Loli Merino transmite serenidad y ejemplo de entereza, una serenidad especial, quizá sobrenatural, que recibió desde que le diagnosticaron que quedaba paralizada, hace 37 años.
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| Loli Merino. Dominio público |
Loli
se encomienda a Margarita
Godet, quien también fue una enferma paralizada durante muchas
décadas, y a Santa Teresita de Lisieux, que también era
misionera con su oración desde su lecho de enferma. También al Padre Pío de Pietrelcina, otro
intercesor que entiende el dolor.
"Si
todo eso lo entregas al Señor y si
tú le pides que te ayude, y a la Virgencita, puedes llegar a ser feliz y
puedes, sentir como algo
dentro de ti que no lo encuentras en este mundo. A nivel humano no
encuentras esa paz ni ese amor interno. Entonces yo lo que le diría a los
enfermos es que lo
ofrezcan todo, porque un sufrimiento que no se ofrece es un sufrimiento
perdido", explica en OMP con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo (se
celebra siempre el domingo cercano a la fiesta de la Virgen de Lourdes, que es
el 11 de febrero).
Paralizada desde los 29 años
Loli
tenía 29 años y una hija de un año cuando recibió su diagnóstico: tenía una lesión medular y no iba poder
mover la parte inferior de su cuerpo nunca más. “Desde aquel momento
el Señor toco mi corazón porque la verdad es que no pregunté ni por qué, ni me
hundí, ni nada; sino que me
dio como una fuerza especial”, explicó a OMP.
Paralizada,
entendió que iba a ser dependiente de otras personas para muchas cosas, primero
en el hospital La Paz, en Madrid, después en casa –con ayuda de las Hermanas de
la Cruz y las Siervas de Jesús-, y los últimos 15 años en la residencia de la Fundación para
Lesionados Medulares en Madrid. Ha habido dolores, dificultades,
tentaciones... También se muestra agradecida por haber visto crecer a su hija y
haber tenido una vida plena, con fe y ánimo.
"Tengo
dos caminos: o amargarme y amargar a todos los que tengo a mi alrededor, o ser
feliz. Decidí, con la fuerza y la ayuda del Señor, intentar salir adelante y
ser feliz y por lo menos hacer un poquito más llevadera la vida a los que tenía
a mi alrededor", explica.
Su
habitación se ha convertido en, como dice ella, su "capillita".
"Aquí es donde estoy
más en intimidad con el Señor, aquí es donde le cuento todas mis cosas",
explica. En su vida alterna oración con el alma y rehabilitación con el cuerpo.
Un "banco" espiritual, en el
que va ahorrando
"Tengo
como un pequeño trato con el Señor: tenemos un banco espiritual y ahí le voy, vamos a decir,
ingresando todas mis inquietudes, mis dolores y las adversidades con
las que voy luchando. Primero se las entrego a la Virgencita para que las
purifique y luego se las entregue al Señor”, detalla.
Recuerda
los días iniciales: "El médico al sacarme de la UVI me dijo que no me iba a mover absolutamente
nada, que estaría en silla de ruedas y que movería la silla con el
mentón. Una de las enfermeras que estaba allí en la planta -con la cual tengo
relación todavía y me escribe tres veces al día-, salió de la habitación
llorando y entró llorando y entonces me dijo: Loli, no te preocupes, por favor,
llora. Y yo le dije: “no
te preocupes, Maricarmen, que no pasa nada, vamos a salir adelante".
Ambos ayudaron mucho a Loli en esas semanas iniciales.
Su
oración cada vez más consiste en poder
abandonarse totalmente en Dios.
También
le ayuda la Virgen. "Antes no tenía tanta devoción a la Virgen, pero en
todos estos años he ido creciendo mucho más y pidiendo su ayuda maternal.
Empezaba abandonándome y rezando con la Virgencita y siempre terminaba con el
Señor. Cuando más me he abandonado a la Virgencita ha sido pues con mi hija, cuando mi hija está malita.
Ahí le pido a la Virgen que me ayude, que ella como madre maternal y
con todo lo que sufrió, pues lógicamente es la que mejor me puede entender y la
que más me puede ayudar a nivel espiritual, físico, psicológico y de
todo", añade.
Radio María, buenos sacerdotes,
religiosas...
