Ser cristiano "no significa que todo vaya a ir como tú quieras o pidas, porque los planes de Dios son perfectos. Pero te marca el camino", afirma el jugador del Córdoba C.F., Christian Carracedo.
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Dominio público |
Criado
en una familia "humilde" y "creyente no practicante", recuerda que desde pequeño
vivía la fe "como una asignatura más". Fue bautizado y después hizo
la comunión, pero "por la celebración y como una tradición", sin
verle más sentido en su vida.
Empezó en el fútbol muy
pronto, con 3 años,
motivado al ver cada domingo a su padre como guardameta.
Conforme
crecía, aquella "infancia feliz" comenzó a desmoronarse en lo
personal. A una cada vez mayor exigencia deportiva hubo de sumar lidiar en los
comienzos de su adolescencia con la separación de sus padres y varios traumas que resultaron
culminar en un trastorno
obsesivo-compulsivo.
Un
día, afectado por el ataque epiléptico a una amiga o un infarto a su abuelo,
comenzaron a invadirle pensamientos obsesivos sobre posibles peligros o agobios que no podía
gestionar.
Recuerda
un partido en Badalona, cuando vio a su padre completamente amarillo. Era el principio de
una hepatitis que conllevó varios ingresos, cada uno de mayor gravedad.
Pero
Christian era víctima de un continuo miedo que lo paralizaba. No podía ni subir
a verle a la habitación del hospital y tener noticias sobre las recaídas
médicas de su padre le generaban nuevos ataques de ansiedad.
"El primer momento en que
noté algo de verdad"
Diciembre
de 2014 le "cambiaría la vida". Era día 31, por la tarde, cuando le
avisaron de que a su padre le quedaban pocos minutos de vida. Y aún sabiéndolo, la posibilidad de
subir a verle le resultaba inconcebible. Pero en un determinado momento, sintió
algo parecido a "un impulso. Noté como una fuerza dentro. Creo que fue el primer momento en que noté
algo diferente en mi vida… y subí".
Aunque
doloroso, recuerda como algo bonito poder despedirse de su padre. Pero la
pérdida amplificó por completo su inestabilidad. No solo por su afección obsesiva, sino por
las decisiones aparejadas al fallecimiento que debía tomar como su hijo mayor
de edad.
"Fue
el momento más duro de mi vida. Era un referente para mí y mi vida se tambaleó por completo,
viéndome con un hermano y a mi madre mientras empezaba profesionalmente mi
carrera", relata.
Carracedo
necesitaba seguir adelante, entrenando y decidiendo por qué club ficharía. El
Mallorca no tardó en llamarle. Pero ahí fue verdaderamente consciente de su
afección mental.
Recuerda
como entre otras reacciones, estaba convencido de que si viajaba le pasaría
algo malo. Llegó a tener que aparcar el coche hasta una decena de veces en
lugares diferentes por ver una ambulancia. Si al fichar por el Mallorca vio
como su trastorno obsesivo y supersticioso "se disparaba", al hacerlo por el Zaragoza se
encontró "en un pozo".
"Aferrado a la fe", por
superstición... pero con buenos resultados
Aquella
forma de pensar entró en conexión, sin saber cómo, con la fe.
"En
un momento dado me aferré a la fe por mera superstición. Pensaba que si le pedía a Dios y
rezaba, las cosas irían bien, y si no, irían mal", relata.
Como
ha relatado en otras ocasiones, ir a misa o rezar solo en la parroquia ante una
imagen le hacía sentir mejor. También la confesión, que aunque "al
principio salía igual que entraba", no tardó en ver sus pecados como algo
que le hacía "sentirse sucio por dentro".
"Sentirme limpio al salir de la
iglesia es algo que me ha ayudado mucho y me ha sorprendido
gratamente", afirmó.
Sin
embargo, una confesión lo cambió todo.
"Una paz que nunca había
sentido"
"Entré
muy agobiado, con muchos miedos y manías, mi calidad de vida era malísima… pero
cuando acabé, salí con una
paz y una tranquilidad que nunca había sentido. Poder salir de la confesión
con paz es un regalo ", recuerda aún sorprendido.
