“Dios no manda males, es la vida, y Él nos da la fuerza y la gracia de saber llevarlo”
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“Dios no manda males, es la vida, y Él nos da la
fuerza y la gracia de saber llevarlo”. |
Estas son las palabras de Pablo Delgado de la Serna,
fisioterapeuta y profesor de universidad que con tan solo 16 años supo que toda
su vida dependería de una máquina.
30 años más tarde, después de tres trasplantes de riñón fallidos, la amputación de una pierna y un
tumor superado, su sonrisa y ejemplo inspiran a miles de
personas cada día.
Hoy, 6 de junio -Día Mundial del Paciente Trasplantado-, ACI
Prensa conversó con Pablo, cuya experiencia de vida le ha enseñado que la “locura de la Cruz es hacer del
sufrimiento un grito de amor a Dios” (Benedicto XVI).
30 años de regalo
“Con 6 meses tuve una cosa que hoy en día no es un problema,
porque te lo dicen en las ecografías que existen ahora”.
“Tuve lo que se llamaba reflujo vesical. Fue mi padre el que se
dio cuenta y los médicos me dieron menos de un año de vida”, explicó Pablo a
ACI Prensa.
Tras la noticia, sus padres hicieron todo lo posible y
consiguieron finalmente un buen médico para operarlo. “La diálisis y el
trasplante han sido parte de mi educación y fue oficial en plena adolescencia,
cuando tenía 16 años”.
Su primer trasplante de riñón fue a los 17 años, más
tarde se sometió a otro a los 24 y también a los 28. “Todos los órganos han
sido de gente fallecida. Es un acto de generosidad que te hace sentirte en
deuda con la humanidad”.
“Por eso me he ido a África, para atender a la gente, he sido sanitario para ayudar a los
demás y ahora tengo un blog para ayudar a la gente. Al final yo
llevo 30 años de regalo; 8 de diálisis y 22 trasplantado”.
“Todo gracias a gente que ha investigado, a personas que me han
dado un riñón incluso después de muerta, un acto de generosidad brutal. Y esta
es mi forma de dar las gracias”, aseguró Pablo.
“La falta de alegría es falta de confianza en Dios”
Pabló recordó los años de su adolescencia, una época difícil en la
que se sentía diferente a los demás. “No hay nada peor que ser el distinto, el
raro, y estar enfermo es la forma más grande de ser raro. La adolescencia me costó mucho
y no entendía cómo Dios podía mandarme esto”, recordó.
“Después de un enfriamiento en mi fe, con los años entendí que
Dios no me lo mandaba, sino que la vida te pone pruebas, en parte probablemente
por la libertad del pecado original. Entendí que Dios, al contrario de mandarme
cosas malas, me daba la fuerza y la Gracia de saber llevarlas”, aseguró.
Tras su alejamiento de Dios, Pablo explicó que vivió “un proceso
de hacer las paces y de asumir mi realidad. Hice las paces no sólo con Dios,
sino conmigo mismo”.
“Y en ese
proceso fui ganando una fe absoluta y me di cuenta que
dejándome hacer voy a estar bien, y revelándome voy a estar peor y encima no
voy a ser feliz”.
A continuación, subrayó las palabras del Papa Francisco, quien en
más de una ocasión ha asegurado que “un cristiano debe ser alegre”, y aseguró
que “una falta de alegría es una falta de confianza en Dios”.
“No sé lo que me espera por delante ni cuánto viviré ni cómo
viviré, pero sé que soy una persona con mucha suerte y que soy un afortunado”,
defendió.
El regalo de la vida
“Un problema de salud siempre es una desgracia que hay que asumir.
Muchas veces digo que también hay que dejarse caer, llorar y hundirse para
coger fuerzas de una forma más optimista. El sufrimiento no desaparece, pero no
podemos ver sólo lo malo”, explicó.
“Si me pongo a pensar en sólo lo malo, y me centro en mis
problemas, caigo en la desgracia. Hay muchas cosas que puedo hacer, y otras que
no. Pero si me encierro en lo que no puedo hacer, la vida es una amargura, ya
esté enfermo o sano”.
