Su tía fue a vivir con la Venerable Magdalena Aulina en Bañolas
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La catalana Maria Branyas, con 115 años, es la persona más longeva actualmente viva |
Al morir esta semana en Francia la Hermana André (de
nombre civil Lucile Randon), que
estaba a punto de cumplir 119 años, el título de persona más anciana del
mundo no pasa a ninguna lejana centenaria oriental, sino que lo ostenta la catalana Maria Branyas Morera,
nacida en 1907, que vive en Olot, en una residencia de las Religiosas de San José de Gerona, instituto
fundado por la Venerable María Gay Tibau en 1870. Lleva allí 22 años y la residencia considera un honor
cuidarla.
La señora Branyas tiene 115 años... y una cuenta activa en Twitter (SuperAviaCatalana) que
mantienen sus familiares, donde cuenta
sus aficiones e historias del pasado.
Ha concedido algunas entrevistas. Uno de sus méritos únicos es haberse
contagiado de Covid-19 sin morir con 113 años: es la persona más
anciana que ha sobrevivido al coronavirus.
En una entrevista en 2019 hablaba de sus recuerdos siendo niña de 7 años en un barco
en plena Primera Guerra Mundial.
Ella nació el 4 de abril de 1907 en San Francisco, California. Su
padre era un periodista de Pamplona, su madre barcelonesa. La familia vivió un tiempo en
Nueva Orleans. Luego volvió a España desde América en 1914, en plena guerra
mundial. "Llegamos en barco. A causa de la guerra, Alemania atacaba el
norte y no podías atravesar los mares nórdicos y tuvimos que ir por Azores y
Cuba", explicó. "En
1914 yo ya estaba algo consciente".
Poco después, murió
su padre cuando ella tenía solo 8 años. Vivió en Bañolas hasta 1931, cuando
se casó, a los 24 años, con Joan Moret, un médico de Llagostera. Con él fue a
vivir a Gerona. Enviudó
hace ya 40 años. Tuvieron tres hijos. A uno ya le ha sobrevivido.
Durante años disfrutó
tocando el piano (Ravel, tangos, cuplés, hasta los 108 años). Le
acompañaron a lo largo de su vida varios perros, que echa de menos.
Sobre la
muerte escribía hace unos meses: “Es la visita esperada. Hace tiempo que estoy preparada y
pienso que pronto vendrá a por mí”.
Trucos: comer poco, de todo,
nunca enferma, yogur, tranquilidad...
Los que buscan trucos para vivir más, repasan su cuenta de
Twitter. "Siempre he comido poco, pero de todo, nunca me he puesto a
régimen”, publica. “No he sufrido nunca ninguna enfermedad ni he pasado por un
quirófano”, añade.
También admite que en eso de vivir muchos años influye la “suerte”, “tener una buena
genética”, llevar una vida tranquila, estar conectada con amigos y familias y
vivir "sin preocupaciones, sin remordimientos". También dice que le
ayuda el yogur natural La Fageda, que le gusta.
Recuerdos de hace cien años
En noviembre de 2022, cuando el Papa Francisco reconoció las virtudes en grado heroico
de Magdalena Aulina (1897-1956),
ella quiso publicar en su cuenta de Twitter su relación con la nueva Venerable,
fundadora de las Operarias Parroquiales, a la que recuerda de 1924... ¡hace
cien años!
"'Maria, ¿usted conoció a Magdalena Aulina?' Sí, la conocí personalmente.
Sólo nos llevábamos 10 años. En Bañolas se hablaba mucho de una chica joven que
ayudaba a un sector de la población que vivía en malas condiciones, en
viviendas poco higiénicas y con los hijos sin escolarizar", explicaba la
anciana en noviembre, a través de la cuenta que llevan sus parientes.
"En aquella
época sus habitantes eran sobre todo payeses, jornaleros y artesanos, gente
de pocos recursos. Era un barrio muy pobre. Conocí a Magdalena a través de mi tía Pilar, la hermana de
mi madre, que formaba parte de un grupo de voluntarias que iban cada
tarde a ayudarla en sus actividades apostólicas y de alfabetización de chicas
trabajadoras sin escolarizar. En
aquella época, 1924, había mucho absentismo escolar, sobre todo en ámbito
femenino", detalla.
"Con mi amiga
Conxita íbamos todos los domingos por la mañana a escuchar las conferencias de
Magdalena. Era una mujer singular, de gran personalidad. Tenía las ideas
muy claras y hablaba muy
bien. Cada día aumentaba el número de personas que colaboraban con ella, tanto
a nivel personal como con ayudas y aportaciones económicas. Muchas familias ricas que venían a
veranear al Balneario de la Puda le daban dinero. Con esas ayudas
impulsó la construcción de la iglesia de la Sagrada Familia en la plaza de las
Rodes, y compró distintos locales", añade.
"Cuando me
casé, en 1931, fui a vivir a Gerona y las noticias de Magdalena Aulina
se redujeron a lo que mi madre me explicaba cuando la visitaba en Bañolas. Un
día me dijo que la tía Pilar había cogido todas sus joyas y se había ido a
vivir con Magdalena. En uno de los locales que tenía, ella y otras chicas que compartían su ideal de vida
empezaron a vivir en comunidad. Fue el inicio del Instituto Secular de
Operarias Parroquiales", recuerda.
Era una iniciativa
compleja, porque consistía
en un grupo de "señoritas consagradas a Dios" que no tenían
regla de vida ni vestían hábito. "En Gerona se habló mucho de la
incomprensión del obispo Cartañà, que le llevó a un enfrentamiento particular
con Magdalena Aulina", añade.
Las Operarias Parroquiales, instituto secular aprobado por la
Santa Sede en 1962, y las iniciativas de la Familia Auliniana, están presentes
hoy con casas y apostolados en España, Italia, Francia, Puerto Rico, Paraguay,
Guinea Ecuatorial y República Democrática del Congo. Tienen a Santa Gema Galgani como
patrona e inspiradora. El proceso de beatificación de Magdalena lo
abrió en 2006 el cardenal Martínez Sistach, de Barcelona.
Se murió el cura el día de su
boda
Otra experiencia que cuenta fue su accidentada boda en el santuario de los Ángeles, en la
cima del Puig Alt, de unos 500 metros de altura. De niña lo veía
cuando jugaba "entre riegos y huertas". Un día, paseando con su
novio, le dijo: "Mira, nos casaremos allá". Un amigo de él preparó la
ceremonia y autorizaciones hablando con un cura amigo de la familia.
"Ni Joan ni yo habíamos estado nunca en el Santuario de los
Ángeles, pero sabíamos que habían abierto recientemente una carretera desde
Gerona. En aquella época
debía haber unos 50 coches en toda la provincia de Gerona, 7 en Bañolas".
Subieron los
dos juntos en el coche "para evitar que se retrasara la novia". La boda
era a las doce, pero pasaban las horas y no llegaba el cura. Hasta que llegó un señor avisando que el
cura no podía venir porque se había muerto.
"No había teléfono. Un coche tuvo que bajar hasta Gerona a buscar un cura disponible y una nueva
autorización del obispado. También hubo que avisar al restaurante que
la comida sería una cena. La boda de las doce se hizo a las 7 de la tarde. Con
los invitados, una treintena, pasábamos
el rato contemplando el magnífico panorama", recuerda.
P.J.Ginés
Fuente: ReL