El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, recordó en su carta semanal, que mayo es el mes de María y que “ofrecerle a ella cada día alguna flor supone querer agradarle y hacer lo que nos dice su Hijo, vivir en sintonía con su corazón”
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Imagen referencial. Crédito: Gabriella Clare Marino / Unsplash. |
El mes de
María, destacó, también coincide con el tiempo de Pascua: “los cincuenta días
que van desde la resurrección hasta la venida del Espíritu Santo en
Pentecostés, en que vivimos la nueva vida del Resucitado, que a través de su
Palabra y los sacramentos llega hasta nosotros”.
“Particularmente,
la Eucaristía por la que Jesús continúa vivo a nuestro lado y nos alimenta con
el pan de vida. ‘El que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que
yo le daré es
mi carne para la vida del mundo’. María nos da en cada eucaristía la carne
de Cristo, la que ella le dio a Jesús en su vientre virginal.” apuntó el Prelado
en su carta.
Mons. Fernández
destacó que fue la Virgen María quien nos preparó para recibir al Espíritu
Santo rezando con los apóstoles, “que venga este mismo Espíritu Santo y nos
congregue en la unidad, en su Iglesia, a nivel de toda la humanidad, de manera
que sea el Espíritu el que nos mueva, no nuestros intereses y gustos”.
“Que nos
convierta en ofrenda permanente, para que nuestra vida sea dada con Cristo
para la vida del mundo”, expresó.
Al destacar la
aparición de la Virgen de Fátima este 13 de mayo, Mons. Fernández dijo que “ha
sido un acontecimiento que ha movido la historia de nuestro tiempo”.
“María se
dirige a unos niños inocentes y ajenos a la marcha de la historia, en un lugar
recóndito de la geografía mundial y les pide incorporarse al plan redentor de
su Hijo con la oración y la penitencia, por los pecadores. Así de sencillo”,
explicó.
El Prelado dijo
que “la enorme catástrofe de la humanidad es el pecado de cada uno, que unido
al de los demás se eleva a enésima potencia, además del pecado original que
está en la base.”
“¿Quién podrá
revertir ese ‘desorden internacional’ del pecado, tan viejo como la misma
humanidad? El amor vivido en el corazón inmaculado de María, en sintonía
perfecta con el corazón de Cristo, que nos invita a vivirlo con ella y como
ella”.
“El pecado no
es la última palabra. La redención de Cristo, ofrecido por amor en la Cruz y
resucitado para nuestra salvación, es el ‘nuevo orden internacional’, el que
será capaz de cambiar los corazones y situarlos en la órbita del amor generoso
y oblativo, el que generará la paz que tanto necesitamos”, destacó el Prelado.
Para leer el
texto completo de la carta puede ingresar AQUÍ.
Por Marta Gómez de Castro