"Hoy en día ya no se llama 'abogado del diablo', sino que se llama 'prelado teólogo'
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Imagen referencial del Vaticano. Crédito: Cathopic |
Mons. Alberto Royo Mejía es el promotor de la fe en el
Dicasterio para las Causas de los Santos. Su actual función es, de hecho, la
misma que realizaba antiguamente el llamado "abogado del diablo" en
los procesos de canonización. ¿Cuándo y por qué se cambió esta denominación?
¿Quién era exactamente el "abogado del diablo"?
ACI Prensa pudo conversar en Roma con Mons. Royo, doctor
en Derecho Canónico y sacerdote de la diócesis de Getafe (Madrid),
donde ha sido vicario judicial, delegado episcopal para las causas de los
santos y párroco en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Parla
(Madrid).
Origen
del término
En declaraciones a ACI Prensa, explica que el nombre del
"abogado del diablo" es en realidad una denominación popular, ya que
Sixto V no instauró su figura con este término, sino que "se
llamaba así porque le tocaba ser el 'malo de la película', al fin y al cabo".
"En un proceso civil o penal sería lo que más o menos
conocemos como el fiscal: aquel que tiene que buscar la verdad de modo
especial, porque aquí lo único que buscamos es la verdad, como en todo proceso,
como en toda investigación", destaca.
De este modo, el sacerdote español define los procesos de canonización
como "una investigación" cuyo objetivo es "discernir la voluntad
de Dios sobre una persona candidata a los altares".
Más tarde, aclara que en ese
discernimiento "es fundamental que alguien ayude a buscar
la verdad, porque a veces por excesivo cariño, por devoción,
por distracción o por otro tipo de motivos, se puede presentar la figura de
modo no adecuado, porque faltan investigaciones o documentación histórica".
Y es que todas "las personas tienen defectos, no hay ningún santo que no
tenga ningún defecto".
Para que estos "defectos" salgan a la luz y puedan ser
investigados, es indispensable el "promotor de la fe", el antiguo
"abogado del diablo", cuya figura "surge cuando Sixto V
establece la Curia romana".
Sin embargo, el sacerdote español puntualiza que "hoy en
día ya no se llama 'abogado del diablo', sino que se llama 'prelado teólogo'.
Se sigue llamando promotor de la fe, pero la denominación popular ya no es la
de abogado del diablo -aunque la idea es la misma-, sino la de prelado teólogo
del Dicasterio".
La evolución del proceso de canonización
En 1984 San Juan Pablo II introdujo una serie de reformas para
facilitar los procesos de canonización y hacerlos más acordes a nuestros
tiempos.
Según indicó el promotor de la fe, esto se realizó "por una
evolución natural del proceso", ya que, con el correr de los siglos,
"el proceso se había hecho cada vez más jurídico y, sin embargo, se veía
la necesidad de hacerlo también histórico, ya que se parecía mucho a lo que
eran los procesos de nulidad matrimonial o a cualquier proceso en la
Iglesia".
"De hecho -precisa-, durante siglos la labor que hoy en día hacen los
relatores (que es una nueva figura que instituyó Juan Pablo II), la hacían los
auditores de la Rota, con lo cual, entre un proceso de canonización y un
proceso de la Rota Romana había muy poca diferencia".
De este modo, Mons. Royo remarca que, con el desarrollo de las
ciencias históricas, se vio la necesidad de profundizar en el
contexto histórico de las causas.
"También el desarrollo de la ciencias psicológicas influyó
mucho. La psicología de un siervo de Dios, de un candidato a los altares,
influye en la persona… todo eso antes no se tenía en cuenta", añade.
Por ello, "entraron en juego una serie de figuras, que son
hoy en día, por ejemplo, los relatores". "El relator es una figura
intermedia entre la fase diocesana, el material que llega a Roma y el estudio
del promotor de la fe".
"El trabajo precioso de los relatores es ir preparando la causa. Ellos
ya ven las dificultades, los problemas y lo que hay que resaltar también en
cada siervo de Dios".
Según explica Mons. Alberto, los relatores "van
sistematizando el trabajo y, cuando llega al promotor de la fe, y por lo tanto
a los consultores teólogos, la causa ya está muy filtrada y muy
preparada".
"Esto ha agilizado mucho las causas", precisa, ya que sin esta figura el proceso "era como un embudo muy fuerte", en el que "se atascaban" las causas "porque solamente era el promotor de la fe el encargado de estudiarlas todas".