El matrimonio, en cambio, aseveró el Pontífice, es un “compás de tres”, en el que la presencia de Cristo en medio de los esposos hace posible el camino
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Cuando no hay comunidades cristianas, las
familias se sienten solas y la soledad hace mucho daño, advirtió el Pontífice a
los responsables internacionales del Movimiento "Equipos de Nuestra
Señora", una institución para descubrir y vivir la riqueza del sacramento
del matrimonio a través del diálogo, la oración y la formación.
Cuiden a los
recién casados, pues es importante que "vivan una mistagogia nupcial que
los ayude a experimentar la belleza del sacramento recibido y una
espiritualidad de pareja", fue una de las peticiones formuladas por el
Santo Padre a los responsables internacionales del Movimiento "Equipos de
Nuestra Señora", a quienes recibió en audiencia este sábado 4 de mayo por
la mañana en el Vaticano. Fundada en 1938 por el sacerdote francés Henri
Caffarel, la organización, comprometida con las familias, apoya hoy a 74.000
parejas de todo el mundo en su vida matrimonial.
Esta
institución "se encuentra en constante crecimiento y está constituido por
miles de equipos en todo el mundo, por muchas familias que procuran vivir el
matrimonio cristiano como un don", planteó Francisco, quien se refirió a
la verdadera "tormenta cultural" que está atravesando la familia
cristiana en este cambio de época. Por tanto, la labor de dicha entidad
"es preciosa para la Iglesia", visto que "acompañan de cerca
a los matrimonios para que no se sientan solos en las dificultades de
la vida y en su relación conyugal". De este modo, prosiguió, "son
expresión de la Iglesia 'en salida', que se muestra cercana a las situaciones y
a los problemas de la gente y se compromete sin reservas por el bien de las
familias de hoy y de mañana".
Acompañar a
los matrimonios hoy en día constituye, a juicio del Sucesor de Pedro, una
"verdadera misión".
“Salvaguardar
el matrimonio significa, de hecho, salvar a la familia entera, significa salvar
todas las relaciones que se generan en el matrimonio: el amor entre los
cónyuges, entre padres e hijos, entre abuelos y nietos; significa salvar el
testimonio de un amor que es posible y es para siempre, y en el cual a los
jóvenes les cuesta creer. Los niños, en efecto, necesitan recibir de sus padres
la certeza de que Dios los ha creado por amor, y de que un día también ellos
podrán amar y sentirse amados como lo han hecho mamá y papá. Tengan la certeza
de que la semilla del amor depositada por sus padres en los corazones de los
hijos, brotará tarde o temprano.”
El Santo Padre
consideró que en el mundo de hoy "es muy urgente ayudar a los jóvenes a
descubrir que el matrimonio cristiano es una vocación, una llamada
específica que Dios dirige a un hombre y a una mujer para que puedan realizarse
plenamente en su capacidad generadora, convirtiéndose en padre y madre, y
brindando al mundo la gracia del sacramento que han recibido".
"Esta
gracia, subrayó Francisco, es el amor de Cristo que se une al de los esposos,
es su presencia entre ellos y es la fidelidad de Dios al amor que los une. Es
Él quien les da la fuerza para crecer juntos cada día y permanecer
unidos".
El matrimonio,
un "compás de tres"
El Obispo de
Roma observó que hoy se piensa que el éxito de un matrimonio depende sólo de la
fuerza de voluntad de las personas. No es así; si lo fuera sería una carga, un
yugo colocado sobre los hombros de dos pobres criaturas.
El matrimonio,
en cambio, aseveró el Pontífice, es un “compás de tres”, en el que la presencia
de Cristo en medio de los esposos hace posible el camino, transformando el yugo
en un juego de miradas: la mirada entre los esposos, la mirada entre los esposos
y Cristo. Como un juego que dura toda la vida y en el que se gana juntos si cada
cual se esfuerza por cuidar la propia relación: custodiándola como un
tesoro precioso y ayudándose mutuamente en la vida conyugal a cruzar cada día
esa puerta de acceso que es Cristo. Él mismo lo ha dicho: «Yo soy la puerta. El
que entra por mí se salvará» (Jn 10,9).
