Como ya entendieron los antiguos -recordó el Pontífice- educar no es llenar jarrones sino encender fuegos
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A través de un
videomensaje dirigido a la Universidad Católica del Sagrado Corazón, en Milán,
con motivo del centenario de su fundación, el Papa Francisco se sumó a la
inauguración del nuevo curso académico en presencia de la Presidenta de la
Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En su discurso, el Pontífice subrayó
que para afrontar las urgencias de hoy es necesario "diseñar nuevos
modelos de pensamiento".
Fuego, esperanza y servicio: son las tres palabras que
para el Papa Francisco pueden representar la mística de la Universidad Católica
del Sagrado Corazón, que hoy inauguró el año académico 2021/22, celebrando los
100 años de su fundación. La ceremonia, en la que participó la Presidenta de la
Comisión Europea, Ursula von der Leyen, estuvo precedida por una misa celebrada
en Milán, en la Basílica de San Ambrosio, por el Arzobispo Monseñor Mario
Delpini.
En su discurso, emitido en un videomensaje en el Aula
Magna de la Universidad, el Pontífice deseó lo mejor a la universidad por el
importante aniversario de la "gran institución cultural" a la que el
padre Agostino Gemelli y sus colaboradores dieron vida.
Reflexionando sobre los "cien años de vida"
de la universidad en los que "se reconoce una importante tradición
educativa, hecha vida gracias a la dedicación de cientos de hombres y mujeres y
testimoniada por miles de graduados", el Santo Padre profundizó sobre la
educación como "uno de los medios más eficaces para humanizar el mundo de
la historia".
Una enseñanza que, según Francisco, la Universidad
Católica del Sagrado Corazón conserva en su mandato "gracias a la
valorización -renovada a través de las generaciones- del patrimonio cultural y
espiritual que constituye su identidad". Una identidad que el Papa define
como "clara e inmutable, que, sin embargo, no rechaza, sino que respeta y
acoge las distintas sensibilidades, consciente de que es a partir de una
confrontación franca y respetuosa con el otro como florece la condición
humana".
Educar es encender fuego
"Como ya entendieron los antiguos -recordó el
Pontífice- educar no es llenar jarrones sino encender fuegos". Y aquí está
el fuego, la primera palabra sobre la cual profundiza el Papa:
"La Universidad Católica custodia este fuego y
por lo tanto puede transmitirlo porque la única manera de hacerlo es por
contacto, es decir, a través del testimonio personal y comunitario. Incluso
antes de transmitir lo que uno sabe, se enciende el fuego compartiendo lo que
uno es. Este contacto se realiza mediante el encuentro, estando uno al lado del
otro y haciendo algo juntos".
La esperanza y la educación
El Papa se centró entonces en la palabra esperanza,
para contrastarla con lo que desafía a la educación hoy en día: la
"cultura individualista, que exalta el yo en oposición al nosotros" y
"promueve la indiferencia", que "disminuye el valor de la
solidaridad y pone en marcha la cultura del descarte".
Pero quien educa, subrayó Francisco, "mira al
futuro con confianza, y realiza una acción -la educativa- que implica a varios
actores de la sociedad, para ofrecer a los alumnos una formación
integral". Por ello, es necesario estar abierto al conocimiento y a las
preguntas que la actualidad plantea, sin miedo:
"Esto es la esperanza: apostar por el futuro
superando el impulso natural que proviene de los muchos miedos que corren el
riesgo de inmovilizarnos, fijarnos y encerrarnos en un presente eterno e
ilusorio. Por ello, la apertura y la acogida de los demás son
especialmente importantes, porque fomentan un vínculo de solidaridad entre
generaciones y combaten las derivas individualistas presentes en nuestra
cultura. Y sobre todo, construye, justo a partir de las aulas universitarias,
una ciudadanía inclusiva, opuesta a la cultura del descarte".
La contribución del Pacto educativo global
En este contexto, Francisco recordó el Pacto educativo
global promovido "para sensibilizar a todos sobre los grandes
interrogantes existenciales de nuestro tiempo, empezando por los de las nuevas
generaciones que hacen frente a la injusticia social, las violaciones de
derechos y las migraciones forzadas".
Denuncias -observa el Pontífice- a las que "la universidad no puede hacer oídos sordos".
Asimismo, el Papa elogió a la Universidad Católica del
Sagrado Corazón por sus "proyectos de cooperación internacional,
dirigidos a diferentes poblaciones del planeta, las numerosas ayudas económicas
que se proporcionan cada año a los estudiantes necesitados, así como por la
atención prestada a los últimos y a los enfermos que atestiguan un compromiso
concreto, y el estímulo para continuar por este camino".
Francisco observó el mundo de hoy, "totalmente
interdependiente", y precisó que esto "ha dejado obsoletos los marcos
interpretativos del pasado, que ya no sirven para entender el presente",
por lo que es necesario "diseñar nuevos modelos de pensamiento, para
definir soluciones a las urgencias que estamos llamados a afrontar": desde
las ambientales a las económicas, desde las sociales a las demográficas.
"No podemos seguir con la categoría del
luminismo. Necesitamos un pensamiento nuevo y creativo. La Universidad Católica
del Sagrado Corazón puede ser un lugar privilegiado para el desarrollo avanzado
de esta elaboración cultural. Y aquí volvemos a la relación profesor-alumno,
¡que es importante! -que es una relación dinámica, en tensión entre el presente
y el futuro: juntos estáis llamados a pensar, planificar y actuar con vistas a
la casa común de mañana, partiendo de la realidad concreta de hoy".
"Partir de las raíces para crecer"
El Pontífice se dirigió también a los estudiantes,
"en estos tiempos confusos, que se han vuelto más complejos por la
pandemia", exhortándoles a no dejarse robar la esperanza, a no dejarse
"infectar por el virus del individualismo", y les recomienda que
"no se conviertan en tradicionalistas de las raíces", sino que
"tomen de la raíz para crecer, para ir hacia adelante, para jugar con sus
vidas".
El servicio
Finalmente, la última palabra sobre la que el Papa
invitó a reflexionar a la Universidad Católica del Sagrado Corazón, fue el
servicio.
Francisco destacó que en el transcurso de sus cien
años "la Universidad ha demostrado en varias ocasiones que está fielmente
al servicio de la Iglesia y de la sociedad", esperando que el espíritu de
servicio siga siendo siempre el rasgo distintivo de toda la comunidad
universitaria.
Finalmente, el Pontífice concluyó su
videomensaje exhortando a la Universidad a seguir adelante en su misión
educativa con "valor y paciencia; la de aguantar las
contradicciones, las cosas que no van bien". "Pero la paciencia, el
ímpetu del valor", dijo, "van juntos", por tanto "interpreten
este valor y esta paciencia como un servicio apasionado a toda la sociedad,
incluida la Iglesia".
Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano
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