Confiad siempre en el Señor, porque él es mi roca perpetua
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| Dominicas de Lerma |
Buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor.
Que pases un feliz día.
Hace dos días, noté que me faltaban las gafas
de cerca. Busqué por todos los lugares por donde había estado y nada... Volví a
buscar más detenidamente y tampoco. Di el alto a mis hermanas y ellas también
se pusieron a revolver por todo el convento.
Entonces, entrando en mí, al ver mi fracaso, se
lo encomendé a San Antonio porque, por una gracia de Dios, me encuentra todo lo
que se me extravía y, ¡además en seguida! Y le recé un Padre Nuestro... Pero
esta vez, con el silencio me respondió. Así que, recé otro Padre Nuestro y
busqué… Notaba que, podía empezar a impacientarme, por "el peso" que
sentía ante mi fracaso. Y le dije a San Antonio: “¡Oye, no te rezo más porque
no es por mucha oración que las voy a encontrar, sino por la confianza y
abandono esperanzado en el Señor!”.
Le hablé de mi pérdida a la Virgen María y me
dispuse a esperar y sin ver nada. Y, me vino a la mente el salmo: “confiad
siempre en el Señor, porque Él, es la Roca perpetua”.
Así, pasaron dos días en que, el cielo no me
respondía. Pero yo sé que la confianza ha de ser a prueba de silencio y no ver
nada, porque el éxito de lo que pedimos, está en Dios y no en nosotros, pero
nuestra espera ha de irse cargando de esperanza cada vez más fuerte, cuando el
éxito es nulo.
Y ayer, vino una hermana y me dijo: “¡Te voy a
dar una buena noticia!”. Yo, no asociaba esa alegría con nada y le dije:
“¿Qué?”. Y, ¡levantando las manos me enseñó las gafas!... ¡Qué alegría me
produjo, y le di las gracias muy efusivas!. Estaban, debajo de una mesa baja
con patas cortas, en los servicios. Alguien las arrastró al suelo, sin querer,
y después, con el pie las metió debajo.
¡Mi acción de gracias al Señor, no tenía
límites porque Él, quiere que vivamos siempre en la confianza y abandono en sus
manos y esto, aunque nos rodee la oscuridad y un silencio espeso. ¡Realmente,
nuestro Dios, es grande y poderoso y no defrauda nunca a los que todo lo
esperan de Él. Y, pensaba en las parábolas de “la oveja perdida” y de “la
moneda que se le perdió a una mujer”. Ellos, nos enseñan la perseverancia en la
oración, pues, “todo acaba bien”, porque “todo lo hizo bien”.
Pero en la vida, ¡cuántas veces se pone a
prueba nuestra fe, por ejemplo, ante un problema familiar o algo en que no
vemos salida o una frustración o un fracaso!... Es entonces, cuando el Señor
nos dice: ¡”Yo estoy contigo y quiero ayudarte encontrando solución a tu
pena!”.
Hoy, el reto del amor es orar confiando en
Jesús que, todo lo puede junto al Padre, porque nos ama. Y, alejemos toda duda
porque ésta, no es verdad.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
16 noviembre 2023
Fuente:
Dominicas de Lerma
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