quiere».
Esta jornada se celebra además en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, lo que el prefecto califica como una «preciosa oportunidad para recordar al mismo tiempo la miseria y la pequeñez de nuestro corazón». «Precisamente en el vínculo entre esta solemnidad y la jornada queremos encontrar las motivaciones para revivir el don de Dios que está en nosotros, pidiendo la gracia de internalizar aún más en nosotros los mismos sentimientos del Corazón de Cristo y en nuestro estilo de vida», señala. E invita a recurrir a él para ser capaces de «llamar y amar a cada uno por su nombre, especialmente a los perdidos, heridos o descarriados».
De igual manera, el escrito recuerda que para cuidar de la humanidad no se puede «dejar de recurrir con confianza al Corazón Inmaculado de la Madre», volcando nuestra confianza en ella y sabiendo que «tenemos en ella un espejo purísimo en el que satisfacer la nostalgia de un corazón libre».
Por último, el prefecto reitera la necesidad de «implorar el don de muchas vocaciones al sacerdocio ministerial y a la vida consagrada» e invita a toda la comunidad a orar por los sacerdotes, apoyándolos con cercanía y cariño.
Ester
Medina
Fuente: Alfa y Omega