Oriana Milazzo (1991) jugó de joven en la A1 –la máxima categoría del baloncesto femenino en Italia– y en la sub 18 y sub 20 de la selección italiana. Sin embargo, la sed de felicidad que tenía le llevó mucho más allá, a entrar en un convento de clausura.
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Oriana Milazzo. Dominio público |
Una familia de terciarios
franciscanos
Entre
los modelos de fe a seguir por Oriana siempre han estado Santa Clara de Asís y
una joven italiana beatificada en 2010. De hecho, cuando le tocó cambiar de
nombre, la ex jugadora se puso sor Chiara Luce di Maria. Un nombre que une a la fundadora
de su orden con el de Chiara
Luce Badano, joven laica focolar fallecida en 1990 tras un
cáncer.
Se
puede decir que Oriana ha tenido dos vocaciones a la vez, o, quizá, una dentro
de la otra: a la vida religiosa y el baloncesto. Esta última, compartida con su hermana Ilaria, nacida en la
misma ciudad siciliana que ella, Canicattì (Agrigento, Sicilia), tres años
menor, y que también jugó en la serie A1 y con la camiseta de la selección
italiana.
La
itinerancia propia de las jugadoras de baloncesto llevó a una joven Oriana
hasta la localidad de Alcamo. Allí, comenzó a conocer de cerca la vida que, años después, decidiría
seguir. Siendo una joven jugadora del equipo local, sus padres la
encomendaron a una familia de terciarios franciscanos que iban a misa a la
iglesia del monasterio de las Hermanas Pobres. Luego vino el traspaso al
Priolo, el debut en la A1, la convocatoria de la selección... y el sueño
parecía haberse cumplido.
La
felicidad de Oriana no era completa, "había algo que seguía faltando,
sentía una insatisfacción dentro de mí", dice sor Chiara Luce. Para
superar todo este inconformismo, la joven intentaba ser útil a los demás,
dedicaba más tiempo a ayudar en la parroquia y maduraba la idea de continuar con sus estudios de Medicina, con
el objetivo de convertirse en médico misionera.
Su vocación, en la JMJ de Madrid
Ya
en Roma, habiendo comenzado sus estudios de Medicina, se dio cuenta de que todo
eso no le bastaba. "Comencé a hacerme preguntas para entender cuál era mi
lugar en el mundo", confiesa. Fue en la JMJ de Madrid de 2011 cuando tuvo claro el plan de
Dios, y regresó al monasterio de Alcamo de las Hermanas Pobres. "Sentí
que volvía a casa", reconoce.
Así
comenzó su nueva andadura con las clarisas. Dos años de postulantado, un año de
noviciado, otros dos hasta la profesión temporal, el 13 de mayo de 2019, y los
años que restan hasta celebrar estos días su profesión solemne. Un camino de
discernimiento y formación intenso y hermoso. Sor Chiara Luce no olvida la ayuda de sus padres y familia:
"siempre me han apoyado y me han hecho sentir querida".
La
ex jugadora de baloncesto continuará así con su vida de oración, pobreza, y
fraternidad, en el carisma de Santa Clara. En una comunidad con una historia muy antigua y fructífera.
El Monasterio de Santa Clara fue fundado en 1545 por tres hermanas de Alcamo,
pertenecientes a una familia noble de la localidad.
La
erección canónica del monasterio se remonta a 1547, poco antes del descubrimiento de la famosa imagen de María Santissima dei
Miracoli en Alcamo. La historia de otros monasterios sicilianos está ligada a
la comunidad de Alcamo. De ella, además, nacieron otras comunidades fuera de
Sicilia: el monasterio Beata Vergine del Buon Cammino en Iglesias, Cerdeña, y,
recientemente, el monasterio Klera Kintana Manajava en Ambanja, Madagascar.
Fuente: ReL