En su discurso entregado a la Unión de Superiores Generales (USG), el Papa los invitó a ser artesanos de paz y a ofrecer a la Iglesia un ejemplo de escucha y sinodalidad
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"Llamados
a ser artesanos de la paz": este es el tema de la 98º Asamblea de la Unión de Superiores Generales (USG),
celebrada del 23 al 25 de noviembre en la localidad italiana de Sacrofano. En
él se ha inspirado el Papa para subrayar, en el discurso entregado a los
religiosos durante su encuentro, en la mañana de este sábado 26 de noviembre,
en el Aula Nueva del Sínodo, que "la construcción de la paz es un
llamamiento urgente que nos concierne a todos y "de manera especial a las personas
consagradas".
Su
Santidad decidió dirigirse espontáneamente a los 150 superiores generales y
ofreció una amplia reflexión sobre la paz en su texto escrito, precisando que
la paz dada por Dios a la humanidad "y que nos hace sentir a todos como
hermanos" no es "una situación de no guerra o de fin de guerra, un
estado de tranquilidad y de bienestar". Es, si acaso, "el fruto de la
caridad, nunca es una conquista del hombre", "es el conjunto
armonioso de las relaciones con Dios, con uno mismo, con los demás y con la
creación".
"La
paz es también la experiencia de la misericordia", añade el Sucesor de
Pedro, del perdón y la benevolencia de Dios, que nos hace capaces a su vez de
ejercer la misericordia, el perdón, rechazando toda forma de violencia y opresión".
La paz es el fruto de un trabajo artesanal
Sin
embargo, la paz se basa "en el reconocimiento de la dignidad de la persona
humana", acota Francisco, "y requiere un orden al que contribuyan
inseparablemente la justicia, la misericordia y la verdad".
"Hacer
la paz" es, por tanto, un oficio, que hay que hacer con pasión, paciencia,
experiencia, tenacidad, porque es un proceso que se prolonga en el tiempo. La
paz no es un producto industrial, sino un oficio. No se hace mecánicamente,
necesita la hábil intervención del hombre. No se construye en serie, solo con
el desarrollo tecnológico, sino que requiere el desarrollo humano. Por eso los
procesos de paz no pueden delegarse en los diplomáticos o en los militares: la
paz es responsabilidad de todos y cada uno.
Las responsabilidades de las personas consagradas
A
continuación, el Obispo de Roma se dirige más directamente a los consagrados,
instándoles a comprometerse a sembrar la paz con "acciones cotidianas con
actitudes y gestos de servicio, fraternidad, diálogo, misericordia" y a
rezar sin cesar para obtener de Jesús el don de la paz. Todo ello partiendo
"de las propias comunidades", construyendo puentes y no muros dentro
y fuera de ellas.
"Cuando
todos contribuyen cumpliendo su deber con caridad, hay paz en la comunidad. El
mundo también nos necesita a los consagrados como artesanos de la paz".
Que el servicio de la autoridad no degenere en
despotismo y abuso
Pero
hay otro aspecto que debe caracterizar a la vida consagrada, asevera el
Pontífice: es la sinodalidad.
"Como
personas consagradas, pues, estamos especialmente obligados a participar en él,
ya que la vida consagrada es sinodal por su propia naturaleza. También tiene
muchas estructuras que pueden fomentar la sinodalidad".
Según
Bergoglio, estas estructuras -capítulos, visitas fraternas y canónicas, asambleas,
comisiones y otras estructuras propias de los institutos individuales- deben
ser revisadas.
"La
forma de ejercer el servicio de la autoridad también debe ser vista y quizás
revisada. De hecho, hay que vigilar el peligro de que degenere en formas autoritarias,
a veces despóticas, con abusos de conciencia o espirituales que también son
terreno abonado para los abusos sexuales, porque ya no se respetan las personas
y sus derechos. Y además, se corre el riesgo de que la autoridad se ejerza como
un privilegio, para quien la ostenta o para quien la apoya, por tanto también
como una forma de complicidad entre las partes, para que cada uno haga lo que
quiera, favoreciendo así paradójicamente una especie de anarquía, que tanto
daño hace a la comunidad".
La sinodalidad de los consagrados, una valiosa
aportación a la Iglesia
El
deseo de Francisco es "que el servicio de la autoridad se ejerza siempre
con estilo sinodal, respetando el derecho propio y las mediaciones que éste
prevé, para evitar el autoritarismo, los privilegios y el 'dejar hacer';
favoreciendo un clima de escucha, de respeto al otro, de diálogo, de
participación y de compartir". Caminar juntos, escucharse, valorar la
variedad de dones y ser comunidades acogedoras es el modo de vivir la sinodalidad,
añade el Papa, y las personas consagradas, con su testimonio, "pueden
aportar mucho a la Iglesia" precisamente en el proceso de sinodalidad que
está viviendo.
La salvaguarda de la comunión
Por último, el Sucesor de Pedro habla sobre las
reorganizaciones y reconfiguraciones de los institutos. El Papa recomienda que
se hagan siempre salvaguardando la comunión, "para no reducirlo todo a la
amalgama de circunscripciones, que luego pueden resultar poco manejables o
motivo de conflicto" y que "los superiores estén atentos para evitar
que algunas personas no estén bien ocupadas, porque esto, además de perjudicar
a los sujetos, genera tensiones en la comunidad". Francisco augura que
"realicen su servicio con serenidad y fecundidad", reiterando la invitación
a ser artesanos de la paz.
Sebastián
Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
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