La lucha contra el hambre y la sed, contra las enfermedades y epidemias, contra la pobreza y la esclavitud son “verdaderas batallas” que vale la pena librar
(AFP or licensors) |
Es necesario
“crear la conciencia” de que destinar gastos a las armas “ensucia el alma,
ensucia el corazón, ensucia la humanidad”. Fueron palabras del Papa a la
Organización de Voluntariado “Tuve sed”, recibida en el Vaticano.
“¿Por qué, nos hacemos la guerra por conflictos que
deberíamos resolver hablando entre nosotros como hombres? Por qué no unir
fuerzas y recursos para librar juntos las verdaderas batallas de la
civilización: la lucha contra el hambre y la sed; la lucha contra las
enfermedades y las epidemias; la lucha contra la pobreza y la esclavitud
moderna. ¿Por qué?”. Preguntas que tocan la conciencia en este tiempo de guerra
“repugnante”, “insensata” y “sacrílega” las del Papa Francisco, que al recibir
a la Organización de Voluntariado “Tuve sed”, que se ocupa de llevar agua
potable a quienes no la tienen, plantea cuestiones verdaderamente prioritarias
para la familia humana, como aquella del acceso al agua, especialmente al agua
potable.
Es una cuestión prioritaria para la vida del planeta y
para la paz entre los pueblos. Nos concierne a todos. Sin embargo, en el mundo,
especialmente en África, hay poblaciones que sufren más que otras la falta de
acceso a este bien primario. Por eso han realizado sus proyectos humanitarios
en África, en muchos países, en diferentes regiones del continente. Esto es
algo muy bello. Y también es muy bueno que el trabajo se haga siempre con
trabajadores locales y en colaboración con los misioneros y las comunidades
eclesiales del territorio.
Un escándalo el gasto en armas
A los miembros de la organización, que llevan las
palabras de Jesús en Mateo 25,35 por nombre, “Tuve sed”, el Pontífice añade el
versículo 40, “Todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más
pequeños, lo hicisteis por mí”, para señalar cuánto depende del agua la vida y
la ilógica destinación de recursos a las armas, que significa “quitar” a
aquellos que carecen de lo necesario.
Y esto es un escándalo: el gasto en armas. Lo que se
gasta en armas: terrible. No sé qué porcentaje del PIB, no lo sé, no tengo la
cifra exacta, pero un alto porcentaje. Y se gasta en armas para las guerras y
así - no sólo ésta, que es gravísima, la que estamos viviendo ahora, y que
sentimos [más] porque está más cerca, sino también en África, en Oriente Medio,
en Asia, las guerras continuas... Esto es grave. Es grave. Crear la conciencia
de que gastar en armas, en armamento, ensucia el alma, ensucia el corazón,
ensucia la humanidad.
La guerra hace retroceder
Porque “la vida en la Tierra depende del agua”, y
porque “la sed no duele cuando hay mucha agua para beber”, pero, si falta
“puede llegar a ser insoportable”, Francisco escruta el ánimo humano
preguntando de qué sirve comprometerse “solemnemente” a nivel internacional en
campañas contra la pobreza, contra el hambre, contra la degradación del
planeta, si luego “volvemos a caer en el viejo vicio de la guerra, en la vieja
estrategia del poder de los armamentos, que hace retroceder todo y a todos”.
Siempre una guerra te hace retroceder: siempre.
Caminamos hacia atrás. Hay que empezar de nuevo...
Antes de despedirse de los voluntarios de la
organización que es “ciertamente pequeña comparada con estos grandes
problemas”, el Santo Padre les da sus palabras de aliento, afirmando que están
trabajando “de manera correcta”, como muchas otras organizaciones en el
mundo.
“Lo están haciendo bien”, asegura y los saluda animándolos a seguir adelante en su compromiso, pidiéndoles, por último, el “regalo” de rezar por él.