Durante
estos años se ha apoyado mucho en la fe y la gente con fe. "Oigo mucho
Radio María. Luego, los sacerdotes que el Señor ha puesto en mi camino han sido
muy buenos, me han ayudado muchísimo. Las Hermanas de la Cruz han estado durante 23 años yendo a mi casa
todos los días por la tarde para atenderme. También las Siervas de Jesús iban
por la noche", enumera.
Cuando
le han recomendado apoyarse en algún psicólogo, ha respondido que en su caso "el mejor psicólogo es un sacerdote
y el sacramento de la confesión. Es lo que nos lleva a tener la paz
interior y esa fuerza que creo que nos lleva a necesitar y a querer estar
siempre más dentro del corazón de Jesús y amarle cada vez más".
El día a día
Lleva
15 días en su actual residencia. En su día a día depende de otros para que la
atiendan y aseen. "Pongo el despertador a las siete menos cuarto. A esa
hora tengo una lista de
difusión de personas que el Señor me ha ido poniendo en mi camino y
las pongo a todas en mi corazón para pedir por todas sus intenciones. Lo primero que
hago es pedirle al Señor que tenga en cuenta todas las necesidades en su
corazón. Y después ya empiezo a rezar
el rosario a través de YouTube. Y luego ya pongo Radio María. El
primer programa que oigo es la vida de un santo, después el Evangelio y luego los Laudes.
Y después ya, si no han venido a levantarme, pues vuelvo a poner otra vez
YouTube con el Rosario de
la Divina Misericordia, lo que me dé tiempo".
La
llevan a desayunar a otro espacio, pero luego escucha misa en Radio María. Los martes y jueves puede ir
con su silla mecanizada a la misa presencial de la casa.
También
dedica tiempo a estudiar. "Antes de la lesión hice Farmacia e hice la
especialidad análisis clínicos y tenía un laboratorio. Y ahora lo que más me gusta es la
nutrición, porque pienso que una alimentación sana puede prevenir muchas
enfermedades. A la una bajo a comer, luego me acuestan un ratito y a las 17:30
más o menos pues me levantan otra vez y casi todos los días suelo tener
visitas. Luego ya a cenar y otra vez a la cama".
Ella
siempre fue muy independiente, pero como enferma sabe que, por un lado,
necesita ayuda de otras
personas, y ha de asumirlo con humildad; por otro, intenta "no
molestar", dice, porque hay otros enfermos en la casa que dependen más de
los trabajadores de la casa, y busca ser "muy comedida para no pedir, o
pedir lo menos posible".
Una oración al pasar un año más
Tiene
la costumbre de escribir una oración cuando se cumple el aniversario de su
lesión. Esta es una oración que ha querido compartir con OMP:
»Te
doy gracias Señor por este año más de vida que me has regalado y dado la
oportunidad de poderte ofrecer y unirme a tu pasión y Cruz, todos mis dolores y
adversidades que has permitido.
»Ha
sido un año muy duro a nivel físico por mi salud y espiritual, pues cada vez
tengo más tentaciones y oscuridades.
»Te
pido perdón Señor, por todas mis caídas, miedos, angustias y debilidades. Han
sido varias veces las que parecía que ya no tenía más fuerza para seguir
adelante. Muchas lágrimas
derramadas que te he ofrecido como bálsamo para paliar el dolor de tu llaga invisible que
tanto te hace sufrir, porque dices que casi nadie la venera.
»Oh
Dios mío, te doy tantas gracias porque tu misericordia es tan infinita que
cuando toco casi fondo apareces bien con una llamada, un mensaje, una visita,
un pensamiento del Padre Pío, facilitarme recibir el sacramento de la Penitencia,
o como has hecho en estos 37 años, poniéndome
personas tan buenas en mi camino, haciendo que me pesara menos la cruz
e iluminándome nuevo el camino para poder seguir avanzando hacia ti.
»Abrazarte,
amarte, quererte, alabarte, bendecirte y como dice Santa Teresita, verte feliz y aceptar siempre tu
voluntad. Te pido por favor, Padrecito mío, que me ayudes a no
desaprovechar ninguna de las crucecitas que permites que me iluminen con el
Espíritu Santo para no perderme, que no me dejes caer en tentación y que no me sueltes nunca de tu mano.
Gracias, Dios mío.
