Yo tengo un Cristo sin cruz, y tú tienes una cruz sin Cristo". La vida de excesos del siguiente protagonista iba camino de superar todos los límites medianamente permitidos cuando escuchó esta misma frase sobre los escenarios.
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P. José Lorenzo Henríquez (Fot.@GuardianCatolic). Dominio público |
José
nació en Caracas en 1959 y es hijo del famoso intérprete Tomás Henríquez.
Durante su vida iba a desarrollar una carrera profesional de éxito, como actor,
director y dramaturgo de teatro, cine y televisión. Cuando había tocado fondo
en su vida, solo podía dar un paso más y era para levantarse. Esa mano extendida se la iba
brindar: Mi Cristo roto. Desde
aquel momento, la vida de José quedaría para siempre marcada por la enorme
influencia de esta obra escrita en 1963 por el sacerdote jesuita Ramón Cué.
El fracaso que le llevó a emigrar
Corría
el verano de 2009 cuando algunos medios de comunicación venezolanos echaban el
cierre por orden del Gobierno chavista. Muchos trabajadores eran despedidos,
con las consiguientes dificultades que ello suponía para todas aquellas
familias. Entre una de las personas que perdían el trabajo estaba José Lorenzo,
un actor con más de 36 años de carrera, 20 de ellos en la cadena RCTV. Después
de interpretar decenas de papeles
de telenovelas había decidido marcharse Colombia para seguir
progresando.
Cuando
desembarcó en el país vecino, Lorenzo ya sabía de la existencia de la obra del
padre Cué. Pensó que sería
buena idea poder representarla en alguna parroquia de Cali. "No
era creyente ni nada de eso, simplemente era una forma de trabajar y mantenerse
activo como artista", comentó al dar su testimonio, el pasado 27 de agosto
en Guatire (Venezuela). La parroquia dio el visto bueno y se puso todo a punto
para realizar la representación.
"La gente compró empanadas,
zumos y objetos para vender, todo iba a ser en beneficio de la parroquia. Pero
llegó el esperado sábado; eran
las siete y media de la noche y el actor nunca llegó", comentó
Lorenzo. "Aquella gente se quedó con las ganas de ver la puesta en escena
y hacer sus ventas. Todo fue un fracaso", relató el actor a los presentes.
La tragedia de las drogas
El
porqué de esa ausencia tan inesperada iba a revelar el drama tan profundo que
atravesaba José en su interior en ese momento. "El actor nunca llegó
a presentar la obra porque estaba
consumiendo drogas debajo de un puente", confesó. Sin embargo, a pesar
de haber defraudado al sacerdote y a los parroquianos, estos lo volvieron a
acoger tiempo después, sin hacerle ningún reproche.
Pero,
su vida de desenfreno iba a continuar. "Lamentablemente, el hecho es que
aquel hombre continuó en ese hueco tan malo que es la droga. Siguió con su mala
vida, en una situación
casi de indigencia y hasta comenzó a robar para poder conseguir la droga", señaló
Lorenzo sobre su propia vida. Aun así, Dios tenía unos planes más grandes para
él.
"En
el plan de Dios estaba, afortunadamente, meterme en ese hueco tan
profundo, para que lo pudiera conocer a Él. Dios se mete en nuestro pecho para
ablandarnos el corazón", apuntó Lorenzo. En 2012, a través de un programa de
rehabilitación, fue saliendo de esa difícil situación. Un año después
asistiría a un cursillo cristiandad y retomaría, con bastante éxito, la
representación de Mi Cristo roto. Una obra que
daría la vuelta a su vida y que le ha llevado a diversos teatros de Colombia y
de toda Venezuela.
"Llega
un momento en el que dices: ya es suficiente. Es hora de decirle a Dios que,
con el talento que me dio, quiero pagarle. Este talento de artista, aunque
genéticamente me lo dio mi padre, realmente a quien se lo debo es a Dios. Por
eso quiero retribuir con un trabajo evangelizador desde el teatro", señaló en una entrevista a la web Aleteia. Y,
concluyó, con el mensaje central de Mi Cristo roto y, de su propia vida: "Lo dice al final de la
obra: amaos los unos a los otros".
J. C.
Fuente: ReL