Murió Benedicto XVI y su secretario durante muchos años, el obispo Georg Gänswein, aún Prefecto de la Casa Pontificia, se siente ahora con libertad para hablar y contar muchas cosas, en entrevistas, o en un libro de memorias que va a publicarse a finales de enero en Italia y del que ya circulan extractos.
Mons. Gänswein besa el féretro de Benedicto XVI en su funeral. Dominio público |
Pero aquella visión optimista fue al
principio. Fueron pasando los años, y diversos acontecimientos, y Gänswein
se fue sintiendo más orillado, y también viendo que algunas decisiones de
Benedicto se obviaban en el nuevo pontificado. Ahora que Benedicto ha fallecido, piensa contar bastantes cosas,
y las ha visto de cerca.
Con Benedicto XVI desde 1996
Georg
Gänswein nació en Alemania, en un pueblecito de la Selva Negra, el mayor de
cinco hermanos, hijo de un herrero y una maestra. De joven fue muy deportista y profesor de esquí. Sacerdote desde
1984, doctor en Derecho Canónico, el cardenal Ratzinger lo reclutó en 1996 para
su oficina de Doctrina de la Fe. Luego le designó como su secretario
personal en 2003, cargo que mantuvo al subir al Trono de San Pedro. En 2012
Benedicto XVI lo nombró Prefecto de la Casa Pontificia y lo consagró arzobispo hace hoy 10 años, el 6 de enero de
2013.
Cuando
Benedicto renunció y fue elegido el Papa Francisco, el nuevo Pontífice le confirmó
en su cargo en la Casa Pontificia, por primera vez con dos Papas, uno emérito,
y otro reinante. Una situación insólita. Fue surgiendo esa función de
"puente" y él mismo hablaba a la prensa al principio de dos figuras
"complementarias". Pero con los años se fue complicando.
Los Vatileaks robados no causaron la
renuncia
En
entrevistas, Gänswein responde a lo que se le pregunta. El diario de izquierda
Repubblica adelanta un comentario del clérigo alemán (una declaración para la
RAI3) en la que explica que los
documentos del llamado "escándalo Vatileaks" se los robaron a él, de
su escritorio, no de la mesa del Papa Benedicto, como muchos
especularon. También detalla que Benedicto tenía pensado renunciar desde mucho
antes del Vatileaks, viendo mermar sus fuerzas. El Vatileaks no influyó en la
renuncia.
«Él
me dijo una vez: no puedo y no quiero copiar el modelo de Juan Pablo II en la enfermedad, porque yo debo confrontarme con mi vida,
con mis elecciones, con mis fuerzas», detalla Gänswein. Para el secretario,
esa decisión muestra "no solo mucho valor, sino muchísima humildad".
Gänswein
también revela que el
concepto novedoso de la figura de "Papa emérito" lo inventó
Benedicto. Él pensaba que "volver a ser cardenal hubiera sido
poco natural".
Memorias de Gänswein a finales de mes
Vivir en Casa Santa Marta no es más
humilde que en el Palacio
Gänswein, como Prefecto
de la Casa Pontificia, tiene mucho que decir sobre si hay ahorro o no hay
ahorro en la decisión de Francisco de vivir en Casa Santa Marta (una especie de
hostal donde se hospedan muchos clérigos de paso por Roma) en vez de quedarse
en el Palacio Apostólico.
"A
Benedicto le sorprendió (esta decisión), pero su sabia conclusión fue que, si el Papa no quería, no se
le podía obligar».
Gänswein no acepta que se hable de
"lujo" por vivir en el Palacio, porque en la práctica "los espacios personales de los
últimos pontífices en el Palacio Apostólico (el despacho, el salón, el
dormitorio y el baño) son equivalentes a los que tiene Francisco en
Santa Marta". Y además, "para evitar el deterioro del Apartamento
papal, éste debe seguir siendo atendido. Por eso, la decisión no es una
cuestión de ahorro".
(Francisco
ha declarado muchas veces que él necesita estar continuamente rodeado de gente
y tratar con las personas, y que pensaba que eso era más fácil residiendo en
santa Marta).
A
finales de 2013, Francisco, en su primer año de pontificado, publicó su
encíclica "Evangelii Gaudium", larga,
de 288 párrafos (y 5
menciones a Benedicto XVI). "A la sensibilidad teológica de Benedicto
le sonaron extrañas algunas expresiones de Francisco en Evangelii
Gaudium", revela Gänswein. Pero el anciano Pontífice
emérito dijo a su secretario: «Francisco
toma las decisiones que considera mejores para la Iglesia. Se puede
estar de acuerdo o no, pero esto se le debe conceder, como se me concedió a
mí».