Y hablando de
miradas, el Papa contó una conmovedora experiencia:
"Una vez,
en una Audiencia General, había una pareja - 60 años de casados (matrimonio) -
ella tenía 18 años cuando se casó y él 21. Así que tenían 78 y 81 (años). Y
pregunté: '¿Y ahora siguen amándose?'. Y ellos se miraron y luego vinieron
hacia mí, con lágrimas en los ojos... '¡Todavía nos amamos!'.
¡Precioso!".
Ayuden a los
recién casados con un "itinerario catecumenal"
A
continuación, Francisco compartió dos breves reflexiones: la primera, relativa
a los recién casados, en la que explicó que "en los primeros años de
matrimonio es especialmente necesario descubrir la fe en el seno de la unión
matrimonial; gustarla y saborearla aprendiendo a rezar juntos".
"Son
tantos, dijo, los que hoy se casan sin comprender qué relación tiene la fe con
su vida matrimonial, tal vez porque antes del matrimonio nadie se los
enseñó". Por tal motivo, los invitó a "ayudarles a través de un
itinerario “catecumenal” de redescubrimiento de la fe personal y de pareja,
para que desde el principio aprendan a hacer un espacio a Jesús y, con Él,
puedan cuidar su matrimonio".
Sean como
llamas que encienden otras llamas a la fe
Bergoglio
destacó el trabajo de la asociación junto a los sacerdotes, calificándolo de
"muy valioso, ya que ustedes pueden hacer mucho en las parroquias y
en las comunidades, alentando la acogida de las familias más jóvenes".
Después, puntualizó que hay que recomenzar desde las nuevas generaciones
"para hacer fecunda la Iglesia, favoreciendo el surgimiento de muchas
pequeñas 'Iglesias domésticas' donde la gente viva un estilo de vida cristiano,
donde se sienta en familiaridad con Jesús y donde se aprenda a escuchar a los
que nos rodean como Jesús nos escucha a nosotros".
Les encomendó
ser como llamas que encienden otras llamas a la fe, especialmente entre los
matrimonios más jóvenes, no permitir que acumulen sufrimientos y heridas en la
soledad de sus hogares y ayudarlos a descubrir el oxígeno de la fe con ternura,
paciencia y confianza bajo la acción del Espíritu Santo.
Tengan cuidado
con el clericalismo
El segundo
pensamiento que les dejó Francisco fue sobre la importancia de la
corresponsabilidad entre cónyuges y sacerdotes en el seno de la entidad. En
este sentido, los estimuló a llevar la complementariedad de las dos vocaciones
a las parroquias, una vez que la comprendieron y vivieron concretamente,
"para que, a su vez, tanto laicos como sacerdotes descubran esa riqueza y
esa necesidad". "Esto, acotó, ayudará a superar ese clericalismo que
hace a la Iglesia menos fecunda -tengan cuidado con el clericalismo- y ayudará
también a los esposos a descubrir que, a través del matrimonio, están llamados
a una misión. En efecto, son ellos quienes tienen el don y la responsabilidad
de construir, junto con los ministros ordenados, la comunidad eclesial".
El Santo Padre
añadió que "cuando no hay comunidades cristianas, las familias se sienten
solas y la soledad hace mucho daño". Con su carisma, los "Equipos de
Nuestra Señora" pueden convertirse "en socorristas solícitos de los
necesitados, de los que están solos, de los que tienen problemas en sus
familias y no saben con quién hablar, ya sea porque tienen vergüenza o han
perdido la esperanza". Les pidió que en las diócesis "ayuden a
las familias a comprender la importancia de sostenerse mutuamente y de trabajar
en conjunto; a construir comunidades donde Cristo pueda “habitar” en los
hogares y en las relaciones familiares".
Por último, en
el camino hacia el Encuentro Internacional de la fundación, que se llevará a
cabo en julio de 2024 en Turín, Francisco les deseó que en medio del proceso
sinodal que estamos viviendo, "sea también para ustedes un tiempo de
escucha del Espíritu y de preparación fecunda al servicio del Reino
de Dios".
"Que en
este año, dedicado a la oración, puedan hacer descubrir y redescubrir el gusto
de rezar juntos en el hogar; con sencillez y en la vida cotidiana", les
dijo.
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad
del Vaticano
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