“Comprendo que si no deseo con todo mi ser ser sanada, mi ofrenda de ser apóstol del sufrimiento tendría poco valor”
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Águeda Rey junto a l tumba del siervo de Dios Isidoro Zorzano, en Madrid. | Crédito: Águeda Rey. |
Águeda Rey fue
diagnosticada de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en 2010. Su neuróloga le
dijo que tenía “una de las peores enfermedades que se conocen en el mundo”,
pues no tiene cura. Abrazada a la fe, lucha por ser “apóstol del sufrimiento”,
lo que no le impide pedir por su sanación.
La ELA es una
enfermedad que afecta a las neuronas que controlan el movimiento de los
músculos voluntarios, situación que empeora lentamente a lo largo del
tiempo.
En una reciente
entrada en su blog Reflexiones del alma, que inició en 2011, ha
explicado lo que significa para ella, 14 años después de ser diagnosticada, en
un momento avanzado de su enfermedad, vivir el apostolado en su
sufrimiento.
Hace poco
Águeda y su marido, Alejandro, conocieron la curación de una persona
discapacitada atribuida al Siervo de Dios Isidoro Zorzano, uno de
los primeros miembros del Opus Dei. Animados por la noticia, rezaron su novena,
que terminaron visitando su tumba en la parroquia dedicada a San Alberto Magno
en Madrid.
“Hemos rezado
la novena, el Ángelus y un Rosario. He ido nerviosa, pensando: está vez, sí”,
describe Águeda.
Unos días
antes, ya comenzada la novena, hablaba con unos amigos sobre los motivos por
los que Dios no le había concedido aún una sanación. La respuesta en voz alta
de Águeda fue: “Ayudamos mucho a Jesús llevando bien nuestras enfermedades”.
“Me gusta verme
como apóstol del sufrimiento”
Águeda detalla
que estos amigos le animaron a ver un capítulo de la
serie The Chosen en el que se recrea una conversación entre Jesús
y Santiago el Menor sobre el sentido del sufrimiento.
“Yo creo que lo
entiendo ya desde hace mucho tiempo, de hecho me gusta verme como apóstol del
sufrimiento, pero me picó la curiosidad y lo vi”, detalla.
“Me sentí como
Santiago, con mi novena a medio hacer, habiéndole dicho muchas veces que sí a
Jesús, que quería ser su apóstol del sufrimiento, y al tiempo reclamando mi
milagro” añade Águeda en su blog.
“Por el momento
no ha habido curación y sigo siendo su apóstol; hoy le he vuelto a decir que
sí. Lo siento más por el pobre Isidoro, que por ahora creo que se queda sin
canonización”, explica sin perder el sentido del humor.
Horas después
de publicar esta entrada, Águeda añadió una reflexión al respecto de cómo se
siente tras cada petición de sanación: “Después de estos intentos de curación,
me digo a mí misma: ‘Ya no lo intento más’ porque me quedo chafada. Me pasó en
Santiago de Compostela, en Santo Toribio de Liébana, Roma, Tierra Santa,
Lourdes, Fátima, Garabandal, San Giovanni Rotondo, y unas cuantas Misas de
sanación”.
Pese a los
desencantos, Águeda encuentra sentido en aceptar ser apóstol en su condición,
pero anhelar la recuperación física: “Comprendo que si no deseo con todo mi ser
ser sanada, mi ofrenda de ser apóstol del sufrimiento tendría poco
valor”.
“Es como la
muerte de Jesús; sin Getsemaní parecería menos. Por eso no dejaré de intentarlo
nunca”, concluye.
Por Nicolás de
Cárdenas
Fuente: ACI
Prensa