Rodaba una película donde interpretaba al Padre Pío y convivió con una comunidad capuchina
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Shia Labeouf se había planteado el suicidio y arrastraba numerosos problemas hasta que encontró a Dios en la Iglesia. |
Hace unos días el mundo católico recibió la gran noticia de la conversión del
conocido actor Shia LaBeouf, que ha participado en películas como Indiana
Jones y la Calavera de Cristal o Transformers. Lo
anunciaba en una conversación con el obispo Barron y mientras está rodando una película sobre el Padre Pío,
santo que ha influido enormemente en este camino de fe.
De hecho, Shia ha
estado conviviendo largamente con una comunidad de capuchinos en
Italia para preparar su papel para empaparse del estilo de vida del santo. Esa
convivencia ha sido decisiva en su transformación.
El actor había estado apartado de la actividad profesional debido
a numerosos problemas personales. Ha tenido serios dificultades con el alcohol y la Justicia, y ha
tenido episodios de estrés postraumático. Incluso llegó a plantearse
el suicidio. Y entonces apareció Dios.
El sacerdote Roger
Landry, que pertenece a la Diócesis de Fall River (Massachusetts) y ha sido
designado por los obispos de EEUU como “predicador eucarístico nacional”,
explica en el National Catholic Register nueve
lecciones que se pueden sacar de la conversión de este artista.
“Hay
mucho que podemos aprender de su historia de conversión,
especialmente los elementos que Dios usó para sacarlo de una vida infernal que
él mismo describe, de ser ‘muy bueno atacando al catolicismo porque me hacía
sentir superior’ a ser lo suficientemente humilde para arrepentirse, creer en y
vivir el Evangelio”, comenta el padre Landry.
Por lo conocido que es por millones de personas que han visto sus
películas y también por el descenso a los infiernos que vivió LaBeouf, este
sacerdote cree que es
bueno para la Iglesia saber qué lo atrajo y podría atraer a otros.
En primer lugar, Landry afirma que Shia LaBeouf fue atraído por la forma en
que la vida católica es una "inmersión total". Implica
razón, voluntad y sentimientos. Buscó la integridad y, para su sorpresa, la
descubrió en la vida católica.
En segundo lugar, el actor anhelaba un sentido de conexión y lo encontró con los
capuchinos. Su fraternidad acogedora, realista y sincera lo atrajo
totalmente
El tercer punto fue el hecho de cómo quedó cautivado con la Misa, especialmente la tradicional en
latín, que tuvo que aprender para prepararse su papel del Padre Pío. Para él,
asistir a ella le hacía sentir que se le estaba compartiendo “un secreto”. Lo
envolvió con un sentido de la realidad de Dios y lo sagrado.
En cuarto lugar, Shia LaBeouf confesó que uno de los elementos que
más le conmovieron fue el ver cómo grandes conversos le habían precedido en este camino. Él
mismo habló del impacto que le generaron las figuras de San Agustín y San Francisco de
Asís , pero principalmente del hermano capuchino Jim Townsend, un estafador que
asesinó a su esposa embarazada y pasó 20 años en prisión, pero que se convirtió
y terminó pasando 39 años como capuchino. Vio que si con todo lo que
Townsend había hecho la Iglesia lo recibió, también había esperanza para
él.
La quinta lección está relacionada con la oración. Al actor hubo que enseñarle a
rezar porque antes lo veía como “memorizar las palabras de otra
persona”. Pero cuando un fraile capuchino y el propio obispo Barron le
explicaron cómo manejar la tranquilidad y pasar del silencio a pensamientos y
obras de amor, todo empezó a encajar.
En sexto lugar cabe destacar que LaBeouf anhelaba en este proceso
encontrarse con un Jesús masculino. “Mi opinión de Cristo en este punto
es que lo sentía casi como si estuviera leyendo sobre un budista, un [hombre]
muy suave, frágil, que todo lo ama, que todo lo escucha, sin ferocidad ni
romance”. Esa impresión se vio reforzada por el "arte que había
visto", que presentaba representaciones de Jesús "muy suaves y más
feminizadas". Leyendo el Evangelio, guiado por la fuerte influencia de un
capuchino, llegó a
comprender la diferencia entre debilidad y mansedumbre, y a captar
cómo la mansedumbre, como Jesús demostró a lo largo de su vida, es cumbre de
fortaleza.
La séptima lección es el descubrimiento de un “propósito” en la vida, lo que
vio que los católicos llamarían vocación. Un capuchino le enseñó que el discernimiento
pasa por descubrir los talentos que Dios le ha dado y determinar cómo podía
usarlos para ayudar a los demás. LaBeouf pensó que su único talento era
"sangrar frente a la gente", algo que aparece en varias de sus
películas. ¡Eventualmente comprendió cuán apropiado era ese conjunto de
habilidades para representar al estigmatizado más famoso del mundo moderno!
En octavo lugar, el
actor tuvo que aprender el significado redentor del sufrimiento. Pensó
que el sufrimiento que había soportado y causado hasta entonces era “inútil”.
Un capuchino lo ayudó a ver cómo “el sufrimiento es en realidad un regalo”, una
comprensión que llevó a LaBeouf incluso a agradecer a la mujer que lo había
acusado de abuso sexual, quien dijo que “le salvó la vida”, a través de la
vergüenza que tuvo que soportar como resultado de sus acusaciones y el dolor
que él había causado.
Todas estas lecciones se integraron, y este es el noveno y último
punto, en el Padre Pío,
a quien LaBeouf llegó a conocer como “uno de los santos más respetados y amados que jamás haya
honrado la tierra”. Sumergirse en su vida en medio de sus compañeros
capuchinos, tratando de imitar la forma en que celebraba la Misa, oraba,
buscaba y dispensaba la misericordia de Dios, lidiaba con el sufrimiento y el
rechazo, oraba desde el amanecer hasta el anochecer, desafiaba varonilmente a
otros a la santidad y vivió su vocación capuchina con inmensa fe, esperanza y
caridad— ha sido para LaBeouf una tremenda escuela que, asimismo, “me salvó la
vida”.
Fuente: ReL