Aquella
confesión le motivó a dar sus primeros pasos voluntarios en la fe. Comenzó a
informarse, hizo amigos que le ayudaban a rezar y poco a poco profundizó en la
oración, en la vida de Jesús o la importancia de la Virgen. A su nueva
percepción y grupo de amigos se unió su novia, con la que también creció en la
práctica religiosa.
Pero
su crecimiento definitivo se dio con su entrada en el Córdoba CF, en 2019,
cuando conoció al padre Rafael. Le enseñó el significado de los mandamientos,
la importancia real del pecado… y le habló de las supersticiones que "atormentaban" su
cabeza.
"Al
leer que la superstición no tiene cabida en la vida del cristiano fue como si Dios me estuviese hablando,
porque el único al que tenemos que seguir es a Él. De repente pensé que no
podía caer en la superstición porque estaría fallándole, con todo lo que Él
había hecho por mí", relata.
Christian
veía como "empezaba a
dejar atrás los miedos e inseguridades" y su calidad de vida
mejoraba.
Evangelizando desde el fútbol
A
los 26 años se confirmó y empezó a acudir a multitude de parroquias y
movimientos. Aunque no se considera "parte de ningún grupo"
-prefiere definirse como un hijo de Dios- frecuenta la oración con Hakuna, por aquel
entonces recién llegado a la ciudad, conociendo "gente sencilla y
maravillosa" y haciendo muchas amistades.
"Muchos
miedos han desaparecido. Antes era una persona que tenía mucha incertidumbre
por el futuro, miedos, pero al final, cuando te centras en el ahora y lo dejas
en manos de Dios, puedes centrarte en ser tú mismo. En dar mi mejor versión en cada ámbito", confiesa
Carracedo, hoy "en los mejores momentos" de su vida.
¿Cómo
vive la fe un deportista profesional? Él contempla su papel deportivo como su
fuese "un instrumento para
acercar a la gente a Dios a través del fútbol".
Tampoco
le gusta mirarse a sí mismo como "un ejemplo". Admite
"equivocarse mucho", pero no esconde que la confesión es en todo
momento "un regalo", especialmente "que cada vez que nos
alejamos podamos salir con esa paz".
La rutina de un futbolista católico
Como
futbolista, la fe ocupa un
lugar central en su rutina. Amanece temprano, ofrece su día a Dios, da
gracias y pone todo lo que suceda "en sus manos". Tras desayunar
comienza un exigente entrenamiento que ofrece cada día por intenciones o casos
concretos. Después reza el Ángelus, por la tarde queda con amigos o descansa y
no puede acostarse sin un rato de oración pausada en su habitación.
"También
le doy un beso a mi padre cada noche, me ayuda a sentirlo cerca. Me ayuda ponerlo todo en manos de
Dios, porque muchas veces nos gusta controlarlo todo y sentir que manejamos
nuestra vida, pero pocas veces nos paramos a disfrutar el ahora y ser
agradecidos", agrega.
También
le gusta ir cada domingo a misa, "estar con Dios" en ratos de exposición al Santísimo u
oración con Hakuna y saber que intenta seguirlo, aún con sus
"fallos y debilidades". Como futbolista, sería fácil escudarse en sus
obligaciones para faltar a misa algún que otro domingo. El dice que, "si
se quiere, es fácil sacar tiempo", y ha llegado a ir con el chandal de su
equipo a Misa antes que perdérsela.
Carracedo
se muestra seguro de su fe, feliz de ser cristiano, aunque tampoco quiere
"engañar a nadie".
Cuando
tienes a Dios, dice, "no
es que todo sea `míster wonderful´, pero lo ves todo de otra forma. No
significa que todo vaya a ir como tú quieras o pidas, porque los planes de Dios
son perfectos. Pero te marca el camino".
Carracedo
no se considera "nadie para dar consejos". Pero como joven, como un
cristiano en deporte de alto nivel y con muchos jóvenes y niños que siguen cada
uno de sus movimientos, se permite dirigir unas palabras de ánimo.
"Intentad
hacer el bien y nos os vengáis abajo cuando vengan los momentos difíciles. Id orgullosos de ser hijos de Dios",
se despide.
José María Carrera
Fuente: ReL