Desde hace años, párrocos, parroquias y voluntarios en Alepo, Siria, reparten leche infantil en la campaña Una Gota de Leche
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Dominio público |
La
caridad es así. Ya lo decía la Madre Teresa, un pequeño gesto de amor es como
una gota de agua, pero sin esa gota no existiría el mar. Y en Alepo se está generando cada
mes un océano de caridad con los más pequeños y necesitados: los
recién nacidos y los niños de hasta 10 años.
Bajo
el nombre “Una gota de leche”, todas
las iglesias cristianas se han coordinado desde 2015 para socorrer a las
familias que necesitan leche para alimentar a sus hijos.
Una
vez al mes los padres acuden al céntrico barrio Al-Zizieh de Alepo en donde en
un local de la iglesia recogen la cantidad de leche infantil necesaria para sus
pequeños.
La leche en polvo infantil, prohibitiva
Según
este proyecto, cada niño mayor de 2 años necesita al menos 1 kilo de leche en
polvo a granel al mes para su alimentación, lo que supone 7 euros (23.000
libras sirias). Un bebé recién nacido precisa de media 9 latas de leche
especial para lactantes (cada lata de 400 gramos cuesta 4,1 euros). Un coste desproporcionado,
inasumible para las familias cristianas que viven con un presupuesto de menos
de 30 euros cada mes para sobrevivir todos sus miembros.
“La
leche es muy cara y el sueldo que ganamos no es suficiente ni para el alquiler
de nuestra casa”, asegura Rana Aftim que ha recibido leche para su hija Talia. Otra mujer, Georgina, madre de tres
niños, ha estado recibiendo ayuda para sus dos niñas Myriam y Pamela: 1 kg de
leche cada mes.
Con
los bombardeos, “la situación de Pamela fue crítica y fue alcanzada en la
espalda por una metralla de una bomba”, señalaba Georgina, y gracias a la leche
recibida ha podido recuperar la salud y fortalecerse.
Cada
mes Basil Yousef se acerca al local para recoger la cantidad de leche para su
hija Talia: “estamos muy felices de recibir esta ayuda, es un apoyo para
nosotros que hemos sufrido y ahora aún tenemos que hacer frente a reconstruir
nuestras casas y nuestras vidas”.
El médico que decidió quedarse a
organizarlo
El
proyecto “Una
gota de leche” está coordinado por el doctor Nabil Antaki,
un médico gastroenterólogo que decidió quedarse en Alepo para ayudar a los más
indefensos, a pesar de tener nacionalidad canadiense y facilidades para haberse
marchado de Siria.
Fuente: ReL / Ayuda a la Iglesia Necesitada