Francisco recibió a los participantes en el congreso sobre la venerable María de Ágreda, promovido por la Pontifica Academia Mariana Internacional. “Una mujer excepcional definida enamorada de la Escritura, mística mariana y evangelizadora de América”
![]() |
Participantes en el congreso promovido por la Pontificia Academia Mariana Internacional (VATICAN MEDIA Divisione Foto) |
La pontificia Academia Mariana Internacional
organizó un Congreso Internacional en torno a María de Jesús de Ágreda, un
evento que se celebra en el marco de la cátedra de Santa Beatriz de Silva,
de la orden Inmaculada concepción.
Esta cátedra, instituida por la Pontificia
Academia Mariana Internacional, dijo Francisco, es una hermosa iniciativa, no
sólo por lo que representa en favor del estudio del misterio de la Inmaculada
Concepción, sino también por nacer bajo el impulso de una Orden contemplativa
femenina. Francisco, al respecto, saludó a las hermanas contemplativas venidas
con este motivo.
Y hablando de Madre Ágreda el Papa recordó que
fue una mujer excepcional definida por la Congregación como “enamorada de la
Escritura”, “mística mariana” y “evangelizadora de América”. A partir de allí
el Santo Padre, reflexionó sobre las tres lecciones que la mujer contemplativa
puede dar a la Iglesia: Silencio, mística y misión.
La primera lección el silencio
Con esta actitud de escucha, para acoger en el
corazón la voz del Amado, Palabra eterna del Padre, es una actitud de todos,
dijo el Papa pero especialmente femenina. La mujer sabe escuchar y tiene una
especial vocacional escucha.
La segunda lección es la mística
Al respecto, Francisco dijo que es un
trato con Dios que nace de esa actitud de escucha, de esa lectura encarnada de
la Sagrada Escritura.
"Una experiencia, podemos decir, extática,
sí, pero entendiendo que “éxtasis” quiere decir salir de sí, salir de nuestras
comodidades, del yo egoísta que busca siempre dominarnos. Se trata de hacer
espacio a Dios, para que, dóciles al Espíritu Santo, el aposentador del Rey,
podamos recibirlo en nuestra casa. Ese es el ejemplo de María, que lo acogió en
su Corazón inmaculado antes que en su seno virginal".
En este sentido, el Pontífice señaló que los
contemplativos nos enseñan, a través de un camino de ascesis, abandono y
fidelidad, el gozo de vivir sólo para Dios. Y a veces la contemplación, se hace
en silencio, delante del Señor, que contrasta con este mundo que siempre
está lleno de palabras, de noticias, es toda una industria de la comunicación
externa, en cambio, dijo el
Papa, la comunicación interna, en silencio es tan necesaria.
La tercera lección es la misión
Madre Ágreda y las religiosas concepcionistas,
que fueron las primeras claustrales en llegar a América, nos dan prueba de este
espíritu misionero de la vida contemplativa, afirmó, que más tarde pondrá de
relieve santa Teresa del Niño Jesús. No es casual que otra gran mística, santa
Rosa de Lima, sea la primera santa del continente.
De allí que fuera comprensible, enfatizó por
último, que la Madre Ágreda sintiera el llamado del Señor de rezar por aquellas
almas que aún no lo conocían, y que esta oración fuese fecunda en el alma de
aquellos que, al decir de los misioneros, se encontraron bien dispuestos a
recibir el bautismo.
"Normalmente no somos conscientes de la
fuerza de la oración de intercesión en nuestras vidas, como se dice que los
indios lo fueron de la intervención de Madre Ágreda. Pero, como María nos
enseña en las bodas de Caná, también nosotros podemos reconocer de donde viene
el vino nuevo a través de los que nos sostienen con su oración y nos edifican
con su ejemplo. Y no se olviden del gran gesto de María, que nos revela las
bodas de Caná, María nunca hace así, María señala al Hijo, ¡Hagan lo que Él les
diga! Ella nos lleva a Jesús, lo engendra en nosotros, y esa actitud tan linda
tenemos que imitarla nosotros, también señalando al Señor."
El Papa expresó su sorpresa como, "incluso
sin una formación específica, algunas hermanas alcanzaron un notable
conocimiento de la Escritura y, en la escuela de la oración, han bebido de ella
como de una fuente viva. Por eso, llamarlas “enamoradas” de la Escritura es una
expresión que va más allá que alabar el uso de la misma en sus escritos, es ver
a Cristo mismo que les habla y nos habla a través de su Palabra, pidiéndonos
que a ejemplo de María conservemos todo en nuestro corazón (cf. Lc 2,51)".
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Vatican News