Los sacerdotes de un Sudán desgarrado por la guerra siguen asistiendo a sus rebaños, a pesar de la escalada del conflicto en la capital Jartum y en toda la región de Darfur.
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Fieles rezando en una iglesia de Jartum. Dominio público |
Las iglesias han
abierto sus puertas para ofrecer cobijo y refugio a la gente. Uno de los
mayores problemas, según han comunicado los socios de proyectos de ACN, es
la escasez de agua. Y el agua es esencial, ya que las temperaturas en
Jartum superan los 38ºC.
Según ha sabido
ACN, la gente se dirige al Nilo Azul, que atraviesa la capital, para
conseguir agua, pero, por un lado, es peligroso atravesar la
ciudad y, por otro, el agua del río está sucia y necesita ser purificada.
Los socios de
proyectos de ACN afirman que los mercados están vacíos y que escasean los
alimentos, además del combustible. En las gasolineras hay largas colas y a
menudo se producen enfrentamientos por el combustible disponible.
A pesar del creciente
número de víctimas civiles, hasta ahora no ha muerto ningún trabajador de la
Iglesia. No obstante, las iglesias han sufrido daños, al igual que otros
edificios públicos, incluidos hospitales.
Según ha podido saber
ACN, la iglesia de Bahri, en el norte de Jartum, ha sido alcanzada por una
bomba, pero los que estaban allí consiguieron apagar el fuego después de que se
apoderara del tejado. Además, los combatientes también han entrado por la
fuerza en la catedral de Jartum y una capilla perteneciente a una congregación
religiosa ha sido bombardeada. Un socio de proyectos concluye así sus
declaraciones a ACN: «¿Terminará pronto este conflicto? Rezamos por ello…
Pero lo cierto es que ninguna de las partes está preparada para ello. A
escala internacional hay presiones para que se entable un diálogo, pero aquí se
sigue disparando».
Fuente: ACN/InfoCatólica
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Iglesia Necesitada