La impresión que se llevó tras ese encuentro, concluye, es "la de un hombre que, a pesar de su fragilidad, transmite serenidad, gracias -creo- a una intensa vida hecha de oración
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El P. Federico Lombardi, a la izquierda de la foto, visita a Benedicto XVI en presencia de su secretario, el arzobispo Georg Gaenswein. |
Benedicto XVI le designó
en 2006 director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, así que vivió muy de
cerca todo su pontificado, así como los tres primeros años de Francisco, hasta su
sustitución en 2016.
Actualmente
acaricia uno de sus sueños más antiguos, al ser uno de los encargados de la Positio para
la causa de beatificación del jesuita Matteo Ricci (1552-1610), apóstol de China, y preside
la Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.
En
una entrevista concedida por todos estos motivos al Avvenire, periódico de la conferencia
episcopal italiana, el padre Lombardi evoca su relación con el anterior
Pontífice y su último
encuentro.
Teólogo y humilde
"Tras
una cierta capa de timidez, debida al hecho de ser un hombre de estudio, el
Papa Ratzinger es un hombre no solo afable, sino que me ha hecho siempre sentir
muy cómodo. Lo definiría como un
Papa teólogo con las ideas muy claras", explica.
Su renuncia fue para él
"inesperada", a pesar de que ya en 2010 había abierto esa posibilidad
en su libro-entrevista con Peter
Seewald. La atribuye a que había sentido, tras su viaje a Líbano en 2012,
ya con 85 años, que le faltaban las fuerzas. "Lo que impactó a todos fue la serenidad y el desapego"
con los que abandonó el papado.
Destaca
la "humildad"
como uno de sus rasgos característicos, y pone como ejemplo que despachaba
siempre con él en italiano (a veces, incluso en presencia de su compatriota y
secretario personal Georg
Gänswein), a pesar de que Lombardi habla perfectamente el alemán, pues
cursó en Frankfurt sus estudios de Teología.
"Preparado"
La
última vez que Lombardi ha visto a Benedicto XVI fue el 7 de mayo, para informarle
sobre los premios de la fundación que lleva su nombre.
"Habla
con un hilo de voz",
afirma, y en ocasiones necesita la ayuda de Gänswein para expresar su
pensamiento. Pero "conserva todavía una lucidez mental formidable. Tiene una memoria y una
capacidad para relacionar las cosas verdaderamente notables para su edad. Todo
esto se ve por la calidad de sus preguntas y de sus respuestas".
La
impresión que se llevó tras ese encuentro, concluye, es "la de un hombre
que, a pesar de su fragilidad, transmite serenidad, gracias -creo- a una intensa vida hecha de
oración. Se despide siempre regalándote una bellísimas sonrisa y se siente preparado para el encuentro
definitivo con el Señor".
Fuente: ReL