El Cardenal Willem Eijk, Arzobispo de Utrecht (Países Bajos) explicó por qué la Iglesia Católica no puede bendecir parejas gay, luego que los obispos de Bélgica publicaron una bendición para uniones homosexuales
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Imagen referencial. Crédito: Pxhere |
El 20 de
septiembre, los obispos flamencos de Bélgica publicaron la declaración “Estar
pastoralmente cerca de las personas homosexuales: por una Iglesia acogedora que
no excluye a nadie”.
Al respecto, el
Cardenal dijo que eso, “para los católicos que aceptan las enseñanzas de la
Iglesia, no fue una sorpresa agradable. En la citada declaración, de hecho, los
obispos flamencos ofrecen la posibilidad de bendecir a las parejas homosexuales
como una relación duradera y monógama”.
En un artículo
publicado en la Bussola
Quotidiana el 27 de septiembre, el Cardenal explicó que los obispos
hicieron la declaración “sobre la base de su interpretación de algunos pasajes
de Amoris Laetitia (AL), la exhortación postsinodal emitida por el Papa
Francisco” en 2016.
El documento
pontificio, explica el Purpurado, anima a que las personas en relaciones
irregulares como una pareja homosexual, lleguen “a comprender que su relación
va en contra del orden de creación de Dios y, por lo tanto, es moralmente
inaceptable”.
“Las personas
que tienen una relación sexual con una persona del mismo sexo son bienvenidas
en las celebraciones de la iglesia, aunque no pueden recibir la comunión o
participar activamente en la celebración”, precisó el Arzobispo.
¿Por qué la
Iglesia no puede bendecir el pecado?
El Cardenal
Eijk describe que “en la oración comunitaria con motivo de la bendición de las
parejas homosexuales, dicen los obispos flamencos, la comunidad reza ‘para que
la gracia de Dios obre’ en la pareja homosexual para que puedan cuidarse el uno
al otro y a la comunidad en general”.
Sin embargo,
advierte, “no podemos orar para que la gracia de Dios actúe en una relación que
no está en conformidad con su orden de creación”.
“Los obispos
flamencos no dicen explícitamente que las relaciones homosexuales sean
justificables. Sin embargo, incluso la formulación de la oración comunitaria en
su modelo litúrgico para la bendición de las parejas homosexuales sugiere que
las relaciones entre personas del mismo sexo pueden justificarse moralmente”,
alerta el Cardenal.
“La Palabra de
Dios contenida en las Escrituras califica de manera inequívoca e innegable las
relaciones homosexuales como pecado”, recuerda el Purpurado.
Con esto,
prosigue, “existe el riesgo de que el católico medio, que generalmente sabe muy
poco sobre su propia fe, se desvíe y empiece a pensar que las relaciones
sexuales duraderas y monógamas entre personas del mismo sexo son moralmente
aceptables”.
“Si las parejas
homosexuales en relaciones sexuales duraderas y monógamas pueden recibir una
bendición, ¿no debería ser posible lo mismo en las relaciones sexuales
duraderas y monógamas de un hombre y una mujer, que viven juntos sin estar
casados?”, cuestiona luego.
Permitir
entonces “la bendición de las parejas homosexuales conlleva el gran riesgo de
desinflar las bendiciones y socavar la enseñanza de la Iglesia sobre la
moralidad del matrimonio y la ética sexual”.
Por ese motivo,
resalta el Cardenal Eijk, “los católicos que aceptan las enseñanzas de la
Iglesia, incluso en materia de moralidad sexual, esperan fervientemente que
pronto los círculos eclesiásticamente competentes pidan a los obispos flamencos
que retiren su declaración y que éstos se adapten”.
El peligro de
“la transición de la bendición al matrimonio”
“Las
bendiciones son sacramentales, no sacramentos. Los obispos flamencos también
declaran explícitamente que la bendición de las parejas del mismo sexo no es un
matrimonio”, explica el Arzobispo de Utrecht.
La oración que
los obispos belgas sugieren para una pareja homosexual “muestra una analogía
inequívoca con el sí que el hombre y la mujer se pronuncian durante la
ceremonia del matrimonio”.
“El temor, por
tanto, no es infundado: la transición de esta bendición al matrimonio entre
personas del mismo sexo no es un gran paso y será posible en un futuro
próximo”, alerta el Purpurado.
Tras subrayar
que “la bendición no presupone solo una buena intención por parte de quien la
recibe”, el Cardenal resalta que “lo que es bendecido debe corresponder también
al orden de la creación de Dios: Dios creó el matrimonio como un don total y
recíproco del hombre y la mujer, que encuentra su culminación en la procreación
(Gaudium et spes, n. 48; cf. n. 50)”.
“Las relaciones
sexuales entre personas del mismo sexo no pueden conducir por sí mismas a la
procreación. Por tanto, no pueden ser una expresión auténtica a nivel corporal
de la total entrega recíproca del hombre y la mujer, que es esencialmente el
matrimonio”.
Por todos esos
motivos, resalta el Cardenal, “no se puede bendecir situaciones que son
objetivamente incorrectas desde un punto de vista moral. La gracia de Dios no
brilla en el camino del pecado”.
Esto, por
supuesto, “no impide que los homosexuales solteros reciban una bendición. Sin
embargo, no es moralmente lícito bendecir la relación entre personas del mismo
sexo como tal”, precisa.
El no del
Vaticano a la bendición de uniones homosexuales
El Arzobispo de
Utrecht señala asimismo que “con esta declaración que permite la bendición de
parejas homosexuales, los obispos flamencos van en contra de la declaración de
la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y los obispos flamencos también
están obligados por ella”.
La Congregación
para la Doctrina de la Fe emitió su última declaración sobre las bendiciones a
personas del mismo sexo el 15 de marzo de 2021, en un documento conocido
como Responsum ad dubium (“Respuesta a una pregunta”).
En respuesta a
la pregunta: “¿Tiene la Iglesia el poder de dar la bendición a las uniones de
personas del mismo sexo?”, la Congregación respondió: “Negativamente”.
La declaración del
Vaticano, emitida con la aprobación del Papa Francisco, desató protestas y un
abierto desafío en el mundo católico de Alemania, donde muchos sacerdotes y
agentes de pastoral desafiaron abiertamente al Vaticano y celebraron ceremonias
de bendición de parejas del mismo sexo en mayo de 2021.
Lo que la
Iglesia Católica enseña sobre la homosexualidad
La enseñanza
católica sobre la homosexualidad está resumida en tres artículos del Catecismo
de la Iglesia Católica: 2357, 2358 y 2359.
En estos
artículos la Iglesia enseña que los homosexuales “deben ser acogidos con
respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de
discriminación injusta”.
La
homosexualidad como tendencia es “objetivamente desordenada” y “constituye para
la mayoría de ellos (los homosexuales) una auténtica prueba”.
Apoyado en la
Sagrada Escritura, la Tradición ha enseñado siempre que “los actos homosexuales
son intrínsecamente desordenados”, “no proceden de una verdadera
complementariedad afectiva y sexual”, y por tanto “no pueden recibir
aprobación en ningún caso”.
“Las personas
homosexuales están llamadas a la castidad” y “mediante el apoyo de una amistad
desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse
gradual y resueltamente a la perfección cristiana”.
Por Walter
Sánchez Silva
Fuente: ACI
Prensa