El testimonio de Mattia Piccoli, que cuida a su padre enfermo de Alzheimer, conmovió a los jóvenes de las diócesis italianas que se reunieron con el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro
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Mattia Piccoli lee su testimonio ante el Papa Francisco el lunes 18 de abril 2022 (Vatican Media) |
"Ayudo a
mi padre como un acto de amor", dijo el niño de 12 años, que recibió el
título de Alférez de la República Italiana de manos del Presidente Sergio
Mattarella.
A veces son los
más jóvenes los que tienen el amor y coraje más grande. Del evento festivo en
la Plaza de San Pedro que vio al Papa Francisco reunirse con una multitud de
adolescentes italianos, quedará impreso en la memoria de todos el testimonio de
Mattia Piccoli, de 12 años, que hace unos años se convirtió en el ángel de la guarda
de su padre enfermo de Alzheimer. En diciembre del año pasado, Mattia recibió
de manos del Presidente Sergio Mattarella la distinguida condecoración de
Alférez de la de la República. "Por el amor y el cuidado con el que sigue
diariamente la enfermedad de su padre y le ayuda a combatirla", se lee en
la motivación del Quirinale. Ayer, Mattia dio testimonio de ese amor y cuidado
con la espontaneidad de un adolescente que tuvo que "crecer"
rápidamente para ayudar a su padre Paolo. "Nunca he hecho nada sin querer
o por obligación", dijo, mientras el Papa y los jóvenes le escuchaban
atentos y emocionados: "Quise ayudar a mi padre como un acto de amor,
pensando en todo lo que él había hecho por mí". Mattia relató que de niño
sólo pensaba en jugar, pero de repente empezó a notar que su padre ya no
parecía ser él, parecía diferente y a veces se olvidaba de hacer las acciones
más importantes como recogerle del colegio.
"No
entendía muy bien lo que le estaba sucediendo a mi padre -confiesa-, pero el 19
de diciembre de 2016 nos dieron la noticia que cambiaría la vida de mi familia:
a mi padre le diagnosticaron el Alzheimer precoz. Una enfermedad devastadora,
que parece casi inaprensible porque paraliza la mente y los sentimientos de
forma "misteriosa", llevando a la persona afectada por la enfermedad
a una dimensión de extrañeza, incluso con respecto a sus afectos y recuerdos
más queridos. Es una enfermedad que suele sumir a las familias en un estado de
soledad. Pero ni siquiera el Alzheimer ha podido alejar a un padre de su hijo,
que con amor creativo y obstinación lo mantiene cerca de él y no lo deja ir.
"Desde ese día, dice Mattia, mi tarea, al no tener ayuda externa, ha sido
ayudar a mi padre en las cosas cotidianas que ya no podía hacer por sí mismo,
como ducharse, atarse los zapatos o darle consuelo cuando no sabía dónde
estaba". El hijo que protege a su padre. Le ayuda a dar sus inciertos
pasos por el camino de la vida, tal y como su padre había hecho por él sólo
unos años antes. Hace unos meses concluimos la celebración del año especial
dedicado a San José, testigo y ejemplo de paternidad. En este extraordinario
acontecimiento, es como si este niño hubiera asumido las cualidades distintivas
de la paternidad -valor, ternura, acogida- para custodiar y animar a su propio
padre. Patris Corde se convierte así en Filii Corde.
Sin embargo,
uno puede preguntarse con razón, ¿dónde encontró un niño esta fuerza, este amor
para enfrentarse a una prueba más grande que él? Esta fuerza", confió en
el encuentro de ayer, "me viene gracias a mi familia: al valor de mi
madre, al apoyo de mi hermano e incluso de mi gran papá que siempre ha ayudado
a las personas y me ha enseñado el valor de la solidaridad. La fe cristiana
también me ha ayudado muchas veces cuando estoy triste y me siento abatido,
porque echo mucho de menos a mi papá de antes. Mattia recordó cuando todos se
reunían en la iglesia para encender una vela "confiando en que nuestras
peticiones serían atendidas o lo feliz que era mi padre cuando cantaba con el
coro de la parroquia". Una historia que, con la inmediatez de una
experiencia intensamente vivida, llegó al corazón de quienes la escucharon. Con
pocas palabras, en pocos minutos, el pequeño Mattia ofreció un gran don: dio
testimonio de que el amor de un hijo, la unidad de una familia, la solidaridad
de una comunidad de fe pueden ayudar a resistir toda prueba.
Alessandro
Gisotti
Vatican News