Francisco presidió un momento de oración en
la basílica de San Pedro por el fin de los enfrentamientos entre Israel y las
milicias de Hamás
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El Papa en la basílica durante s oración por la Paz en Tierra Santa. Foto: Vatican Media Live |
«María,
míranos. Estamos aquí ante ti. Tú eres madre, conoces nuestros cansancios y
nuestras heridas», ha pedido el Papa Francisco al inicio de la oración por la
paz en Tierra Santa que ha presidido el 27 de octubre en el altar de la
confesión de la basílica de San Pedro. Tras el rezo del vía crucis por
parte de trabajadores del Vaticano, el Santo Padre se ha dirigido a la Virgen
por una de sus letanías, «reina de la paz» y le ha gradecido su compañía
mientras «sufres con nosotros y por nosotros, al ver a tantos de tus hijos
abatidos por los conflictos, angustiados por las guerras que desgarran el
mundo».
Francisco,
que convocó el 18 de octubre una jornada de ayuno y oración por la
paz en Tierra Santa para este viernes, día 27, ha proseguido su rezo a
la Virgen diciendo: «En esta hora de oscuridad, nos sumergimos en tus ojos
luminosos y nos confiamos a tu corazón, que es sensible a nuestros problemas y
que tampoco estuvo exento de inquietudes y temores». Durante su plegaria, no ha
hecho ninguna referencia directa a Hamás ni Israel y se ha limitado a pedirle
la paz a la Virgen numerosas veces.
El Santo Padre
ha repasado la vida de la Sagrada Familia en Tierra Santa (lugar que tampoco ha
nombrado explícitamente) desde el nacimiento de Jesús en Belén. «Cuánta
preocupación cuando no había lugar para Jesús en la posada, cuánto miedo cuando
tuvieron que huir rápidamente a Egipto porque Herodes quería matarlo, cuánta
angustia cuando se perdió en el templo», ha recordado. Y ha agradecido a la
Virgen su ejemplo cuando «en las pruebas fuiste valiente y audaz, confiaste en
Dios y respondiste a la preocupación con la solicitud, al miedo con el amor, a
la angustia con la donación».
El pontífice ha
elogiado a la Virgen porque «en los momentos decisivos no retrocediste, sino
que tomaste la iniciativa». Y ha puesto como ejemplo la visitación a Isabel, su
llamada a obedecer a Jesús en las bodas de Caná o cuando «en el Cenáculo
mantuviste unidos a los discípulos». Pero la prueba de mayor dificultad, según
Francisco, sucedió «cuando en el Calvario una espada traspasó tu alma, y tú,
mujer humilde y fuerte, entretejiste de esperanza pascual la noche del dolor».
«Ha preferido
Caín a Abel»
A raíz de los
enfrentamientos entre las milicias de Hamás y el Estado de Israel que ya se han
cobrado más de 7.000 vidas, Francisco ha pedido a la Virgen que tome «una vez
más la iniciativa en favor nuestro, en estos tiempos azotados por los
conflictos y devastados por las armas». «Vuelve tus ojos misericordiosos a la
familia humana que ha extraviado el camino de la paz, que ha preferido Caín a
Abel y que, perdiendo el sentido de la fraternidad, no recupera el calor del
hogar», ha añadido.
El Papa ha
solicitado ayuda a la Virgen para aprender «a acoger y a cuidar toda vida
humana y a repudiar la locura de la guerra, que siembra muerte y elimina el
futuro». «María, muchas veces has venido a nuestro encuentro, pidiéndonos
oración y penitencia. Nosotros, sin embargo, ocupados en nuestros asuntos y
distraídos por tantos intereses mundanos, hemos permanecido sordos a tus
llamadas», le ha reconocido. «Pero tú, que nos amas, no te cansas de nosotros.
Tómanos de la mano, guíanos a la conversión, haz que volvamos a poner a Dios en
el centro», le ha pedido.
Francisco no
solo ha rezado por el fin de la guerra sino que también ha pedido inspiración
para que los cristianos sean capaces de desescalar las tensiones: «Ayúdanos a
mantener la unidad en la Iglesia y a ser artífices de comunión en el mundo.
Recuérdanos la importancia de nuestro papel, haz que nos sintamos responsables
por la paz, llamados a rezar y a adorar, a interceder y a reparar por todo el
género humano».
«Solos no
podemos lograrlo»
En su oración a
María por la paz en Tierra Santa, Francisco ha reconocido que «solos no podemos
lograrlo, sin tu Hijo no podemos hacer nada». Ha «buscado refugio en tu Corazón
Inmaculado», ha «implorado misericordia» a la «madre de misericordia» y «suplicado
paz» a la «reina de la paz». «Mueve los corazones de quienes están atrapados
por el odio, convierte a quienes alimentan y fomentan conflictos», ha pedido el
Papa, quien también ha rogado a la Virgen: «Enjuga las lágrimas de los niños
(en este momento, ¡tantos están llorando!), asiste a los que están solos y son
ancianos, sostén a los heridos y a los enfermos, protege a quienes tuvieron que
dejar su tierra y a sus seres queridos, consuela a los desanimados, reaviva la
esperanza».
Francisco ha
consagrado la vida de los cristianos a María; «cada fibra de nuestro ser, lo
que tenemos y lo que somos, para siempre». Y le ha confiado la Iglesia «para
que, testimoniando al mundo el amor de Jesús, sea signo de concordia e
instrumento de paz». También «nuestro mundo, especialmente los países y las
regiones en guerra»
Después, ha
pedido a la Virgen que abra «resquicios de luz en la noche de los conflictos».
«Tú, morada del Espíritu Santo, inspira caminos de paz a los responsables de
las naciones. Tú, Señora de todos los pueblos, reconcilia a tus hijos,
seducidos por el mal, cegados por el poder y el odio», le ha pedido. Y ha
concluido su oración rogando a a la «reina de la paz», que «derrame en los
corazones la armonía de Dios». Por último, los asistentes a la basílica de San
Pedro, entre quienes estaban la mayoría de los miembros del Sínodo, han
participado en la adoración eucarística.
Rodrigo
Moreno Quicios
Fuente: Alfa y
Omega