Entre las familias cristianas, lograr que los jóvenes acudan a la Misa dominical o se involucren en la vida de la Iglesia suele ser un problema. ¿Cómo podemos solucionarlo?
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| Marko Vombergar | Aleteia |
Las familias católicas enfrentan
muchos retos cuando se trata de educar cristianamente a sus hijos, pues las
distracciones que tiene son más numerosas que nunca; a eso se añade el cambio
de intereses de los adolescentes y jóvenes, que viven con el teléfono móvil
siempre en la mano. ¿Qué se puede hacer para que la situación mejore?
Para buscar una solución, Aleteia
platicó con Sor Andrea Ruvalcaba, Misionera Catequista de los Pobres, con 43
años como religiosa, y esto fue lo que compartió con nosotros.
El ejemplo
arrastra
Sor Andrea menciona que actualmente
nos enfrentamos a un resquebrajamiento de las estructuras sociales, y la
familia no está fuera de eso. Los jóvenes viven en un mundo digital como si
fuera real, por eso buscan la inmediatez.
Además, se enfrentan a una falta de
testimonios creíbles y una ausencia de apoyo moral y espiritual por parte de la
familia; a ello se suma una catequesis débil y la falta de una comunidad
cristiana significativa.
«Los jóvenes ya no quieren
discursos, ni de los papás ni de nadie. Entonces, es un reto para los padres y
la familia vivir una vida cristiana», asegura sor Andrea.
Dios
existe
La religiosa continúa diciendo que «los padres de familia tienen
que convencer, en primer lugar a los niños y a los jóvenes, de que existe Dios
y de que no es lo mismo vivir creyendo en Dios que sin Él».
Para ella, el segundo paso es presentarles al Jesús histórico del
que nadie les ha hablado. Además, la experiencia de la catequesis no puede
concentrarse en las formas; por ejemplo, si van a Misa solo para que les
marquen una tarjeta o si se aprenden el Credo para poder hacer la primera
comunión. No se trata solo de cumplir, sino de anunciarles que Dios los ama,
«porque por eso estamos perdiendo a los jóvenes», remarca.
Hacer preguntas inteligentes
Sor Andrea recuerda que el cardenal José Cobo
Cano les decía en un encuentro de catequistas: «Háganles muchas
preguntas a los jóvenes. Pregúnteles a los niños». Y les puso un ejemplo: en
una ocasión, una catequista le presentó a un niño que iba solo a Misa, sin
papá, sin mamá, sin abuelos. Él le preguntó entonces por qué no faltaba a la
Eucaristía y el niño respondió: «Porque aquí me dan muchos besos».
¿De qué se trata entonces? de acompañar a los jóvenes y a los
niños. De abrirnos a lo que quieren, de meternos en su mundo y escucharlos,
respetando sus respuestas y amándolos inteligentemente. Además, tenemos que
prepararnos más para pode transmitirles nuestra fe.
Podemos resumirlo en cuatro puntos:
1 | Escucharlos
2 | Respetarlos
3 | Hacerles preguntas inteligentes
4 | Darles testimonio creíble
Y por supuesto, imprimir en sus corazones a Jesús, lo que se
logrará teniendo una vivencia completa de un cristianismo real, junto a sus
padres y familia. Entonces sí irán gustosos al encuentro del Señor Jesucristo,
que los ama y los espera en Misa.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia
