En la tarde de este jueves 16 de diciembre se repitió el milagro de la licuefacción de la sangre de San Genaro en la Catedral de Nápoles, en Italia
Crédito: Facebook Capella di San Genaro |
Los fieles
habían quedado expectantes y en oración, debido a que durante la mañana y luego
de la Misa, el milagro no se había producido.
Según informó un
medio local, el abad de la Capilla de San Genaro en la Catedral, Mons.
Vincenzo De Gregorio, abrió la caja fuerte con la reliquia del santo alrededor
de las 9:00 a.m. y la sangre estaba totalmente sólida.
El relicario se
colocó en el altar al culminar la Misa y se quedó allí durante todo el día a la
espera de que se repita el milagro de la licuefacción, lo que ocurrió
finalmente a las 5:59 p.m. (hora local).
La página de Facebook
de la Capella di San Genaro informó que “la ceremonia se ha
desarrollado excepcionalmente sobre el altar mayor de la Catedral de Nápoles y
no, como de costumbre, en la Capilla de San Genaro, en respeto a las normas
anticovid”.
“El prodigio de
diciembre, el último de las tres ceremonias en las que se licúa la sangre
tradicionalmente cada año, se conoce también como 'milagro laico', porque
usualmente se realiza en la Capilla del Tesoro de San Genaro”, agrega la
publicación.
La sangre de
San Genaro, que se conserva sólida en un relicario, se suele licuar tres veces
al año: el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre (fiesta de San Genaro) y
el 16 de diciembre, en memoria del milagro producido por la intercesión de San
Genaro que evitó una catástrofe tras la erupción del volcán Vesubio en 1631.
El milagro de
la licuefacción de la sangre de San Genaro también ocurrió este año en
mayo y el 19
de septiembre; pero no ocurrió en diciembre
de 2020.
El milagro no
siempre ocurre igual: a veces la licuefacción tarda varias horas, o incluso
días. En otras, como en 2018, el milagro se produce antes de la celebración
litúrgica, y en otras ocasiones, por motivos desconocidos, la sangre no se
licúa.
El mismo Papa
Francisco fue testigo del milagro en marzo de 2015. En aquella ocasión, la
sangre se licuó delante de la mirada del mismo Santo Padre.
Se trata de un
hecho extraordinario que también se produjo en 1848 delante del Papa Pío IX. El
milagro, en cambio, no sucedió durante las visitas de San Juan Pablo II en
1979, ni de Benedicto XVI en 2007.
El martirio de
San Genaro
San Genaro,
patrono de Nápoles, fue Obispo de Benevento. Durante la persecución contra los
cristianos fue hecho prisionero junto a sus compañeros y sometido a terribles
torturas. Un día, él y sus amigos fueron arrojados a los leones, pero las
bestias solo rugieron sin acercárseles.
Entonces fueron
tildados de usar magia y condenados a morir decapitados cerca de Pozzuoli,
donde también fueron enterrados. Esto sucedió aproximadamente en el año 305.
Las reliquias
de San Genaro fueron trasladadas a diferentes lugares hasta que finalmente
llegaron a Nápoles en 1497.
Por Walter
Sánchez Silva
Fuente: ACI
Prensa