Lo que origina la pasión por el Evangelio no es la personalidad o los estudios de una persona —que ciertamente pueden ayudar—, sino el encuentro con Cristo
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El Papa Francisco lo reiteró en su
catequesis sobre la pasión por evangelizar, reflexionando a partir de la figura
del Apóstol Pablo.
Ha sido
la figura del Apóstol Pablo sobre la que el Papa Francisco ha reflexionado en
esta catequesis dedicada al celo apostólico, y sobre la que reflexionará
también el próximo miércoles, tal como él mismo anunció. Saulo – que era el
primer nombre de Pablo - es una de las figuras que ha dado “testimonio ejemplar
de qué quiere decir la pasión por el Evangelio”:
Siempre
fue un apasionado de la Ley de Dios, la defendía con radicalidad. Ese celo
ardiente que lo caracterizaba no desapareció después de su conversión, sino que
se transformó: por la acción del Espíritu Santo, Pablo pasó de querer destruir
la Iglesia a abrazar la causa del Evangelio, anunciando a Cristo en todos los
lugares donde iba y formando nuevas comunidades cristianas.
Lo que
"cambia", es el encuentro con Jesús
“¿Qué
ha sucedido que pasó de la destrucción a la construcción?” invitó a preguntarse
Francisco, para explicar seguidamente que, en el caso de Pablo, lo que le
cambió “no fue una simple idea o una convicción”, sino el “encuentro con el
Señor Resucitado”.
La
humanidad de Pablo, su pasión por Dios y su gloria no es aniquilada, sino
transformada, “convertida” por el Espíritu Santo. El único que puede cambiar
nuestros corazones es el Espíritu Santo.
“El
celo de Pablo permanece, pero se convierte en el celo de Cristo”, siguió
explicando el Papa. “Cambia el sentido, pero el celo es el mismo”. Como dice el
mismo Pablo: “El que vive en Cristo es una nueva criatura, lo antiguo ha
desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente” (2 Cor 5,17).
Si uno
está en Cristo es una nueva criatura […] Hacerse cristiano no es un maquillaje
que te cambia la cara, ¡no! Si eres cristiano, tu “corazón” ha cambiado, pero
si eres un cristiano de apariencia, eso no está bien... los cristianos de
maquillaje, no, no van. El verdadero cambio es de corazón. Y esto le pasó a
Pablo.
Católicos
elegantes y católicos santos
Es así
que el Santo Padre señaló que la experiencia de Pablo nos enseña que lo que
origina la pasión por el Evangelio no es la personalidad o los estudios de una
persona —que ciertamente pueden ayudar—, sino el encuentro con Cristo.
Como le
sucedió a san Pablo, vemos que el auténtico celo apostólico surge de una
experiencia de “caída y resurrección”, que nos lleva a reconocer la Vida
verdadera.
El Papa
realizó una ulterior reflexión sobre el cambio que tuvo lugar en Pablo, que de
perseguidor se convirtió en apóstol de Cristo: “en él – dijo – se verifica una
especie de paradoja”. Hasta que él se considera justo ante Dios, se siente
autorizado a perseguir, a arrestar, inclusive a matar. Pero una vez iluminado
por el Señor Resucitado, descubre haber sido – como él mismo dice – “un
blasfemo y un violento”. Es entonces cuando empieza a ser “realmente capaz de
amar”.
Y este
es el camino. Si uno de nosotros dice: “Ah gracias Señor, porque soy una buena
persona, hago cosas buenas, no cometo grandes pecados...”, este no es un buen
camino, es un camino de autosuficiencia, es un camino que no te justifica […] Es
un católico elegante, pero un católico elegante no es un católico santo, es
elegante. El verdadero católico, el verdadero cristiano es el que recibe a
Jesús dentro, que te cambia el corazón.
“¿He
dejado entrar a Jesús en mi corazón?”
Antes
de concluir pidiendo que el Señor nos ayude a encontrar a Jesús, y que este
Jesús “de dentro” nos cambie la vida y nos ayude a ayudar a los demás, el Sumo
Pontífice dejó una serie de preguntas para la reflexión de los fieles:
“¿Qué
significa Jesús para mí? ¿Le he dejado entrar en mi corazón, o sólo le tengo a
mano, pero no le dejo entrar tanto dentro? ¿Me he dejado cambiar por Él? ¿O es
Jesús sólo una idea, una teología que perdura?”
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