Este miércoles, en la festividad de San Pelayo, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha abierto la Puerta Santa del Año Jubilar dedicado al niño mártir en el Seminario Mayor “San Pelagio”.
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Mons. Demetrio Fernández, durante la apertura de la Puerta Santa del Año Jubilar dedicado al niño mártir San Pelayo. Dominio público |
Con
el comienzo del Año Jubilar, los fieles que cumplan las condiciones podrán
alcanzar indulgencia
plenaria desde hoy, 26 de junio, al 26 de junio de 2025.
Ante
una capilla repleta de sacerdotes, seminaristas y fieles, el prelado ha
realizado el rito de la apertura de la Puerta Santa en la capilla del Seminario
Mayor “San Pelagio” y ha comenzado la misa en rito hispano-mozárabe.
En
su homilía, monseñor Demetrio Fernández ha subrayado la importancia del lugar
en el que se encontraban celebrando la misa, "donde San Pelagio dio el supremo testimonio de amor a
Jesucristo y sufrió el martirio, siendo descuartizado vivo".
"Este
lugar es especialmente sagrado y ungido con el testimonio de San Pelagio",
ha indicado el Obispo, asegurando que la fiesta de hoy "es un reclamo para
todos los sacerdotes y fieles y la apertura de la Puerta Santa es el corazón de
Cristo abierto de par en par".
Estímulo de vida cristiana y ejemplo
para la reconquista
San
Pelagio procedía de una familia
cristiana, lo que le ayudaría llegado el momento a dar ejemplo de vida
cristiana.
Repasando
su vida, el obispo realzó la virtud de este niño de mantener por encima de todo la fe, la oración y las
actitudes cristianas como la castidad.
Explicó
que "la fe en San Pelagio
creció y se fortaleció a pesar de las adversidades, de las propuestas del
Califa de darle una vida mejor a cambio de entregarse a él. San Pelagio siempre
tuvo claro que era de Jesucristo".
Su
heroicidad y la defensa de la virtud de la castidad lo convierten hoy en un
testimonio elocuente de fe que sigue mostrando como "la castidad es la
sexualidad ordenada que engrandece, porque la lujuria degrada a la persona; la castidad es una virtud
que brota del Señor".
San
Pelagio, continuó, vivió las virtudes de la valentía y la castidad, valores
cristianos que siguen vigentes.
"El
testimonio de este niño estimuló la vida cristiana de todas las
comunidades", agregó el Obispo, porque su horrendo martirio por mantenerse
fiel a Jesucristo estimuló
la vida cristiana ante el dolor infligido e incidió en la Reconquista.
El seminario
Conciliar San Pelagio de Córdoba relata en base a las fuentes
escritas de Ibn Hazam (994-1063), autor de El collar de la
paloma, y el presbítero Raguel, el momento en que Abderramán se
dirigió al joven:
"Niño,
te elevaré a los honores de un alto cargo, si quieres negar a Cristo y afirmar
que nuestro profeta es auténtico… Recibirás, si aceptas, el que tú eligieres entre estos
jovencitos, a fin de que te sirva a tu gusto, según tus principios. Y
encima te ofreceré pandillas para habitar con ellas, caballos para montar,
placeres para disfrutar. Por otra parte, sacaré también de la cárcel a cuantos
desees, e incluso otorgaré
honores inconmensurables a tus padres si tú quieres que estén en este
país".
San
Pelayo respondió:
-"Lo que prometes, emir, nada vale,
y no negaré a Cristo; soy cristiano, lo he sido y lo seré, pues todo eso tiene
fin y pasa a su tiempo; en cambio, Cristo, al que adoro, no puede tener
fin…"
Ante
la respuesta, Abderramán III trató de empezar un acercamiento al joven, ante lo
cual este reaccionó diciéndole:
-"Retírate,
perro. ¿Es que piensas que soy como los tuyos, un afeminado? Y al punto
desgarró las ropas que llevaba vestidas y se hizo fuerte en la palestra, prefiriendo morir honrosamente por
Cristo a vivir de modo vergonzoso con el diablo y mancillarse con los
vicios".
Tras
reiterar en varias ocasiones, el califa se dio por vencido y ordenó su muerte: "Colgadlo
en garruchas de hierro y, una vez constreñido hasta el máximo
elevándolo hacia lo alto, bajadlo reiteradamente el tiempo necesario para que
exhale su espíritu, o niegue que Cristo es Dios".
Al
contemplar la firmeza del joven, Abderramán "ordenó que lo despedazasen con la espada, miembro a miembro y
que fuese arrojado al río. Los verdugos, por su parte, en virtud de la orden
recibida, después de sacar el puñal, se entregaron frenéticamente a tan crueles
escarnios contra él. Uno le amputó
de cuajo un brazo, otro le segó las piernas, otro incluso no dejó de herir su cuello. Entre tanto
permanecía sin espantarse el mártir, del que gota a gota manaba abundante
sangre en vez de sudor, sin invocar más que a nuestro Señor Jesucristo: `Señor, líbrame de la mano de mis
enemigos’. Así marchó su espíritu a la presencia de Dios´".
Programa del Año Jubilar de San Pelagio
Para
el Año Jubilar, está prevista la celebración de charlas y conferencias en torno a la figura de San
Pelagio y a través de las redes sociales del Seminario y la Diócesis se hará
difusión por capítulos de las virtudes de este mártir del siglo X. Además, se
prepara un documental sobre
su vida con valor pedagógico para distribuirlo entre escolares, sacerdotes,
seminaristas y fieles.
Para
ganar el jubileo se seguirán las condiciones habituales: visitar un templo jubilar, en este
caso los Seminarios Mayor y Menor de Córdoba, la Parroquia de San Pelagio
Mártir y la Catedral; aumentar la oración y rezar el Credo; además de confesar
y comulgar a ser posible en esos días previos o en el día o días posteriores de
la visita al templo jubilar.
J. M. C.
Fuente: ReL