La historia de este deportista de atletismo es tan impresionante como inspiradora
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Kieran Galvin | NurPhoto | AFP |
La
historia de Brian
La misma existencia de
Siemann se arraiga en la intercesión de san Gerardo ante su devota madre cuando
ella y su marido experimentaban problemas de fertilidad. Sus oraciones
recibieron respuesta cuando la pareja dio la bienvenida a cuatrillizos y, entre
ellos, a Brian.
Por desgracia, justo
después de nacer, un error médico dejó a Brian paralizado de cintura para
abajo. Aunque su vida estuvo repleta de actividad, fue solamente en su primer
año en un instituto católico de Nueva Jersey cuando descubrió el mundo del
atletismo.
Respaldado por el
estímulo de su fe y de su entrenador, Joe McLaughlin, Brian demostró tener una
habilidad sensacional. “Siempre mantuvo la fe y creo que eso es
lo que lo moldeó”, explica su madre.
Medallas religiosas
Mientras Siemann
participa en sus terceros Juegos Paralímpicos, su madre estará rezando por el
éxito de su hijo. Sin embargo, según compartió en una entrevista con Catholic
News Agency, confiará en que su marido la mantenga al tanto de la
actuación de su hijo en la carrera, ya que ella se estresa demasiado como para
verla en directo.
Brian participará en
varias carreras (entre ellas, los 5000 metros, los 1500 metros, los 800 metros,
los 400 metros, y los 100 metros, además de la maratón), ¡así que seguro que su
madre estará rezando más que nunca!
No obstante, del mismo
modo que Siemann aspira a coleccionar unas cuantas medallas de atletismo,
tampoco olvida sus medallas religiosas, que le ayudan en su camino. Su madre
compartió que todos sus hijos tienen una devoción especial a la Medalla
Milagrosa y que su hijo atleta también tiene “una medalla de san Miguel y otra
de san Jorge, ya que su segundo nombre es George”.
Buscando el oro
Aunque no cabe duda de
que Siemann afrontará la línea de salida con un poco de fervor adicional
gracias a sus poderosos intercesores, también puede contar con que su trabajo
duro le ayudará en su búsqueda del oro. Según McLaughlin, su entrenador
escolar, “probablemente es el chico más trabajador que conozca, y también el
más amable”.
El entrenador comentó
también que a su antiguo estudiante no le gustaba ser el centro de atención, a
pesar de todas las alabanzas que recibía por sus esfuerzos deportivos.
Gracias a una
recaudación de fondos en la escuela animada por McLaughlin, se lograron 5000
dólares para comprar a Siemann una silla de ruedas especializada. Después de
aquello, el chico de Brooklyn recibió una beca integral para la Universidad de
Illinois, donde sus habilidades atléticas no dejaron de aumentar gracias a un
entrenamiento personalizado.
Según explica su madre,
McLaughlin se implicó personalmente a la hora de ayudarle y eso “le cambió la
vida”. Siemann,
por su parte, espera utilizar su máster en Lengua inglesa y Educación
secundaria para enseñar a niños con necesidades especiales una vez haya
terminado su etapa de atletismo. Por el momento, entre
sesión y sesión de entrenamiento, ayuda a niños que tienen dificultades con el
inglés.
La historia de Siemann
es una inspiración en muchos aspectos. Aunque su destacada aptitud atlética es
incuestionable, su fe y el apoyo de quienes lo han impulsado a lo largo de los
años demuestran también que los obstáculos pueden superarse.
Cerith Gardiner
Fuente: Aleteia