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Dominio público |
A la hora de acercarse a estas páginas, es muy conveniente que el lector
tenga en cuenta que fueron escritas en un momento histórico-religioso
determinado y sus destinatarios directos eran monjes de principios del Siglo
XV.
Sin embargo, a la La Imitación de Cristo se ha acercado
multitud de cristianos a lo largo de más de cinco siglos y han sabido encontrar
en ella alimento espiritual.
Capítulo 1: DE LA IMITACION DE CRISTO Y DESPRECIO DE TODAS LAS VANIDADES DEL MUNDO
Quien me sigue no anda en tinieblas (Jn., 8, 12), dice el Señor.
Estas palabras son de Cristo, con las cuales nos amonesta que imitemos su vida
y costumbres, si queremos verdaderamente ser alumbrados y libres de toda la
ceguedad del corazón. Sea, pues, nuestro estudio pensar en la vida de
Jesucristo. La doctrina de Cristo excede a la de todos los Santos, y el que
tuviese espíritu hallará en ella maná escondido.
1. Mas acaece que muchos, aunque a, menudo oigan el Evangelio,
gustan poco de él, porque no tienen el espíritu de Cristo. El que quiera
entender plenamente y saborear las palabras de Cristo, conviene que procure
conformar con Él toda su vida.
2. ¿Qué te aprovecha disputar altas cosas de la Trinidad, si
careces de humildad, por donde desagradas a la Trinidad? Por cierto, las
palabras subidas no hacen santo ni justo; mas la virtuosa vida hace al hombre
amable a Dios. Más deseo sentir la contrición que saber definirla. Si supieses
toda. 1a Biblia. a la letra y los dichos de todos los filósofos, ¿qué te
aprovecharía todo sin caridad y gracia de Dios Vanidad de vanidades y todo
vanidad (Eccl., l, 2), sino amar y servir solamente a Dios. Suma sabiduría es,
por el desprecio del mundo, ir a los reinos celestiales.
3. Vanidad es, pues, buscar riquezas perecederas y esperar en
ellas. También es vanidad desear honras y ensalzarse vanamente. Vanidad es
seguir el apetito de la carne y desear aquello por donde después te sea necesario
ser castigado gravemente. Vanidad es desear larga vida y no cuida,: que sea
buena. Vanidad es mirar solamente a esta presente vida y no prever lo venidero.
Vanidad es amar lo que tan presto se pasó: y no buscar con solicitud el gozo
perdurable.
4. Acuérdate frecuentemente de aquel dicho de la Escritura: No se
harta la vista de ver ni el oído de oír (Eccl., 1, 8). Procura, pues, desviar
tu corazón de lo visible y traspasarlo a lo invisible, porque los que siguen su
sensualidad manchan su conciencia, y pierden la gracia de Dios.
Fuente: Catholic net