La Iglesia enseña que el purgatorio es la purificación final de las almas antes de entrar al Cielo, pero ¿quiénes van al purgatorio y por qué razones?
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Imagen referencial / Crédito: Dominio Público |
A diferencia
del Cielo y del infierno, que son destinos eternos del alma, el purgatorio es
un proceso de purificación temporal por el que solo pasan algunas personas
después de su vida terrenal.
Por un lado, el
infierno está reservado para aquellas personas que mueren en pecado mortal, sin
estar arrepentidos y sin abrazar la misericordia de Dios. Es un estado de
sufrimiento eterno y de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con
el resto de la Iglesia.
Por el
contrario, el Cielo es el destino final de aquellas almas que mueren en estado
de gracia, en amistad con Dios y están perfectamente purificadas.
Estas almas
gozarán eternamente de la presencia de Dios en compañía de los santos de todos
los siglos, incluyendo a la Santísima Virgen María.
¿Quiénes van al
purgatorio?
El Catecismo de
la Iglesia Católica, en su numeral 1030, enseña que van al purgatorio aquellas
almas que “mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente
purificadas”.
En el numeral
1031, el Catecismo indica que a pesar de que la Iglesia muchas veces habla del
purgatorio como “fuego purificador”, también enseña que el sufrimiento de este
proceso “es completamente distinto del castigo de los condenados”.
Para aliviar el
sufrimiento de las almas del purgatorio y reducir el tiempo de este proceso, la
Iglesia invita a todos sus hijos a hacer oraciones y sacrificios (indulgencias)
en favor de ellas.