“El problema -continuó Pablo-, es que la sociedad de hoy nos vende
que todo tiene que ser material, el éxito, y cuando miramos atrás en la
vida, al final lo
que nos queda son las personas, los abrazos, los gestos”.
“Muchas veces perdemos
las fuerzas de nuestros mejores años en coleccionar cosas que no dejan huella.
Es un regalo estar aquí, simplemente el hecho de estar vivo es un regalo
enorme”, aseguró.
También explicó que en los momentos difíciles le ayuda mucho el
pasaje de Getsemaní: “Si Dios duda, cómo no voy a dudar yo. Hay que hacer la
voluntad de Dios, pero eso me ayuda mucho”.
“Todos los problemas me han aportado más en riqueza personal de lo
que me han robado. Cada día para mi es una fiesta y algo que
celebrar, cuando estás al borde del abismo es cuando eres consciente de lo que
tienes”.
Con motivo del día del trasplantado, Pablo quiso transmitir su
ánimo a cualquiera que esté pasando por lo mismo, “porque la enfermedad es dura
y difícil pero hay otras cosas que son importantes, como descubrir nuestra
capacidad interna o las personas que están a tu lado”.
“El
trasplante es el mayor regalo que te pueden hacer. Es una
sensación indescriptible de gratitud hacia alguien te da parte de su vida, y
esa persona sigue viva en nosotros”.
“Bajo tu manto sagrado, mi Madre aquí me dejó”
“Mis padres son dos personas con mucha fe y yo fui al colegio de
los Jesuitas, donde tuve una formación Mariana muy grande”, dijo Pablo.
“Todavía me acuerdo de una estrofa del himno del colegio: ‘Bajo tu
manto sagrado, mi Madre aquí me dejó. Señora ya eres mi madre, no me abandone
tu amor.’ Y yo
esa frase me la repito siempre en los días difíciles”.
“Una madre no abandona a su hijo, y mucho menos la Virgen, y eso
me ayuda a seguir adelante. La vida viene como viene y lo que hay que hacer es
intentar ser felíz y dar gracias a Dios con la vida, con el ejemplo y con
coherencia”, defendió.
El pasado 19 de abril, después de casi dos años y medio de baja
debido a la amputación de una pierna y un tumor que le encontraron en un riñón,
Pablo volvió a dar clases a sus alumnos de la Universidad Francisco de Vitoria.
“Me llevo muy bien con muchos de mis alumnos, me siguen en
instagram @untrasplantado,
donde van viendo distintas cosas. Les ha llamado la atención la forma de
afrontar los problemas y la coherencia”.
“Yo tengo unos muy visibles y llamativos pero todos tenemos
problemas. Les ayuda ver mi fe, mi fortaleza, ver que siempre voy con una
sonrisa”.
“Descubrir que en la vida hay algo más que es estar bien o
mal. La gran
mentira de la humanidad es cuando la felicidad va ligada a la salud,
y eso no es así, yo he sido una persona muy feliz”, aseguró.
Pablo también habló de su mujer y su hija, su “pilar fundamental”
y “un regalo divino” por el que no para de dar las gracias a Dios, ya que “me
dan cada día la fuerza que la salud me quita”.
Diario de un trasplantado
En 2020 publicó su libro “Diario
de un trasplantado”, que escribió “como una forma de
apostolado, en el hablo de cómo la enfermedad me ha ayudado a valorar el regalo
que es la vida”.
“También doy muchas conferencias, donde veo que personas que
llevan alejadas de Dios de repente se han acercado. Después de una conferencia
que hice hace poco, me
enteré de que un señor se confesó después de 40 años, y solo por eso merece la
pena”.
“Con mi enfermedad firmé un cheque en blanco con Jesús, en el que
le dije que venga lo que tenga venir, pero que me diera fuerza para
afrontarlo”, concluyó.
Por Almudena Martínez-Bordiú
Fuente: ACI Prensa