El gobierno de Hong Kong publicó el 8 de marzo una nueva ley de seguridad, según la cual los sacerdotes católicos pueden ser condenados a una pena de 14 años de prisión si es que no rompen el secreto de confesión cuando sepan de algún delito de “traición”.
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Crédito: Josh Applegate / Unsplash. Dominio público |
De
acuerdo a la norma de Hong Kong, quien tenga una publicación con intenciones
“sediciosas” podrá ser penado con hasta tres años de cárcel, un condenado por
sedición recibirá una pena de siete años de cárcel, quien esté en contacto con
una fuerza externa podría ir hasta por 10 años a prisión. Dependiendo de la
gravedad del delito, las penas pueden llegar hasta la cadena perpetua.
Benedict Rogers, cofundador y director ejecutivo del
grupo de defensa de derechos humanos Hong Kong Watch, indicó a LifeSiteNews que
en esta nueva ley “existen nuevas restricciones que pueden impedir que un
detenido hable con un abogado de su elección, la detención sin cargos se
ampliará hasta siete días, y se aplicarán penas más severas para los activistas
en el extranjero”.
Rogers
advirtió de los dichos del Secretario de Justicia de Hong Kong, Lam Ting-kwok,
quien se refirió a los 14 años de cárcel que podría recibir un sacerdote si no
viola el secreto de confesión.
Según
refiere Asia
News, en este caso el delito está tipificado como “traición por
negligencia” y apunta no sólo a los sacerdotes sino también a quienes sepan de
conductas contrarias a la seguridad del Estado pero no las denuncien.
Benedict
Rogers precisó además que la nueva norma de Hong Kong “es incluso más
draconiana que la Ley de Seguridad Nacional (NSL) impuesta por Beijing a Hong
Kong en 2020”.
Rogers
lamentó asimismo que en Hong Kong “la libertad de expresión, asociación y
reunión ha sido destrozada; la libertad de prensa ha sido pisoteada; la
libertad académica gravemente socavada; y cada vez más, la libertad de religión
o de creencias está amenazada de manera insidiosa”.
Un
sacerdote, que desea mantenerse en el anonimato por seguridad, dijo a
LifeSiteNews que la nueva ley “envía un efecto paralizador a los católicos, en
el sentido de que no se atreverían a ser completamente abiertos en sus confesiones
por temor a poner en peligro también al sacerdote”.
El
diputado escocés Alistair Carmichael, parlamentario del Reino Unido y
presidente del Grupo Parlamentario de Todos los Partidos sobre Hong Kong,
señaló: “Este es otro paso atrás para los derechos humanos en Hong Kong bajo el
gobierno cada vez más autoritario de Beijing. Los hongkoneses merecen algo
mejor que esta constante represión de sus derechos y libertades democráticas”.
Desde
2019, cuando se realizaron una serie de protestas a favor de la democracia y
contra el régimen chino, más de 10.500 personas han sido detenidas en Hong
Kong, entre ellos el empresario católico Jimmy Lay, de 76 años,
cuyo juicio está actualmente en curso.
Junto
con él, la figura más importante de la Iglesia Católica que ha sufrido el
asedio de las autoridades por esta norma es el Cardenal Joseph Zen ze-kiun, Obispo Emérito de
Hong Kong que tiene 92 años de edad y afronta un juicio
acusado de tener supuestos vínculos con un fondo que ayudaba a las personas que
se manifestaron a favor de la democracia.
¿Qué dice la Iglesia Católica sobre el secreto de
confesión?
En julio de 2019 la Penitenciaría
Apostólica del Vaticano publicó una nota sobre la importancia del fuero interno
y la inviolabilidad del secreto de confesión.
Allí
se señala que “el secreto inviolable de la confesión proviene directamente de
la ley divina revelada y está enraizado en la naturaleza misma del sacramento,
hasta el punto de no admitir ninguna excepción en el ámbito eclesial ni en el
ámbito civil”.
En
ese sentido, “la defensa del sigilo sacramental por parte del confesor, si
fuera necesario usque ad sanguinis effusionem (hasta la efusión
de la sangre), representa no solo un acto de obediente 'lealtad' hacia el
penitente, sino mucho más: un testimonio necesario –un 'martirio'– dado
directamente de la unicidad y universalidad salvífica de Cristo y de la
Iglesia”.
La inviolabilidad del sigilo sacramental está
regulada por los cánones 983, 984 y 1386 del Código de Derecho Canónico.
Este último precisa que “el confesor que viola directamente el sigilo
sacramental, incurre en excomunión latae sententiae [automática]
reservada a la Sede Apostólica”.
Lo
señalado en el Código quiere decir que el perdón de este pecado grave sólo
puede darlo el Papa.
El numeral 1467 del Catecismo de
la Iglesia Católica establece además que un sacerdote confesor no puede “hacer
uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los
penitentes. Este secreto, que no admite excepción, se llama 'sigilo
sacramental', porque lo que el penitente ha manifestado al sacerdote queda
'sellado' por el sacramento”.
La
nota del Vaticano explica que la prohibición absoluta impuesta por el sigilo
sacramental es tal "que impide que el sacerdote hable del contenido de la
confesión incluso con el mismo penitente, fuera del sacramento, salvo
explícito, y mucho mejor si no se pide, consentimiento de parte del penitente”.
De este modo, señala la nota, “cualquier acción
política o iniciativa legislativa que busque 'forzar' la inviolabilidad del
sigilo sacramental constituiría una ofensa inaceptable contra la libertas
Ecclesiae (libertad de la Iglesia), que no recibe su propia
legitimidad de los estados individuales, sino de Dios”.
“También
constituiría una violación de la libertad religiosa, que es base jurídica de
otras libertad de los ciudadanos como la libertad de conciencia de los
penitentes y confesores”, agrega.
Por Walter
Sánchez Silva
Fuente: ACI
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