El Papa Pablo VI, con solo seis meses de pontificado, viajó a Tierra Santa acompañado de mil 400 periodistas y fotógrafos que se desplazaron hasta ahí. En este viaje de tres días estableció un importante paso para el ecumenismo
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Leemage via AFP. Dominio público |
Veinte siglos después de
que san Pedro dejara la tierra que habitó Jesús, su sucesor número 262 dejó
Roma para retornar al lugar donde Cristo fundó su Iglesia en una «peregrinación de
plegaria y penitencia«.
Este breve viaje tuvo una
duración de tres
días en los que visitó 11 localidades de dos países
diferentes y fue el primero de nueve viajes que Pablo VI realizó al extranjero.
En los apuntes del Pontífice del 21 de septiembre de 1963 -poco más de tres
meses antes del viaje- quedó registrado el surgimiento de esta idea:
«Después de una larga
reflexión, y después de haber invocado la luz divina… parece que se debe
estudiar positivamente como posible una visita del Papa a los Lugares Santos en
Palestina… Que este peregrinaje sea rapidísimo, que tenga un carácter de simplicidad,
de piedad, de penitencia y de caridad».
El
recorrido
El programa exacto de la
visita alcanzó su versión definitiva un día antes de su partida y, el cuatro de
enero, el Papa Pablo VI pisó Tierra Santa, convirtiéndose en el primer
sucesor de Pedro en pisar estos lugares sagrados.
Aterrizó en Ammán, saludo
al Rey Hussein -a quien aseguró sus oraciones por la paz- y partió hacia
Jerusalén.
Ya
cerca de Jerusalén las multitudes lo rodearon y los guardias poco pudieron
hacer. El Pontífice, sonriente, llegó al lugar en donde celebró su primer servicio religioso: el Santo
Sepulcro.
Visitó
el río Jordán, los restos de la casa de Lázaro, el Getsemaní, la gruta en donde se encuentran los
restos de la casa de María, el mar de Galilea, el sitio arqueológico de
Cafarnaún, el Monte de las Bienaventuranzas y Belén, entre otros lugares.
Además, rezó en el lugar en el que, según la tradición, Jesús confió la Iglesia
a Simón Pedro.
«Al
pueblo de la Alianza» dijo implorar a Dios por la reconciliación y la concordia
entre los pueblos.
«Como peregrinos de la
paz, Nos imploramos ante todo el bien de la reconciliación del hombre con Dios
y el de la concordia profunda y sincera entre todos los hombres y entre todos
los pueblos. Quiera Dios escuchar nuestra oración, ese Dios que tiene para
nosotros, como proclama el Profeta ‘pensamientos de paz y de no aflicción’ (Jer
29, 11)».
El abrazo
El cinco de enero se encontró con el
Patriarca de Constantinopla, Atenágoras I, que viajó a Jerusalén para reunirse
con él. En ese momento se dieron un abrazo que pasó a la historia y recitaron
juntos el padrenuestro en latín y en griego.
En su saludo al Patriarca, dijo: «El pueblo y todo
entero el Concilio Ecuménico tomarán nota con alegría profunda de este
acontecimiento histórico. Por lo que a Nos toca, elevamos a Dios una plegaria
de acción de gracias y le pedimos que nos ayude para seguir por este camino».
36 años después, un Pontífice -san Juan Pablo
II- visitó nuevamente Tierra Santa; Benedicto XVI viajó en
2009 y cinco años después el Papa Francisco regresó a Jerusalén
con motivo del 50
aniversario del encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca
Atenágoras, donde
invitó a dejar de lado «los recelos que hemos heredado del
pasado» y a abrir el corazón «a la acción del Espíritu Santo, el Espíritu del
Amor (cf. Rm 5,5), para caminar juntos hacia el día bendito en
que reencontremos nuestra plena comunión».
Majo
Frias
Fuente:
Aleteia