No les da la sensación de que Jesús de Nazaret está cada vez más arrinconado en Navidad?
Dominio público |
Incluso en la Unión Europea ha circulado
un documento interno enviado por la comisaria de Igualdad, Helena Dalli, con el
que se pretendía que se felicitasen las fiestas navideñas sin la palabra
Navidad, y en su lugar hacerlo con la fórmula “felices fiestas”. Dicen que lo
hacen por las connotaciones cristianas del término y como una muestra de respeto
a las diferentes creencias religiosas de sus compañeros.
Pero, ¿por qué se quiere cambiar el nombre de la Navidad? La motivación tiene claramente una motivación laicista. Aunque en el caso de España, debemos recordar que es un estado aconfesional y que nuestra constitución establece una relación de privilegio respecto a la iglesia católica. De todas forma, para justificarlo, argumentan con un pretendido respeto hacia las otras confesiones religiosas, y en especial de los musulmanes inmigrantes.
Pero, la verdad, yo
nunca he oído la más mínima incomodidad de la comunidad musulmana con estas
fiestas, ni con los pesebres, ni con los pastores. Más bien al contrario. Las
reivindicaciones de los musulmanes no van en la dirección de suprimir la
Navidad, sino en incluir en el calendario festivo la fiesta del final del
Ramadán o la Fiesta del Cordero.
Por qué iban a molestarse los musulmanes por la celebración de
la Navidad. Para ellos, Jesús fue —como Abraham, Moisés, Mahoma— un mensajero
de Dios. El islam, al igual que el cristianismo, cree que la concepción de
Jesús fue un milagro. Y la Virgen María, la madre de Jesús, es tan importante
para el islam que una sura, como se conocen los capítulos del Corán, lleva su
nombre: Maryam (María en árabe). Es la única mujer mencionada por su nombre en
el libro sagrado de los musulmanes.
Es
obvio que no todos los españoles que celebran la Navidad son creyentes, como
también lo es que otros muchos sí lo son. Se trata de unas fiestas que han
transcendido su significado estrictamente religioso para ir mucho más allá, e
incluso los que no son católicos o los que carecen por completo de fe respetan
los símbolos de origen y significado cristianos: los belenes, los Reyes Magos,
las imágenes de la Sagrada Familia… y también otros iconos que no hunden sus
raíces en la Biblia pero sí han llegado a formar parte de la tradición
occidental: Santa Claus o los árboles de Navidad, por ejemplo.
Jesucristo
no es un mito. Su existencia es incuestionable. Ningún mito puede cambiar la
Historia. Es la figura central del cristianismo y una de las más influyentes de
la Historia. Hoy estamos en diciembre de 2021 D.C. (Después de Cristo). ¿Les
dice esto algo?
El
abogado Pérez-Orive escribió: El niño que nació en la cueva de Belén, hace 2000
años, no tuvo estudios ni fue a la universidad, ni hizo un master, ni tuvo
secretaria o agente de prensa, ni manejó un ordenador, ni le entrevistaron
nunca en televisión, y, sin embargo, su anuncio fue tan llamativo que, al pasar
los siglos, mantiene hoy plena actualidad. El impacto de su mensaje no lo
lograrían todos los medios de comunicación de la tierra. El novelista agnóstico
Carlos Fuentes, dijo: “Busco en vano un personaje histórico más completo que
Jesús”.
Es cierto que en España la Navidad tiene hoy más de nieve y
trineos que de Niño Jesús en Belén. Y que hoy son muchos los que pretenden
borrar todo vestigio cristiano de la Navidad. Una conquista de lo cultural para
la que es esencial ahogar las raíces cristianas de nuestra sociedad. Saben que
los símbolos y las tradiciones tienen muchísima fuerza, y por eso dedican su
tiempo y esfuerzo a esa tarea.
Ante
esto, ¿qué podemos hacer los cristianos? Muy sencillo: hacer “resistencia” a
través de pequeños detalles. Así lograremos preservar el sentido cristiano de
la Navidad.
Por
eso hoy, más que nunca, le deseo Feliz Navidad, porque no es lo mismo decir
“felices fiestas” que “Feliz Navidad”, ni es lo mismo decorar nuestra casa con
el belén que adornarla con estrellas de nieve, muérdago y renos; y tampoco es
lo mismo celebrar la Nochebuena que una simple cena familiar. Son pequeños
gestos de fe conservados año tras año y transmitidos de una generación a otra
los que mantienen vivas las raíces cristianas de esta fiesta. Seguro que usted
también percibe la necesidad de hacer esta “resistencia”.
Navidad
procede de natividad. Para los cristianos es el nacimiento en un pesebre de un
Niño que fue el gran regalo de Dios a la humanidad. ¡Dios ha nacido, es
Navidad, Feliz Navidad!
Emilio Montero Herrero
Fuente: El Adelantado de Segovia