Hoy, como hace casi 500 años con Juan Diego, la Virgen María quiere encontrarse con nosotros
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Francisco en la Misa en la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe
recuerda que Ella está “en medio de ese pueblo americano amenazado en su
identidad por un paganismo salvaje y explotador, herido por la predicación
activa de un ateísmo práctico y pragmático”. Y pide que no permitamos que el
mensaje de la Madre se “destile en pautas mundanas e ideológicas”.
Son las seis de
la tarde de este 12 de diciembre en Roma cuando la Basílica Vaticana repleta de
fieles recibe al Papa Francisco para celebrar la Santa Misa en la Fiesta de
Nuestra Señora de Guadalupe. En la homilía el Santo Padre recuerda que “nuestro
Dios conduce la historia de la humanidad en todo momento”, que nada queda fuera
de su poder, que es ternura y amor providente. Él “se hace presente a través de
un gesto, de un acontecimiento o de una persona”; y “no deja de asomarse a
nuestro mundo, necesitado, herido, ansioso, para asistirlo con su compasión y
su misericordia”.
La suprema expresión del método
divino
En su homilía
Francisco remite a la carta a los Gálatas, que “ofrece una indicación
precisa" que ayuda a "contemplar con gratitud” el plan de Dios para
redimirnos y hacernos sus hijos adoptivos: “cuando se cumplió el tiempo
establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer”. Y afirma:
Es así, la
venida del Hijo en carne humana es la suprema expresión de su método divino en
favor de la salvación. Dios, que tanto amó al mundo, nos envió a su Hijo,
«nacido de una mujer», para que «todo el que crea en él no muera, sino tenga
Vida eterna» (Jn 3,16).
Nada de lo nuestro le es extraño
a Dios
Es así que “en
Jesús, nacido de María, - continúa el Papa - el Eterno entra en la precariedad
de nuestro tiempo, se hace para siempre, de forma irreversible ‘Dios-con-nosotros’
y camina a nuestro lado como hermano y compañero”:
Nada de lo
nuestro le es extraño porque es “uno de nosotros”, cercano, amigo, igual a
nosotros en todo, menos en el pecado.
María en las benditas tierras de
América
El Pontífice se
remonta a casi cinco siglos hacia atrás, cuando en un momento “complicado y
difícil para los habitantes del nuevo mundo” el Señor quiso “transformar la
conmoción que suscitó el encuentro entre dos mundos diversos, en recuperación
de sentido y de dignidad, en apertura al Evangelio”. Transformarla en
“encuentro”, enviando "a María, su Madre":
Así llegó a las
benditas tierras de América nuestra Señora de Guadalupe, presentándose como la
“Madre del verdaderísimo Dios por quien se cree”, y vino para consolar, para
atender las necesidades de los más pequeños, sin excluir a nadie, para
arroparlos como madre solícita con su presencia, su amor y su consuelo. Es
nuestra Madre mestiza.
La Madre mestiza quiere quedarse
con nosotros
Tampoco en este
período amargo, “repleto de fragores de guerra, crecientes injusticias,
carestías, pobreza, sufrimiento y hambre” estamos solos, hace presente
Francisco. La fe, el amor y la condescendencia divinas “nos enseñan y nos dicen
que también este es un tiempo propicio de salvación, en el que el Señor, a
través de la Virgen Madre y mestiza, sigue dándonos a su Hijo, que nos llama a
ser hermanos, a dejar de lado el egoísmo, la indiferencia y el antagonismo,
invitándonos a hacernos cargo ‘sin demora’ los unos de los otros”, y a ir al
encuentro de los hermanos y hermanas olvidados y descartados por nuestras
sociedades “consumistas y apáticas”.
Hoy, como ayer,
Santa María de Guadalupe quiere encontrarse con nosotros, como un día con Juan
Diego en el cerrito del Tepeyac. Quiere quedarse con nosotros. Nos suplica que
le permitamos ser nuestra madre, que abramos nuestra vida a su Hijo Jesús y
acojamos su mensaje para aprender a amar como Él.
La Madre del amor por Quien se
vive
Ella – continúa
el Santo Padre - vino para acompañar al pueblo americano en este camino tan
duro de pobreza, explotación, colonialismos socio-económicos y
culturales:
Ella está en
medio de las caravanas que, buscando libertades, bienestar, caminan hacia el
norte. Ella está en medio de ese pueblo americano amenazado en su identidad por
un paganismo salvaje y explotador, herido por la predicación activa de un
ateísmo práctico y pragmático. Y Ella está allí. “Soy tu Madre”, nos dice. La
Madre del amor por Quien se vive.
A la Madre no se la ideologiza
En los inicios,
en el continente americano, de la Novena Intercontinental Guadalupana, camino
que prepara a la celebración del V Centenario del Acontecimiento Guadalupano en
2031, el Papa exhorta a todos los miembros de la Iglesia que peregrina en
América a participar “con verdadero espíritu guadalupano”. Y añade:
“Me preocupan
las propuestas de tinte ideológico-cultural de diverso signo que quieren
apropiarse del encuentro de un pueblo con su Madre, que quieren desmestizar,
maquillar a la Madre. Por favor, no permitamos que el mensaje se destile en
pautas mundanas e ideológicas. El mensaje es simple, es tierno. “¿No estoy yo
aquí, que soy tu Madre?”. Y a la Madre no se la ideologiza.
La paz del Señor habite en
nuestros corazones
El Papa concluye
su homilía con un ruego:
Que Jesucristo,
el deseado de todas las naciones, por intercesión de Nuestra Madre de
Guadalupe, nos conceda días de alegría y serenidad, para que la paz del Señor
habite en nuestros corazones y en el de todos los hombres y mujeres de buena
voluntad.
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