La santa catalana fundó el Colegio Madres Concepcionistas de la calle Princesa (Madrid) para la educación de las niñas.
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Santa Carmen Sallés. Dominio público |
En ese preciso lugar, que hoy ocupa toda una
esquina entre Princesa y Ventura Rodriguez, se encuentra el colegio de las Madres
Concepcionistas. Ejemplo de entrega para decenas de generaciones de alumnos y
depósito de historias de fe, realmente sorprendentes. Una institución que
cumplirá, el próximo 10 de octubre, 125 años de historia.
Pero, si por alguien hay que empezar, cuando se
menciona este ilustre
colegio madrileño, es por su fundadora: Santa
Carmen Sallés. Un modelo de dedicación por las mujeres excluidas y
de tenacidad para llevar a cabo los proyectos de Dios. Santa de origen catalán, fundadora de la orden de las
Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, fue hasta el día de su muerte
inquilina del colegio de la calle Princesa. Hoy, su cuerpo incorrupto es venerado cada mañana por los
alumnos y profesores que visitan la capilla del centro. Un privilegio con el
que cuentan muy pocos colegios religiosos en el mundo.
"Amadlos
y sabréis educarlos"
"Es emocionante ver a los alumnos con qué cariño y con qué
respeto se acercan, la miran, la rezan y hacen suyas las palabras de Madre
Carmen, que tantas veces escuchan y pueden comprobar en las actitudes de sus
educadores: 'Amad a los niños y sabréis educarlos'", comenta a
ReligiónEnLibertad la Madre Teresa Hernando, directora de este centro educativo
convertido ya en toda una institución de la ciudad.
Nacida el 9 de abril de 1848, en Vic (España),
Santa Carmen Sallés tenía 6 años cuando iba a quedar marcada para siempre por
la promulgación del dogma de la Inmaculada
Concepción. Es en 1858 cuando la Virgen se aparece en Lourdes y la pequeña
hace su Primera Comunión. En aquel momento, decide que se va a consagrar por
entera a Jesús. Pasó el tiempo, la joven creció y fue prometida en matrimonio,
sin embargo, logró romper el compromiso para ingresar en el noviciado de las Adoratrices, que se dedicaban a
la recuperación de mujeres marginales, por la delincuencia o la prostitución.
Atesorando siempre una gran inquietud por las
cosas de Dios, Madre Carmen se preguntaba cómo habrían sido aquellas mujeres si
la sociedad les hubiese dado otra
oportunidad. En ese momento, empezaba a gestarse aquello que llamó la
"educación preventiva". Para entonces, la religiosa ya había decidido
dedicar su vida por entera a la formación de la mujer. Pasó a una congregación dedicada a la
enseñanza: las Dominicas de la Anunciata, donde permaneció 22 años y llegó a dirigir
una escuelita para que los hijos de las mujeres trabajadoras no estuvieran en
la calle.
"Adelante,
Dios proveerá"
Esperando a que la providencia le indicara el camino correcto, (como reza
el lema de sus colegios: "Adelante, siempre adelante, Dios
proveerá"), santa Carmen viajó a Madrid. En la Colegiata de San Isidro, ante la Virgen del Buen Consejo, la
religiosa confió todos su proyectos a María. Después de orar, comentó a sus
compañeras: "Es voluntad de Dios. Vamos a Burgos. Allí trabajaremos y
lucharemos con lo que se presente". En esa ciudad, en 1892, funda las
Madres Concepcionistas de la Enseñanza. Una congregación que nació para prevenir
que las mujeres cayeran en la exclusión y
que hoy tiene colegios en 14 países y cuenta con 67 comunidades y miles de
alumnos.
"Caminar por los mismos lugares que Madre
Carmen Sallés recorrió es un regalo. Delante de sus restos, ante los que me
postro con mucha frecuencia, le pongo las necesidades de cada uno de los niños y de sus familias,
de la familia concepcionista y de nuestro mundo, tan necesitado de educadores
que lo hagan desde los valores de la fe, desde la asimilación del estilo de
Jesús", comenta Madre Teresa. Sin embargo, recorrer con tranquilidad los
lugares en los que vivió su fundadora no fue siempre fácil para las hermanas que vinieron
después de ella.
A principios del año 1931, durante la
República, los religiosos no tenían permitido dar clase y, por tanto, el
centro, cuyos terrenos fueron comprados en 1908, tuvo que cerrar o, mejor
dicho, trasladarse de
sitio. Las concepcionistas alquilaron entonces un piso donde establecieron una
"academia" a la que llamaron Mariano Argüelles ("Mariano" por
la Virgen y "Argüelles" por el Barrio). En realidad, habían
trasladado el colegio a la
calle de al lado. Vestidas de seglar, dieron clase en aquel lugar hasta
1936. Cuando llegaba la inspección, guardaban los objetos religiosos y luego
los volvían a poner. El terror de aquellos años en Madrid no les iba a impedir
trabajar ni un minuto por la educación de las hijas más necesitadas de la
sociedad.
El
encuentro con la Inmaculada
Es en esta época, mientras el edificio del
colegio estaba tomado por los milicianos, cuando las religiosas esconden a una
Virgen y un Cristo en la tienda de objetos religiosos Palomeque, en la calle Arenal. Después de la guerra, cuando
la madre superiora fue a recogerlos, se arrodilló ante ellos, los adoró, lloró
y se los llevó al colegio. Ahora, estas imágenes se pueden contemplar en el
centro. Algo similar ocurrió con el reclinatorio donde rezaba siempre la propia Carmen
Sallés. Cuando los republicanos arrasaron el colegio, llevándose todo, debió
ser que se arrepintieron y esta pieza fue abandonada en la boca del metro de Ventura Rodríguez.
Pero sin duda, la vivencia más significativa de
todas las relacionadas con el colegio tiene lugar cuando está a punto de morir,
precisamente, la mujer que había soñado con verlo construido: Santa Carmen Sallés. Un
día, muy enferma ya del hígado, la fundadora pidió a una religiosa compañera
que se apartara de la
ventana porque no dejaba pasar a la Virgen. Santa Carmen había sentido
la presencia de la Inmaculada, esa que desde niña tanto había querido, que le
cogía de la mano como hija para llevársela con Ella. La fundadora se marchaba así habiendo
cumplido su último deseo: que la orden tuviera un colegio en Madrid.
Para conmemorar el 125 aniversario del Colegio
de las Madres Concepcionistas de la calle Princesa, el cardenal arzobispo de
Madrid, Carlos Osoro,
oficiará una misa el sábado 8 de
octubre, a las 18:30h, en la Colegiata de San Isidro. Un lugar muy especial
para una orden que siempre recordará a esta incansable santa que dedicó cada
esfuerzo de su vida a querer, educar, y proteger a la mujer.
Fuente: Juan Cardoso
Fuente: ReL