¿Es malo darse gustos caros, incluso cuando el dinero para pagarlos ha sido ganado lícitamente?
![]() |
Aciprensa |
Un sacerdote
católico responde a esta pregunta presente en Adviento y Navidad, en los
que muchas personas tienden a caer en el consumismo.
En un video
publicado en su canal de YouTube “Teología para Millenials”, el P. Mario
Arroyo, doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de
Roma, afirma que una alumna de medicina le cuestionó si acaso “está mal hacer
gastos excesivos” o si alguien “debe sentirse mal si hace un gasto
excesivamente caro por darse un gusto” con dinero ganado de forma legítima.
Para el
también catedrático de la Universidad Panamericana de Ciudad de México,
todo “depende mucho también del contexto”, pues mientras en países de economías
desarrolladas, donde “no se ve la pobreza patente, hay un nivel de vida más
bien alto, entonces no llamará demasiado la atención tener un Lamborghini, un
Ferrari”.
Sin embargo, en
países de América Latina, “donde tenemos en cada esquina una gran cantidad de
gente pidiendo dinero, vendiendo todo tipo de cosas… cuando uno hace un gasto
así que despilfarra, es como decir ‘todos tus problemas de tu vida, todo tu
sacrificio, no me preocupa, yo quiero darme este gusto’".
Como una manera
para evaluar el gasto, el P. Arroyo propuso considerar lo siguiente “si yo para
darme un gusto, aquello que me voy a dar cuesta más que lo que va a ganar un
empleado de mi empresa o la persona que me ayuda en mi casa durante un mes,
debo cuestionarme la oportunidad de ese gustito, de ese capricho”.
“Si mi capricho
es más caro que el sueldo de mi trabajador de un mes, creo que algo de perverso
tiene ese capricho. Es como no tener sensibilidad por los sufrimientos, las dificultades
que pasan los demás”, dijo.
El P. Arroyo
lamentó que esta forma de pensar sea producto del “mundo que hemos construido,
marcadamente individualista, en donde (se) dice: primero yo, después yo y hasta
el último yo. Y los demás que se fastidien, que cada quien se rasque con sus
uñas”.
“En ese
ambiente vivimos, pero eso nos lleva a perder humanidad y sensibilidad por los
sufrimientos de nuestros semejantes”, dijo.
Al dialogar con
una persona que insiste en darse estos gustos, el sacerdote alentó a no decirle
“que no puede, pero llévalo a un hospital, a ver niños con cáncer, niños
quemados. Entonces el contacto directo con el sufrimiento te hace reflexionar”.
“Cuando el
pobre deja de ser una teoría, tiene unos ojos, tiene un rostro, tiene unas
manos y tiene una historia yo me siento interpelado y eso me ayuda a recuperar
mi humanidad”, destacó.
Fuente: ACI Prensa