Francisco lanzó un mensaje desde la cuenta @Pontifex para reiterar que "el amor vence la injusticia" y "deja lugar al otro"
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Francisco visitó el lugar del martirio del Padre Kolbe en Auschwitz en 2016. |
Dos valores
vividos con el mayor sacrificio por San Maximiliano Kolbe, quien murió mártir
en Auschwitz y cuya memoria litúrgica se celebra este lunes 14 de agosto.
"Caballero
de la Inmaculada" cuando aún era un novicio de poco más de veinte años,
soñaba con renovar el mundo a través de la Madre de Jesús, creando comunidades
y publicando una revista, a pesar de las limitaciones de la tuberculosis que le
obligaban a hacer periódicas, y largas, paradas en el sanatorio. Y luego
"príncipe", cuando con su uniforme de Auschwitz llevaba los cadáveres
al crematorio con tal sentido de la piedad y dignidad que alguien en el campo
de concentración dijo de él: "Era un príncipe entre nosotros".
"Sólo el
amor deja lugar al otro"
La Iglesia
recuerda el 14 de agosto al caballero, príncipe y mártir Maximiliano Kolbe, y
ese mismo día las palabras del Papa publicadas en la cuenta de
Twitter @Pontifex suenan a síntesis del mensaje que el santo polaco dejó con el
testimonio de su vida: "Sólo el amor apaga el odio, sólo el amor vence la
injusticia. Sólo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la
plena comunión entre nosotros".
La historia del
fundador de la Milicia de la Inmaculada Concepción, beato prematuramente (la
causa se abrió en 1960, mucho antes de los 50 años desde su muerte -ocurrida el
14 de agosto de 1941- previstos entonces por el Derecho Canónico) y luego santo
gracias a Juan Pablo II en 1982, es más que conocida. Una historia ejemplar de
heroísmo cristiano que siempre vale la pena recordar. Detenido por los nazis en
febrero del 41 con otros hermanos, el padre Maximiliano entró en Auschwitz el
28 de mayo siguiente.
"Sólo el
amor crea"
El infierno del
campo cuenta pequeños rincones de paraíso gracias a la habilidad del religioso,
número de serie 16670, para saber soportar la crueldad y consolar a sus
compañeros de prisión. Cuando uno de ellos logró escapar, se desencadenó la
represalia nazi, que encerró a 10 internos para que murieran en el búnker del
hambre, y el padre Kolbe, que decía ser sacerdote católico, se ofreció a ocupar
el lugar de un padre de familia polaco, Franciszek Gajowniczek, un hombre que
hasta sus últimos días, en 1995, no dejó de relatar la enormidad del gesto que
le salvó la vida. El padre Maximiliano duró 14 días en el búnker, luego fue
rematado con una inyección de fenol y llevado al crematorio la víspera de la
fiesta de la Asunción. El testamento del caballero y príncipe son sus últimas
palabras, en las que se hace eco del tuit del Papa: "El odio es inútil,
sólo el amor crea".
Alessandro De Carolis - Ciudad del Vaticano
Vatican News