En el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, Cantabria (España), se encuentra uno de los fragmentos de la cruz de Cristo más grandes y verosímiles de toda la cristiandad: de un árbol con más de dos mil años y abundante en Palestina.
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Uno de los fragmentos de la cruz de Cristo de Liébana. Dominio público |
En
el Monasterio
de Santo Toribio de Liébana, Cantabria (España), se encuentra uno de los fragmentos de la cruz
de Cristo más grandes y verosímiles de toda la cristiandad. Un lugar por el
que han pasado millones de peregrinos cristianos a lo largo de los siglos y que
este 2023 celebra su Año Santo Jubilar.
El agujero de los clavos
"No
pasaría nada si no crees, es una cuestión de fe. La Iglesia jamás ha afirmado
que ninguna reliquia es exactamente lo que se cree que es. No hay ningún
artículo de fe que obligue a creer que una reliquia es auténtica. Lo especial de las reliquias es lo
que significan y cómo sirven de inspiración al pueblo creyente. Le
ayudan a vivir su fe con mayor intensidad", comenta Francisco Gutiérrez,
miembro del Centro de Estudios Montañeses.
El
Lignum Crucis llegó al Monasterio de Liébana al mismo tiempo que los restos de
Santo Toribio, alrededor del siglo VIII, a fin de protegerla del avance árabe
en la península. Fue traída de Astorga, a donde llegó a su vez en el siglo VI
desde Roma, de manos de
Santo Toribio, primer obispo de Astorga.
Esta
reliquia corresponde al
brazo izquierdo de la Santa Cruz, que la reina Elena (madre del emperador
Constantino, en el siglo IV) dejó en Jerusalén cuando descubrió las cruces de
Cristo y los ladrones. Está aserrado y puesto en modo de cruz, quedando entero
el agujero sagrado donde clavaron la mano de Cristo.
La
reliquia del leño de la cruz se encuentra incrustada en un relicario en forma
de cruz en plata dorada, de estilo gótico, realizado en un taller de Valladolid
en 1679. Las medidas del
Leño Santo son de 63 cm el palo vertical y 39 cm el travesaño, con un
grosor de 3’8 cm siendo la reliquia más grande conservada de la Cruz de Cristo.
Pruebas
científicas realizadas en 1958, verificaron que la madera del Santo Leño es un
Cupressus Sempervirens L, una
variedad de ciprés autóctona de Palestina y con una antigüedad superior a los
2.000 años.
"El
primero que habla de que Santa Elena recuperó la cruz de Cristo fue Gelasio de
Cesarea. Elena estuvo sobre el 320 por Jerusalén, mandó derribar un templo dedicado a la diosa Venus,
construido en la cima del Calvario, y allí aparecieron los restos de tres
cruces, la de Cristo y la de los ladrones", explica Gutiérrez en un vídeo
de YouTube.
"Realmente
lo que dicen los testimonios históricos, como los de San Juan Crisóstomo y
San Anselmo, es que la
cruz apareció con el título de 'Jesús de Nazaret, el rey de los judíos'. La
peregrina Egeria también aseguró que se solía sacar un fragmento de la
cruz de Cristo en procesión por Jerusalén durante las fiestas, y que llevaba el
título", añade el experto.
El custodio de reliquias
Respecto
al santo que trajo la reliquia de la cruz hasta España, Gutiérrez da algunos
datos interesantes. "Toribio de Astorga es un santo del siglo V, era un
joven de familia rica. Cuando
sus padres fallecieron, repartió su fortuna entre los pobres y marchó a Tierra
Santa, era un hombre muy culto y virtuoso", apunta.
"Toribio
cautivó al patriarca Juvenal y este le hizo custodio de las reliquias de la pasión que había en
Jerusalén. Estuvo cinco años, hasta que un ángel le reveló que debía
irse de la ciudad, la cual sería invadida por los bárbaros, saqueada y muchos
cristianos morirían. Tomó algunas reliquias para salvarlas y regresó a España.
Se cree que era todo el brazo izquierdo de la cruz. La mayoría del Lignum
Crucis que hay en el mundo son esquirlas sacadas de este", afirma
Gutiérrez.
La
leyenda dice que Toribio pasó por Roma, donde San León Magno le ordenó
presbítero. Volvió a su Galicia natal donde prosiguió su vida virtuosa, con
fidelidad al Evangelio. Con ayuda de amigos y colaboradores, levantó un templo que dedicó al
Salvador y donde depositó para la veneración pública el trozo de la Santa Cruz que
había traído de Jerusalén.
La
importancia que los fieles le daban a la reliquia siempre fue muy grande.
"Hay testimonios del siglo XVI de gente que pide procesionar el Leño de la
Cruz ante las epidemias de peste, y, también, se constata que hay muchos
peregrinos de lejos que pasaban por Liébana. Los monjes de la época llegan a pedir permiso al inquisidor para
poder seguir repartiendo crucecitas que se frotaban por la cruz
original", explica Francisco.
"Hay
un documento del siglo XVII, en el que la reina toma cartas en el asunto porque un prior de Liébana cancela la
procesión con la cruz y se producen una serie de desastres naturales.
La reina ordena que se reanude la procesión", añade.
El
monasterio que alberga la cruz de Cristo sufrió mucho durante la
desamortización, cuando quedó abandonado. Durante la Guerra Civil, en el tabernáculo se pusieron un
par de palos y se escondió la reliquia verdadera, gracias a eso se
pudo salvar.
El año
jubilar comienza cuando la festividad de Santo Toribio, el 16 de abril, cae en
domingo. La reliquia se cree que llega a Liébana probablemente en el siglo
VIII. Pero es en el siglo XVI cuando los papas Julio II y León X instauran el jubileo con una indulgencia
plenaria. La Puerta del perdón fue construida cuando se instaura el
jubileo por los papas y, en 1967, Pablo VI amplía el plazo para ganar el
jubileo de una semana a todo un año.
J. M. C.
Fuente: ReL