Manos Unidas, en la presentación de su campaña anual, alerta que las muertes por los fenómenos climáticos se han duplicado en la última década en países más pobres
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Cambio climático. Dominio público |
Son justamente los que menos contribuyen al cambio
climático: el 10% de la población mundial más rica emitió casi la mitad de las
emisiones globales en 2019, mientras que el 50% restante solo el 12%. Se estima
que cerca de la mitad de la población mundial vive en zonas “altamente
vulnerables” al cambio climático por
su ubicación geográfica o por su situación socioeconómica.
Y aun así, la conciencia de los ciudadanos de
las comunidades del Norte no alcanza a comprender la tragedia que supone para
las del Sur la subida de las temperaturas del planeta.
La justicia climática
Manos
Unidas testó a los jóvenes de nuestro país sobre su nivel de implicación. El
76% de los ciudadanos entre los 18 y los 24 años se mostraron conscientes y
preocupados, pero
solo el 10% sabe lo que significa “justicia climática”, la que reclama Manos Unidas.
“Nuestra
manera despreocupada de vivir y de consumir-explica la presidenta de Manos
Unidas Cecilia Pilar-necesita de una producción a gran escala y esto hace
proliferar el agronegocio, la minería descontrolada, el consumo de combustibles
fósiles y da alas a las actividades extractivistas, y mientras, los que menos se benefician de estas
actividades son los más perjudicados por las consecuencias negativas que traen
consigo”. Equilibrar este desajuste es la misión que se ha
marcado Manos Unidas, porque el cambio climático y sus consecuencias “es otra
de las caras del Hambre”.
La implicación matizada de los jóvenes
En
la encuesta, estos jóvenes sienten que son los que pueden hacer algo por evitar
el calentamiento, pero
7 de cada 10 señalan a gobiernos y corporaciones en primer lugar como los
actores principales en este cambio. Y aunque hay cierta
disposición de los jóvenes a cambiar su estilo de vida y de consumo (6 de cada
10 están dispuestos a reciclar, a alargar la vida del móvil, a usar menos
plástico... “pero siempre hay disposición de cambiar aquello que trastoque
menos su propia economía-apunta Marco Gordillo, responsable del estudio
demoscópico- están dispuestos a reciclar, a dejar de desperdiciar comida,
trasladarse a pie o en bici, tienen más disposición a ello que a cambiar en
cosas que le supongan una merma económica: comprar ropa de calidad, marcas
sostenibles, comprar un coche eléctrico, y muy poca motivación para cambios más
profundos como consumir menos carne o viajar menos en avión”.
Los ejemplos del desastre
Las
consecuencias del calentamiento están siendo ya devastadoras. Entre 2010 y 2020 la mortalidad humana por
inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor en las regiones altamente
vulnerables en comparación con las de muy baja vulnerabilidad.
En el desierto de Turkala no llueve. Al contrario que el Honduras donde las inundaciones están a la orden del día. Pero allí, según nos cuenta Donald Hernández el problema son las explotaciones mineras. “Hoy tenemos más de 504 concesiones mineras aprobadas para la explotación de la montaña con altas cargas de dinamita que contaminan las fuentes del agua.
Aunque vemos el agua
corriendo por los riachuelos, no se puede tocar porque están contaminadas con
altas cargas de cianuro, mercurio o plomo. Y esto por las grandes exigencias
que hay de minerales en todo el mundo. Cada vez que renovamos un teléfono
celular porque ya no está de moda, el impacto va a hacia esas tierras que son
explotadas para sacar los minerales para fabricar esos aparatos móviles”.
Manos Unidas
trabaja en 50 países de África, Asia y América muy afectados por la amenaza
climática. Buscan conciencia y reparación para esas comunidades al límite por
el afán consumista desmedido de los países ricos.
Por SEFI
GARCÍA
Fuente:
ECCLESIA