Ese
mismo primer año de pontificado, en septiembre, Francisco concedió su primera entrevista larga: fue con
el jesuita Antonio Spadaro. Francisco envió una copia a Benedicto pidiéndole su
opinión. Benedicto
respondió: "La he leído con alegría y consenso completo".
"Me solicita observaciones críticas, pero estoy de acuerdo con todo,
aunque en dos puntos querría añadir un aspecto complementario", matizó
luego Benedicto.
Por
un lado, quería reforzar la figura de Juan Pablo II: "habiendo vivido 23
años cerca de Juan Pablo II, soy testigo del modo apasionado de su lucha por la vida, que consideraba el
núcleo de su misión junto a la lucha por los derechos humanos".
Por
otro, Benedicto alertada de "la
propaganda" sobre ideología de género, que propone
que "el individuo se hace a sí mismo hombre o mujer". "Esta propaganda no es para bien de
las personas homosexuales", escribió Benedicto a Francisco.
"Muchas personas homosexuales no están de acuerdo con estas manipulaciones
y sienten que el problema de su vida se convierte en pretexto para una guerra
ideológica".
También
le comentó, con ironía, que también él pensaba que los "problemas de ortodoxia" (disciplinar a
clérigos y teólogos) "se tratan mejor en el lugar en el que se
producen" (es decir, dejárselo a los obispos y conferencias de cada país),
"pero mi experiencia es que los obispos y las conferencias prefieren pasar esta 'patata
caliente' al Vaticano".
Pese
a ese consejo, desde 2013 Francisco ha tratado de descentralizar muchos temas
de disciplina eclesial y sacramental y ponerlas en manos de las conferencias
episcopales.
Un
punto álgido se alcanzó en 2020 con el libro del cardenal Robert Sarah publicado como si fuera
co-autoría de Benedicto, si bien se limitaba a usar algunas frases y
comentarios del Papa emérito. Benedicto escribió a Francisco una carta
detallando los hechos: «Santo Padre, espero haber aclarado lo ocurrido y ya
solo puedo expresarle mi
tristeza por el abuso de mi artículo en el debate público. He decidido que no
publicaré ya nada más».
Cuando Francisco empezó a orillar a
Gänswein
Gänswein
dedica en esas Memorias espacio a contar de sus roces con Francisco, que fueron
llegando con los meses. "Después
de algunos meses de pontificado vi que no conseguíamos crear el oportuno clima
de confianza necesario para el trabajo de prefecto de la Casa
pontificia", admite el alemán.
A
veces, Francisco no hacía sus encargos a Gänswein, sino a su número dos. Otras
veces, de forma súbita y
ante un séquito, decidía que él no le acompañara, lo que resulta humillante o
desagradable.
Tras
la polémica por el libro de Sarah de 2020, sin más explicaciones, Francisco,
aun manteniéndole en el cargo nominalmente, le pidió que se centrara sólo en acompañar a Benedicto.
Benedicto se enteró, y escribió a Francisco para solicitarle «humildemente» que
justificara su decisión a Gänswein.
La restricción de la misa tridentina
Georg
Gänswein, en una entrevista grabada en Alemania poco antes de morir Benedicto,
con Guido Horst, editor jefe del diario católico alemán Die
Tagespost y revelada el pasado martes, comentó también que Benedicto XVI "leyó con
dolor y tristeza de corazón" el motu proprio 'Traditionis
custodes' con el que Francisco restringía mucho los
amplios permisos que 14 años antes el Papa alemán había concedido a la misa
tridentina (misal de Pio V, actualizado por San Juan XXIII).
Gänswein
detalla que Benedicto quería que "aquellos que habían encontrado un hogar en la antigua Misa
encontraran paz interior, paz litúrgica" y de esta forma "alejarlos de
Lefebvre". Gänswein cita un argumento que Ratzinger usó como
cardenal y luego como Papa: "Si se piensa en cuántos siglos la antigua
Misa ha sido fuente de vida y alimento espiritual para muchas personas,
incluidos muchos santos, es imposible imaginar que ya no tenga nada que
ofrecer".
Gänswein
añade que también muchos
jóvenes hoy, "aunque conocen la nueva Misa, todavía encuentran un hogar
espiritual, un tesoro espiritual incluso en la Misa antigua. Quitarle
este tesoro a la gente… Bueno, no puedo decir que me sienta cómodo con
eso", declara en esa entrevista en alemán.
Cuando
el libro de memorias salga a la luz por completo, muchos acudirán a él para
entender lo que ha sucedido durante diez años en los pasillos y jardines que van de Mater Ecclesiae a
Casa Santa Marta.
Fuente:
ReL