Un pastor manso y humilde al lado de jóvenes y familias
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Don Pino Puglisi, asesinado por la mafia el 15 de septiembre de 1993 |
En el trigésimo
aniversario de la muerte del sacerdote asesinado por la mafia, el Papa subraya
su compromiso junto a los pobres y con los jóvenes para arrancarlos de la
delincuencia, en una carta dirigida al arzobispo de Palermo. Y pide a los
pastores de Sicilia que no se detengan ante las numerosas llagas humanas y
sociales de hoy
Treinta años
después de la muerte de Don Pino Puglisi, asesinado por el crimen organizado la
noche del 15 de septiembre en el barrio de Brancaccio de Palermo y beatificado
el 25 de mayo de 2013, el Papa Francisco ha querido unirse espiritualmente a la
archidiócesis de la capital siciliana en una carta dirigida al arzobispo
Corrado Lorefice, en la que invita a los presbíteros a seguir el ejemplo del
sacerdote mártir de la fe, a ocuparse de los pobres, de los más débiles y de
los últimos, a estar unidos contra la omisión y a prestar especial atención a
los jóvenes. El Papa recordó que el padre Puglisi terminó "trágicamente su
existencia terrena en aquel mismo lugar donde había decidido ser 'pacificador',
sembrando la semilla de la Palabra que salva, que anuncia el amor y el perdón en
un territorio que para muchos era 'árido y pedregoso'", pero donde Dios
"hizo crecer juntos el 'trigo bueno y la cizaña'".
El barrio de
Brancaccio, la Iglesia de campo de don Pino
Era el día de
su cumpleaños cuando don Pino fue asesinado en la calle, y las mismas calles
del barrio de Brancaccio, "eran la Iglesia de campaña que él sirvió con
sacrificio y recorrió durante su ministerio pastoral para ir al encuentro de la
gente, subraya Francisco, en una tierra que él conocía y que nunca se cansó de
cuidar y regar con el agua regeneradora del Evangelio". Porque deseaba que
"todos pudieran saciar su sed y gozar del refrigerio del alma para
afrontar la dureza de una vida no siempre clemente". "Me lo
esperaba": dijo el sacerdote a su asesino con una sonrisa, una sonrisa
mencionada por el Papa durante la misa celebrada con motivo de su visita a
Palermo hace cinco años que todavía "llega como 'una luz suave que se
adentra e ilumina el corazón'".
Un pastor manso
y humilde al lado de jóvenes y familias
Francisco
subrayó que "siguiendo el ejemplo de Jesús, el padre Pino fue hasta lo más
profundo en el amor", él que tenía "los mismos rasgos del manso y
humilde 'buen pastor'", que conocía a cada uno de los chicos que intentaba
arrebatar de las calles y de los bajos fondos. Ellos son "el testimonio de
un hombre de Dios que prefirió a los pequeños e indefensos, los educó a la
libertad, a amar la vida y a respetarla". Comprometido incansablemente en
la "defensa de la familia, de tantos niños destinados demasiado pronto a
convertirse en adultos y condenados al sufrimiento", comunicándoles
"los valores de una existencia más digna", el sacerdote de Palermo,
continúa el Papa, "no se detuvo, se entregó por amor, abrazando la Cruz
hasta derramar su sangre".
"Si cada
uno de nosotros hace algo, podemos hacer mucho"
Y a los
pastores de Sicilia, Francisco les pide que no se detengan ante las muchas
heridas humanas y sociales" de hoy, para ser curados "con el óleo de
la consolación y el bálsamo de la compasión". "Es urgente la opción
preferencial hacia los pobres; son rostros que nos interpelan y nos orientan a
la profecía", afirma el Papa, que insta a un "discernimiento sinodal
para lanzar una pastoral renovada que corresponda concretamente a las
necesidades de hoy". "Por ello, los exhorto a poner de relieve la
belleza y la diferencia del Evangelio -continúa Francisco-, realizando gestos y
encontrando los lenguajes justos para mostrar la ternura de Dios, su justicia y
su misericordia. Todos signos necesarios para construir una "nueva humanidad".
Y recordando la "sabiduría práctica y profunda" de Don Pino, a quien
"le gustaba decir: 'Si cada uno de nosotros hace algo, entonces podemos
hacer mucho'", el Papa invita a todos "a saber superar los muchos
miedos y resistencias personales y a trabajar juntos para construir una
sociedad justa y fraterna".
Contrarrestar
el silencio con la comunión
El padre
Puglisi también "luchó para que nadie se sintiera solo ante el desafío de
la degradación y de los poderes ocultos de la criminalidad", Francisco
subraya a continuación, haciendo notar "cómo el aislamiento, el
individualismo cerrado y silencioso son armas poderosas de quienes quieren
doblegar a los demás a sus propios intereses". Frente a todo esto,
"la respuesta es la comunión, caminar juntos, sentirse cuerpo, miembros
unidos a la Cabeza", escribe el Papa, que anima a los sacerdotes a vivir
"en armonía en Cristo, ante todo dentro del presbiterio, junto al
obispo" y entre ellos mismos.
La sonrisa
espontánea de Don Pino, un estímulo para ser audaces
A todos los
sacerdotes, que cada día tienen que afrontar "las responsabilidades del
ministerio sacerdotal en contacto con las realidades" del territorio,
Francisco les pide por último que sean "siempre y en todo lugar verdadera
imagen del Buen Pastor acogedor", que tengan "el coraje de osar sin
miedo" e infundan esperanza sobre todo a los más débiles, a los enfermos,
a los que sufren, a los emigrantes y a los que "han caído y quieren ser
ayudados a levantarse de nuevo". "Que los jóvenes sean, pues, el
centro de su preocupación: ellos son la esperanza del futuro", concluye el
Papa, que vuelve a recordar "la sonrisa espontánea del padre Pino
Puglisi": "Que les anime a ser discípulos dichosos y audaces,
disponibles sobre todo a esa constante conversión interior que les hace más
dispuestos a servir a los hermanos, fieles a sus promesas sacerdotales y
dóciles en la obediencia a la Iglesia".
Tiziana Campisi
Vatican News