La tradición ha estado paralizada dos años por la pandemia. Se han presentado 22 bebés
![]() |
| Los bebés presentados junto a sus familia. Foto: Torreciudad. Dominio público |
En esta ocasión, han participado
familias de las cercanas poblaciones de Artasona, Graus, Monzón y Barbastro, y
otras que veranean en la zona procedentes de ciudades como Madrid, Barcelona,
Valencia, Pamplona, Sevilla y Zaragoza. En total, han sido ofrecidos por sus
padres 22 bebés, 10 niñas y 12 niños, algunos de ellos con muy pocos días de
vida.
El rector del santuario Ángel
Lasheras ha celebrado la Misa con la que han comenzado los actos. En ella, ha
cantado la mezzosoprano valenciana Cristina Gallud, acompañada por la organista
titular de Torreciudad, Maite Aranzabal.
Tradición milenaria
En su homilía, el rector ha
subrayado que «esta fiesta bien podría llamarse la fiesta de la continuidad,
porque en este nuevo santuario se perpetúa una historia de amor que empezó hace
casi mil años en la ermita a la que bajaremos luego en procesión».
También afirmó que «en Torreciudad
la actitud de la Virgen es de escucha atenta a lo que sus hijos le cuentan.
Siempre nos mira, nos contempla, nos atiende, y está pendiente de nuestros
pequeños gestos, de toda nuestra vida. Ella es la puerta privilegiada para
acceder a Jesús, porque en el centro del corazón de María lo que encontramos es
el corazón de Cristo, Dios con nosotros».
Al término de la Eucaristía, las
familias han recorrido en procesión el sendero, llamado de los Dolores y gozos de san José, desde la explanada
hasta la ermita. Mientras rezaban el rosario, han acompañado a la imagen
peregrina de la Virgen de Torreciudad, réplica de la original, adornada con
flores y colocada sobre unas andas de madera. Al llegar, han cantado los
antiguos Gozos a la Virgen de Torreciudad y han ofrecido
diversos productos de la tierra.
Una canasta de mimbre
Después, y según manda la costumbre,
el rector ha introducido por turno a los bebés en una canasta de mimbre
colocada en uno de los brazos de la antigua balanza, forjada en hierro y puesta
bajo uno de los arcos del porche para la ocasión. Los padres han hecho el
ofrecimiento de la niña o el niño a la Virgen y han igualado el peso de la
criatura poniendo ofrendas de sus lugares de origen en el otro plato de la
báscula.
En esta ocasión, la antigua balanza
ha pesado aceite, paletas de jamón, vino, embutidos, manzanas, melones, arroz y
varios productos de huertas aragonesas, navarras, valencianas y catalanas.
Estos alimentos se distribuyen después entre familias necesitadas de la zona en
colaboración con Cáritas Diocesana de Barbastro-Monzón.
«Es el futuro»
La alcaldesa de El Grado, Mª Carmen
Obis, acompañada de María José Olivera, concejal en el municipio gradense, ha
destacado que «había muchas ganas de volver a celebrar estas tradiciones como
siempre, tal y como se han vivido desde hace muchísimos años, como recuerdo que
me contaban mis padres, por ejemplo». Y con mucha simpatía ha dicho que
«Torreciudad pertenece a Secastilla, pero por proximidad, en realidad es de El
Grado». Por su parte, Maite Bardají, alcaldesa de La Puebla de Castro, ha subrayado
«la ilusión con la que volvemos a participar en estas jornadas tan entrañables,
y es una maravilla ver en este día cómo a nuestro territorio vienen tantas
familias jóvenes con niños, claramente es el futuro».
Tras la tradicional foto de grupo de
todos los padres con sus bebés, los actos han terminado con el popular reparto
de La Caridad, piezas de torta elaborada en el horno de Secastilla, municipio
al que pertenece el santuario, y vino elaborado en la pedanía de Ubiergo y
servido en porrones, gentileza de Bodegas Obergo.
Fuente: Alfa y Omega
