A la hora del Ángelus, Francisco reflexionó sobre el encuentro de Jesús con una mujer cananea que le suplica insistentemente que cure a su hija
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El Papa Francisco a la hora del Ángelus dominical (Vatican Media) |
La reticencia
inicial de Cristo a escucharla porque no era "de la casa de Israel"
se transforma en compasión y nos invita a cambiar de actitud ante casos
concretos, a ser condescendientes.
Dios es así: es amor, y quien ama no permanece rígido en sus
propias posiciones, sino que se deja mover y conmover; sabe cambiar sus
esquemas. El amor es creativo, y nosotros cristianos, si queremos imitar a
Cristo, estamos invitados a la disponibilidad del cambio.
Lo subrayó el Papa en su alocución previa a la oración del
Ángelus, reflexionando sobre el pasaje evangélico que narra el encuentro de
Jesús con una mujer cananea, que le pide que libere a su hija, atormentada por
un demonio. Francisco invitó a “ser dóciles, escuchar verdaderamente,
enternecernos en nombre de la compasión y del bien ajeno” en nuestra vida,
siguiendo el ejemplo de Jesús.
El Evangelio de Mateo relata que la mujer no es del territorio
de Israel. El Señor no la escucha, pero ante su insistencia los discípulos le
piden que la atienda para que pare, pero Jesús explica que “su misión está
destinada a los hijos de Israel”. Pero ella no desiste y se postra ante Él,
suplicándole. Entonces Jesús le dice: “Mujer, qué grande es tu fe: que se
cumpla lo que deseas”.
El Pontífice hace notar que Jesús cambia de actitud y lo que le
hace cambiar es la fuerza de la fe de aquella mujer y se detiene en estos dos
aspectos: el
cambio de Jesús y la
fe de la mujer.
“Él estaba
dirigiendo su predicación al pueblo elegido; después, el Espíritu Santo
empujaría la Iglesia hasta los confines del mundo”, afirma el Santo Padre.
La universalidad de
la obra de Dios
En el episodio de la mujer cananea “ya se manifiesta la
universalidad de la obra de Dios”. “Es interesante – nota Francisco - esta
disponibilidad de Jesús: frente a la oración de la mujer ‘adelanta los planes’,
ante su caso concreto se convierte aún en más condescendiente y compasivo”.
Jesús ve la fe
concreta
El Obispo de Roma invita también a mirar a la fe
de la mujer, que el Señor alaba, diciendo que es "grande".
A los discípulos les parece grande solo la insistencia de la
cananea, en cambio, Jesús ve la fe, que “no es rica de conceptos sino de
hechos” ya que la cananea se acerca, se postra, insiste, mantiene un diálogo
estrecho con Jesús, supera todos los obstáculos con tal de hablar con Él.
He aquí la
concreción de la fe, que no es una etiqueta religiosa, sino una relación
personal con el Señor. La fe de la mujer no está hecha de protocolo teológico,
sino de insistencia; no de palabras, sino de oración. Y Dios no resiste cuando
se le reza.
El Francisco invita entonces a hacernos algunas preguntas. Si a
partir del cambio
de Jesús somos capaces de cambiar de opinión, de ser comprensivos y
compasivos o permanecemos rígidos en nuestras propias posiciones. Y a partir de
la fe
de la mujer invita a interrogarse sobre cómo es la propia fe, si “se
detiene en conceptos y palabras o es realmente vivida con la oración y las
acciones”, si dialogamos con el Señor, somos insistentes con Él, o nos
conformamos con recitar cualquier fórmula hermosa.
De ahí la oración a la Virgen María para que “nos haga
disponibles al bien y concretos en la fe”.
Vatican News