El instrumentum laboris cierra
la primera fase del camino sinodal en el que está inmersa la Iglesia
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El arzobispo agustino español en una de las dependencias de la secretaría. Foto synod.va. |
¿Qué
podemos esperar del instrumentum laboris?
No pretende dar soluciones, sino facilitar la reflexión. No es un documento del
Magisterio ni un informe sociológico, sino una ayuda práctica.
¿Cuáles
son las claves de lectura?
La referencia espiritual, el carácter experiencial y el dinamismo. Plantea dos
preguntas básicas: ¿qué se ha aprendido de esta experiencia? ¿Cuáles son las
prioridades para seguir avanzando?
¿Qué
balance hace a pocos meses de la primera sesión del Sínodo?
Claramente positivo. A pesar de las dudas y las resistencias, el proceso
sinodal ha puesto a la Iglesia en movimiento y ha generado vitalidad. Estamos
ante una oportunidad de renovación profunda. Esta experiencia nos ha hecho
avanzar hacia una Iglesia inclusiva, participada y acogedora, no porque sea una
moda, sino porque es la Iglesia de Cristo, que no rechaza a nadie.
¿Cómo
hacer frente al riesgo de que los participantes acaben militando en un sector?
El proceso sinodal nos hace ver que la comunión es imprescindible. Los obispos
africanos han insistido en que la Iglesia debe recuperar la dimensión de
familia: unidad y, al mismo tiempo, pluralidad. Donde hay amor, sobran las
actitudes agresivas y la polarización ideológica.
¿Ha
tenido este proceso la misma acogida en todo el mundo?
Siempre hay diferentes velocidades. No todos responden al 100 % desde el primer
momento. Se trata de un proceso y no pretendemos que haya unanimidad. Unos
participan desde el principio, otros se han integrado después; algunos lo
asumen con decisión y alegría, otros manifiestan inseguridades. No hay que
asustarse.
Aparece
de forma frecuente la cuestión de la autoridad. ¿Necesita la Iglesia una
reflexión sobre el poder?
La autoridad no es poder, sino servicio. Esto debe resultar evidente. El
clericalismo es un mal y puede afectar no solo a los sacerdotes, sino también a
los laicos.
También
se evidencia la necesidad de una renovación del lenguaje.
A veces, el lenguaje representa un obstáculo que mantiene a las personas
alejadas porque no nos entienden. Debemos estar presentes en todos los ámbitos
donde hoy se desarrolla la vida y utilizar los instrumentos adecuados para una
evangelización efectiva. Este es el planteamiento del Sínodo digital.
Claves
• Una característica de una Iglesia sinodal es la
capacidad de gestionar las tensiones sin dejarse destruir por ellas. Todos los
que ejercen un ministerio necesitan formación para renovar los modos de ejercer
la autoridad y los procesos de toma de decisiones.
• Las mujeres que participaron en la primera fase
expresaron claramente un deseo: que la sociedad y la Iglesia sean un lugar de
crecimiento, participación activa y sana pertenencia para todas.
• Resulta evidente la llamada a
superar una visión que reserva solo a los ministros ordenados —obispos,
presbíteros, diáconos— toda función activa en la Iglesia, reduciendo la
participación de los bautizados a una colaboración subordinada.
Se
subraya la necesidad de renovar la forma en que vivimos las relaciones entre
hombres y mujeres en la Iglesia. ¿Hay ciertos tabúes en esto?
Tabúes creo que no. Pero hay mucho camino que recorrer. Debemos recordar la
igualdad básica que da el Bautismo. Todo cristiano, hombre o mujer, participa
en Cristo y, por tanto, en la vida de la Iglesia.
Queda
recogido que los abusos sexuales, de poder, de conciencia, los económicos y los
institucionales, son una lacra que ha incidido en la credibilidad de la
Iglesia.
Los abusos son un pecado y también un hecho criminal. El que haya pastores que
se convierten en lobos daña la credibilidad de la Iglesia.
Las mujeres votarán por primera vez.
Van a votar todos los participantes en la Asamblea del Sínodo, que es de los
obispos y no se puede desnaturalizar. Para ayudar a discernir, el 25 % de los
participantes serán no obispos, de los cuales la mitad, al menos, son mujeres.
Cabe recordar que el Sínodo de los Obispos es siempre consultivo; no es un
Parlamento. Es el Papa quien decide.
¿Qué
es lo que espera personalmente?
Mayor coherencia en la vida de fe y un renovado impulso evangelizador;
potenciar la comunión desde la unidad y la pluralidad; abandonar las trincheras
y las seguridades mundanas para ser más libres y valientes.
Se
han generado muchas expectativas ¿Se corre el riesgo de que queden
desatendidas?
Ciertas decisiones se pueden adoptar ahora y otras necesitarán más reflexión.
Algunas pueden ser válidas para una zona del mundo y no para otra. Lo que no
cambia es el depósito de la fe.
El
texto se pregunta por medidas para que la Iglesia acoja mejor a las personas
LGBT o el acceso de las mujeres al diaconado. ¿Teme que estos aspectos se
lleven todos los titulares?
Hay temas con más cobertura mediática que otros, pero el Sínodo no lo hacen los
medios ni funcionamos a base de titulares. Lo que buscamos es discernir la
voluntad de Dios en lo concreto de la historia. Todos y cada uno de los
cristianos somos su respuesta ante los dramas de nuestro tiempo. Por eso
insistimos en la oración. Por primera vez, los trabajos del Sínodo de los
Obispos comenzarán con tres días de retiro espiritual.
Victoria
Isabel Cardiel C.
Fuente: Alfa y Omega